Chaleco antibalas, una máscara de gas, canilleras, un casco y la credencial de prensa: así sale a trabajar todos los días Francisco Rizquez, el fotógrafo venezolano que se dedica a retratar de cerca – bien de cerca- la violencia en las marchas contra el gobierno de Nicolás Maduro.
"A mí lo que me gusta es eso, estar bien adelante, además tengo un lente de 14 milímetros, tengo que estar súper cerca para que se vean bien las cosas", cuenta a Infobae este joven de 29 años que decidió dedicarse a la fotografía hace solo un año y medio, cuando su carrera de patinador se detuvo por una inesperada lesión.
En ese momento comenzó con un proyecto documental de fotografías desde las alturas, lo social no formaba parte de su agenda. Hasta que en Venezuela estalló todo.
Luego de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de anular el Parlamento – sentencia que luego revirtió- los venezolanos se volcaron masivamente a las calles. Ya llevan más de dos meses de protestas y en al primera línea, las cosas se ponen feas. La Guardia Nacional Bolivariana, la policía militar chavista, reprime, y los jóvenes "guarimberos" que están al frente responden con piedras, y bombas molotov caseras. En el medio está Francisco y en sus fotos se percibe el peligro.
"El primer día fue un desastre, no tenía máscara de gas, le corté una manga a una camiseta, pensé que con eso alcanzaba y me metí… obviamente me ahogué pero a pesar de todo logré muy buenas fotografías", cuenta orgulloso. A partir de allí logró su identidad de trabajo: fotografiar bien de cerca, los más que pueda, a los manifestantes.
El fotógrafo cuenta que lo que se vive en las marchas es "un ambiente de muchísima tensión". Allí, lo que hay es miedo. "Yo, muchas veces tengo miedo de ellos", confiesa. Es que lograr la venia para fotografiar esos primeros planos no es fácil.
"Ahí tú no le ves la cara a nadie, o tienen máscara de gas o están tapados, entonces lo que hay es una comunicación con miradas", revela y agrega: "Es un tema de energía, creo que muchos han visto mi trabajo, algunas veces me lo permiten, otras veces no. Otras veces los convenzo… es bien inestable". Los manifestantes no sólo se cuidan de la GNB, sino que también existen rumores de que muchos los fotografían para identificarlos.
En un principio, comenzó a ir a las marchas solo pero ahora trabaja en grupo. Son 5. Para él, es mucho más seguro. La mayoría de ellos trabajan con reportes audiovisuales, pero así se siente más contenido. A dos de ellos los conoce hace muchos años, a los otros los incorporaron en estos dos meses de caos. "Tenemos empatía y es mucho mejor porque si llega la Guardia Nacional Bolivariana o la Policía es más seguro estar con un grupo de trabajo".
Cuando el día termina, golpeado y agotado, Francisco continúa con su esquema de trabajo: "Busco las tres imágenes diarias para subir a Instagram, la que más llama mi atención en el inicio del día, en la mitad y al final. A veces es muy complicado elegir".
Y cuando los manifestantes descansan, muy pocos días en estos dos meses, él sigue trabajando. Sale a recorrer Caracas en busca de barricadas, quiere fotografiarlas máscaras más impresionantes. "Porque es increíble que en un momento de tanto caos, haya gente que busca crear identidad. Esas máscaras, o los escudos, son un un hecho artístico".
"Mis ojos ven tanta información que no estaba siendo fotografiada. Texturas que quedan en el suelo, rastros de bomba, de pintura, casquillos, perdigones. Miles de cosas…", cuenta entusiasmado.
Las movilizaciones lo sacaron de su zona de confort. Lo metieron de lleno en, como él dice, "lo social". Ahora le es imposible salir. En algún momento el caos actual tendrá un desenlace -"el que sea, pero uno tendrá"- y Francisco encontrará otros proyectos: "Pero va a ser algo social, eso seguro".
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