La supermodelo Tatjana Patitz falleció este miércoles en Santa Bárbara, California, a los 56 años. La mujer había formado parte del grupo de élite de súper modelos cuyas caras se vieron en portadas de importantes revistas de la década de 1980 y 1990.
Su agente Corinne Nicolas junto con la agencia Model CoOp, con sede en Nueva York, fueron los encargados de confirmar su deceso a causa de una enfermedad. No obstante, la información provista fue muy limitada por lo que, hasta el momento, se desconoce exactamente qué padecía Patitz.
La modelo nació en Hamburgo y creció en Skanör, una idílica ciudad costera del sur de Suecia para, posteriormente, mudarse a California. Allí residió el resto de su vida y se consagró como una de las supermodelos “originales”; inclusive, participó del famoso video “Freedom! ‘90″ de George Michael, junto a Christy Turlington, Linda Evangelista, Naomi Campbell y Cindy Crawford.
Fue fotografiada en múltiples oportunidades por Peter Lindbergh, quien aseguró que era su favorita, y muchos consideran su padrino laboral. Él fue el encargado de destacar su belleza natural en la famosa fotografía “White Shirts: Six Supermodels, Malibu”, que data de 1988. La producción terminó siendo la portada de la edición británica de la reconocida revista Vogue en 1990 y que convenció a Michael de convocar a las mujeres para su video.
Sin embargo, sus inicios en el ambiente no fueron tan exitosos. A los 17 años se presentó en un concurso de modelos de la agencia Élite en Estocolmo, donde obtuvo el tercer lugar. Como premio, viajó a París y obtuvo un contrato por tiempo limitado. Sin embargo, todo el primer año la modelo estuvo alejada de las cámaras sin conseguir trabajo.
De todas formas, la mujer no se dio por vencida y continuó su camino discreto, aunque intenso. Anna Wintour, la directora editorial global de la revista, destacó que Patitz “siempre fue el símbolo europeo de chic, como si Romy Schneider se mezclara con Monica Vitti”. “Era mucho menos visible que sus colegas, más misteriosa, más madura, más inalcanzable. Y eso tenía su propio encanto”, recordó.
Durante sus años de modelaje, Patitz se diferenciaba por no seguir las decisiones en manada tomadas por sus compañeras. Es por ello que nunca se radicó ni en Nueva York ni en París -dos íconos de la moda y la belleza- y, por el contrario, se mantuvo fiel a su voluntad de vivir en la costa oeste de los Estados Unidos, junto a la naturaleza y sus animales.
“Nunca vendí mi alma”, había declarado años atrás en una entrevista, en línea con las palabras que tuvo con Vogue en 1988, cuando dijo que “la gente siempre decía que yo era especial, que no me parecía a nadie, y que iba a triunfar por eso”.
Hasta sus últimos días, Patitz mantuvo esta esencia, por lo que se mostró como una crítica a los estándares de moda y belleza planteados en los tiempos que corren. Ya en 2006, había apuntado en una entrevista que la época dorada de las supermodelos había terminado.
“Hubo una época real y la razón por la que terminó fue porque se puso glamour en ello. Ahora las celebridades y las actrices se han apropiado y las modelos han quedado relegadas completamente”, citó la revista Prestige Hong Kong.
En ese sentido, agregó que “las mujeres eran saludables, no eran esas pequeñas modelos esqueléticas de las que ya nadie sabe su nombre”.
(Con información de AP)
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