Un juzgado pekinés dictaminó que, a finales de 2020, el músico Kris Wu “forzó a tres mujeres ebrias a mantener relaciones sexuales” y, en 2018, organizó, junto con otros cómplices, “actividades promiscuas grupales” con dos mujeres. La vista para la sentencia contó con la presencia de funcionarios del Consulado de Canadá, país al que Wu será extraditado tras cumplir su condena, señaló el tribunal.
Wu se vio envuelto en un escándalo que estalló a finales de julio del año pasado, cuando la estudiante e influencer Du Meizhu denunció, en una entrevista con el portal de noticias local NetEase, que Wu la había violado hacía tres años, cuando ella tenía 17. Du acusó al cantante de engañar a jóvenes que querían convertirse en actrices y de emborracharlas para mantener relaciones sexuales con ellas.
Poco después, más de diez marcas con las que colaboraba Wu rompieron lazos con él, entre las que se encuentran la plataforma de emisión de música Yunting o la compañía de productos cosméticos Kans. El caso de Wu puso en el candelero al movimiento ‘#MeToo’ en China, país en el que no arraigó en parte debido a la dificultad que plantea el sistema legal para demostrar las denuncias de acoso sexual.
En el último año, casos de violencia contra las mujeres como el de un vídeo que mostraba a una mujer encadenada del cuello en un área rural de la provincia de Jiangsu (este) y la paliza a mujeres en un restaurante de la ciudad de Tangshan (norte) despertaron la indignación de la población, parte de la cual demanda una mayor protección a mujeres y niños, tema que estuvo presente en la reunión del Legislativo chino el pasado marzo.
La violencia contra mujeres y niñas es una violación grave de los derechos humanos y el derecho de las mujeres a vivir sin violencia está recogido en acuerdos internacionales. A nivel mundial, solo el 40 % de las mujeres busca ayuda tras sufrir violencia, lo que obliga a las instituciones a promover políticas de prevención y ayuda.
Con información de EFE
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