A lo largo de su carrera en el cine, Pedro Infante fue parte de más de 60 películas, pero hubo algunos proyectos que estuvo a punto de rechazar porque pensaba que no eran adecuados para él o porque simplemente no se sentía cómodo con el personaje que haría, como fue el caso de Pablo y Carolina, cinta que no abandonó sólo porque ya se había comprometido a hacerla.
Algunos de los últimos filmes en los que estuvo Pedro Infante fueron considerados parte de aquellos proyectos que ya no tendrían tan buen recibimiento por parte del público porque nuevos géneros, como el cine de ficheras y rumberas, estaban entrando al mercado.
Pese a ello, el Ídolo de Guamúchil siguió siendo uno de los actores más cotizados de la Época de Oro, por lo que todas las producciones en las que estaba considerado para ser el protagonista tenían un alto presupuesto, aunque esto no quería decir que tuvieran el mejor argumento.
Pablo y Carolina fue una de esas cintas, además de ser una de las únicas en las que Pedro fue filmado a color y en la que fue dirigido por Mauricio de la Serna -quien también dirigió Las señoritas Vivanco y Qué bonito amor-, con quien habría aceptado trabajar por consejo de su apoderado, Antonio Matouk, inclusive parte de la cinta fue filmada en una de sus propiedades.
La película trata de Carolina Sirol (Irasema Dilián), quien espera algún día conocer a su amor ideal, quien lleva por nombre Pablo Garza (Infante). Ambos personajes principales pasan por varios obstáculos antes de conocerse.
Desde que le fue entregado el libreto al sinaloense, él sintió que no era una cinta que se pudiera adaptar a él, lo que fue extraño para su primera esposa, María Luisa León, a quien le compartió su sentir, pues él se había caracterizado por ser multifacético y, además, siempre aceptar retos actorales.
Según compartió León en el libro que escribió sobre su matrimonio, Pedro Infante en la intimidad conmigo, este no sería un proyecto al que su esposo o ella le vieran un buen futuro, pues mientras él le aseguró desde el primer día de rodaje que no se sentía cómodo con la trama, para ella era evidente que el actor no se sentía igual de motivado a trabajar, como sí lo había hecho con la mayoría de las demás películas en las que participó.
El protagonista de Nosotros los pobres le mencionó a María Luisa que no podía “sentir” a su personaje, Pablo Garza, pero que intentaría hacer lo mejor con él, pues no consideraba como algo profesional el abandonar una película cuando ya habían comenzado la producción y él había aceptado ser el protagonista.
“No estoy muy a gusto con el argumento... el personaje no creas que lo siento mucho... pero hay que salir avante”, comentó el intérprete de Historia de un amor.
Con grandes esfuerzos, Pedro logró sacar adelante su actuación y el rodaje culminó según lo esperado; no obstante, le actor no pudo ver el resultado de su trabajo, pues fue lanzada después de su muerte, en junio de 1957.
Pese a que el argumento de la película no fue de los mejores recibidos por el público y fue muy criticado por algunos expertos, mucha gente acudió a los cines y tener una oportunidad de ver por última vez a su ídolo.
Además de eso, durante todo el tiempo que estuvo expuesta, que fueron varias semanas, se regalaba a todos los niños asistentes una fotografía de Pedro Infante, lo que motivaba a los demás a ir, así como también se daba un disco del sinaloense a los adultos mediante un sorteo.
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