Natalia Esperón está de regreso en la televisión desde hace unos meses, pues la actriz participa en la telenovela Corazón guerrero luego de casi diez años alejada de los reflectores. Recordada principalmente por su papel en Agujetas de color de rosa, en los años 90, hoy brilla de nuevo en la pantalla mexicana bajo la producción de Salvador Mejía.
Durante su década de retiro, la actriz se dedicó a estudiar Historia del arte y el idioma Inglés, además pudo reflexionar y sanar algunas “heridas”, como la triste muerte de su bebé, quien no llegó a nacer como sí lo hicieron sus dos hermanos, pues eran trillizos.
Natalia se casó en 1995 con el ex ejecutivo de Televisa Pepe Bastón, cuatro meses después de que su recordada telenovela que protagonizó junto a Flavio César, llegara al fin de sus transmisiones.
A sus 20 años, poco después de la boda, la actriz anunció que se encontraba embarazada y al tiempo nació su primogénita Natalia. Siete años después, tras someterse a distintos tratamientos y varios intentos, la pareja logró de nueva cuenta que Natalia quedara embarazada, esta vez esperaban trillizos.
No obstante, el 17 de noviembre de 2003, la también protagonista de El niño que vino del mar fue trasladada en helicóptero desde su casa a un hospital privado en la Ciudad de México, debido a una emergencia en su embarazo.
Lamentablemente Sebastián, uno de los trillizos, no logró nacer, a diferencia de sus hermanos Mariana y José Antonio. Tiempo después de esta traumática experiencia, la pareja anunció su separación y Natalia cayó en un fuerte bajón de ánimo.
Su depresión la alejó de los medios de comunicación y durante algún tiempo acudió a diversas terapias psicológicas para salir adelante y afrontar la tragedia de la muerte de su hijo, así como su divorcio.
Sobre estos sucesos la actriz platicó recientemente en el programa Montse & Joe de Unicable, donde acudió tras culminar su participación en la telenovela que marcó su regreso a los foros.
“Estuve estudiando Historia del Arte y también inglés porque era malísima. Estuve también en mi terapia emocional, en crecimiento emocional, terapia de todo”, comentó Natalia al reconocer que tuvo que hacerlo así para superar su tristeza.
“Traía muchas cosas que yo no había sanado y que no me había dado cuenta. Esas cosas luego te impiden muchísimo poder disfrutar, poder relacionarte”, contó.
Natalia recordó entonces que su hijo Sebastián murió en su vientre, días antes de que ella diera a luz a sus otros dos hijos; sin embargo, después del suceso cayó en una profunda tristeza aunque se encontraba cerca de sus seres queridos.
“Tuve depresión postparto y son cosas que a nadie se le desean”, contó sobre la fuerte aflicción que la embargó casi sin tener muy claro los motivos.
“Nadie me ayudaba de la manera en que yo necesitaba, todo mundo me ayudaba desde la manera que ellos pensaban que me podían ayudar y no fue afortunada. Entonces, quedaron muchas cosas que no se habían sanado y era una bomba de tiempo. Yo estaba muy triste, traía una tristeza que no entendía, no disfrutaba las cosas”.
Fue entonces que cayó en cuenta gracias a las terapias que nunca vivió su duelo realmente, pues tras la muerte del bebé, se dedicó a criar a sus otros dos niños y a su hija mayor.
“El duelo hay que vivirlo, es un proceso, no te puedes brincar las fases, lo tienes que vivir, pero nadie nos enseña, nadie nos platica de la muerte. Tenía que cuidar a otros chiquitos, entonces yo me imaginaba a mi chiquito, yo vivía con tres bebés, y eso no estaba bien”, relató la actriz.
Actualmente Natalia vive felizmente soltera y el año pasado celebró la boda de su hija Natalia.
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