La mayor parte de las propiedades de Pedro Infante no pasaron a sus hijos, como sucede cuando una persona muere, sino que pasaron a formar parte de la riqueza de Antonio Matouk, un empresario que dejó la venta de autos para convertirse en la mano derecha del Ídolo Inmortal.
Antonio Matouk fue conocido por los fans de Pedro Infante como el Defraudador del Siglo, pues no sólo fue una de las personas en las que el sinaloense confiaba plenamente, sino que lo llevó a tomar decisiones con las que logró quedarse casi toda su fortuna después del trágico accidente que le quitó la vida al cantante.
Era 1949 cuando Pedro fue a un lugar donde vendían automóviles usados, pues quería comprar un vehículo que se ajustara a lo que necesitaba siendo una estrella comenzando una de sus mejores épocas, en específico, un Cadillac que sólo había visto en ese lugar.
Según relató en su libro María Luisa León, primera esposa del actor, cuando Infante regresó del lote de automóviles se veía muy feliz, por lo que le contó a su pareja que había conocido a una persona “rete buena gente”.
El nombre de ésta era Antonio Matouk Mansour, se dedicaba a la venta de automóviles y el lote al que acudió Pedro le pertenecía a él y un socio. Él fue muy amable con el intérprete de Amorcito Corazón, lo ayudó a conocer a fondo algunos vehículos y esto permitió que tuvieran una muy buena conversación.
Tiempo después de conocerse, la relación que habían entablado fue tan buena y el protagonista de Tizoc: amor indio se había dado cuenta de las capacidades que tenía Matouk en los negocios, que le pidió ser su representante.
Para 1950 Antonio ya se había convertido en el mánager del actor más redituable de la Época de Oro del cine mexicano y se encargó de reevaluar cada trabajo en el que había participado el actor.
Todas las cintas y canciones de Pedro tomaron una nueva fuerza con esto, pues Antonio consideró que era necesario hacer que Infante comenzara a cobrar más que el triple de lo que le era pagado, pues el sinaloense no sabía cómo debía ser pagado.
Pedro, al notar que con su representante estaba ganando mucho más de lo que alguna vez imaginó, decidió dejar en sus manos la mayor parte de las decisiones importantes de su carrera, así como lo hizo el encargado de revisar contratos y todo tipo de documento que tuviera que ver con sus propiedades, automóviles y finanzas.
A Matouk nunca le desagradó la idea, por el contrario, se hizo del control casi absoluto de la vida del Ídolo de Guamúchil, inclusive le recomendó algunas cosas como no regalar propiedades a su familia o amadas, lo que Infante siempre acató al pie de la letra.
Si bien es cierto que con la ayuda de Antonio Matouk, Pedro logró hacer crecer su fortuna y sus relaciones con grandes productoras, al momento de la muerte de Pedro, él fue quien se hizo de todas las propiedades y lujos del cantante, pues fue uno de los únicos que conocía el estatus legal de todo lo que había adquirido el sinaloense.
Cuando el 15 de abril de 1957 se difundió la noticia de que Pedro Infante murió en un accidente mientras volaba de Mérida a la Ciudad de México, Antonio rápidamente comenzó a poner a su nombre las casas del Ídolo, dejando a sus hijos sin herencia.
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