Antonio Aguilar saltó a la historia gracias a las canciones que interpretó y las películas en las que participó, así como por ser la cabeza de una de las dinastías en el regional mexicano, en su juventud no solo soñaba con ser cantante.
José Pascual Antonio Aguilar, mejor conocido como Antonio Aguilar, comenzó a trabajar desde una edad muy temprana con sus padres y sus seis hermanos. Según sus familiares, Antonio se caracterizaba por siempre intentar hacer lo mejor en lo que se propusiera; su efusión trabajando llamó la atención de uno de sus tíos, quien buscó apoyarlo dándole la opción de estudiar en Nueva York una carrera de aviación.
A Antonio le causó una gran felicidad el pensar que podría tener estudios que le abrieran nuevos horizontes. La ilusión por convertirse en piloto rápidamente inundó su mente y agradecido aceptó la propuesta de su tío Mariano.
El intérprete de “Triste recuerdo” viajó a Estados Unidos sin saber inglés, pero con la emoción de adentrarse en el mundo de los aviones. Se inscribió en la escuela y comenzó a asistir a sus clases con una gran pasión.
Por varios meses, el sueño de convertirse en piloto llenó el corazón de Antonio, pero un día se encontró con el anuncio de una escuela de música que abriría audiciones para jóvenes cantantes que quisieran estudiar en esa institución y necesitaran de una beca.
Desde pequeño, la música llamaba la atención de Aguilar, de hecho, su mayor ilusión era dedicarse a este arte, pero la había puesto en un segundo plano ya que en su familia no eran bien vistas las personas que se dedicaban a ella, como los cantantes.
Sin embargo, el joven Antonio quiso darle una oportunidad a este gran sueño porque se encontraba alejado de su familia y no tendría que pedirles un mayor apoyo económico ya que contaría con una beca, así que no se enterarían.
Según recordaba el protagonista de La yegua dorada, en el casting había 27 aspirantes, pero él fue el único que ganó la beca. Esto causó que mantuviera una vida oculta de su familia, principalmente de su tío, a quien seguramente no le agradaría saber que su dinero estaba siendo utilizado para algo más que estudios en aviación.
Durante un tiempo, Antonio fue responsable con las dos escuelas en las que se encontraba inscrito, hasta que un día le llegó un telegrama de su tío, con éste pensó que sería el fin de los sueños por los que se había esforzado tanto.
Y es que en el mensaje, Mariano le había enviado: “En mi familia no hay payasos”, pues se enteró de que estaba inscrito en la escuela de música. Frenó todo el apoyo económico que le hacía llegar a su sobrino y también su sueño de convertirse en piloto.
No obstante, el intérprete de Ya viene amaneciendo no se quería dar por vencido, así que dejó sus estudios en aviación, pero no los de música, pues obtendría la beca y con eso podría sostenerse económicamente por un tiempo.
Esto causó que Antonio se olvidara de que pudo haber sido un piloto, pues a partir de entonces se enfocó en su sueño de llegar a ser un gran cantante de ópera.
Una vez que se acabó el dinero de su beca, el joven cantante se mudó a Ohio, donde consiguió un trabajo en donde le pagaban poco, pero le era suficiente para seguir en la escuela de música y al ver que a pesar de los pocos recursos que tenía podía seguir en el mundo de este arte, no desistió, inclusive cuando regresó a México y le dijeron que si quería ser cantante, tendría que incursionar en la música regional mexicana, algo que no era su estilo.
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