La creación de helados ha estado presente en México desde principios del siglo XX, siendo éste una forma de sustento económico en las familias numerosas que caracterizaban al país. A través de los años, las familias han buscado una estabilidad en este oficio, tratando de expandir sus horizontes; saliendo a las calles en un principio con un triciclo y una corneta, la cual al hacer eco en las paredes, la colonia sabía que “el señor de los helados y nieves” había llegado.
La publicidad se la dan ellos solos, gastando su garganta para brindar frescura a los paladares de los clientes. Horas arduas de trabajo mañanero los acompañan prematuramente desde sus casas; la necesidad los orilla y la pasión los alienta.
Son ambulantes en su entidad y son conocidos por los locatarios, unos se quedan con el producto de por vida y otros lo prueban con timidez, la estima al helado ya no se ve reflejado en cuestiones laborales, sino en el antojo por el mismo.
Desde lo ambulante, seguido de lo fijo como un local, hasta la expansión masiva a toda la República Mexicana, algunos heladeros lograron formar sus micro empresas que a futuro serían reconocidas como nacionales, las que generarían más empleos y satisfacción en el consumidor, tales son el ejemplo como: Holanda, Santa Clara y La Michoacana.
En el año 1927, en México nació una de las grandes heladerías iniciando con una sucursal en el centro de la ciudad, fundada por Don Francisco Alatorre y tiempo después con la colaboración de su hermana Carmen, el negocio comienza a expandirse hasta que en 1938 logran convertir sus sucursales en una empresa formal, llamada Holanda; convirtiéndose en 1956 en la empresa de helados número uno en México y en 1997 una empresa de clase mundial.
Un caso similar al anterior fue el de Heladerías Roxy, fundada por Carlos Gallardo; quien inició el negocio con una pequeña producción de nieves a la salida de un cine conocido en Guadalajara, también conocido como Roxy en 1946 y más adelante sus sucursales se extenderían a puntos estratégicos dentro de la Ciudad de México, como la Condesa.
La profesión de la heladería ambulante se ha visto desplazada a lo largo de los años por las grandes empresas transnacionales y nacionales de helados. Esto ha causado que la producción y ventas de nieves ambulatorias baje en un rango medio o total, repercutiendo en su mismo retiro del empleo.
La costumbre del consumidor hacia precios que ofrece una empresa trasnacional, todavía no se vuelve hábito, por tanto, la inclinación del mismo va preferente al nevero local, siendo esta situación un claro ejemplo de la estabilidad competitiva que existen en mercados que comparten ciertas similitudes.
El empleo del heladero se ha visto como una corriente cultural característico de México y se trata de conservar y expandir para apoyar a los pequeños negocios y se vuelva a una estabilidad promedio como la de antaño, pues es común que ya no se vea tan frecuentemente por las calles el característico carrito con nieves.
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