Roberto Gómez Bolaños es un referente de la comicidad, no sólo en México, pues el recordado Chespirito extendió su popularidad a todo Latinoamérica, donde sus personajes lograron la aceptación del público que continúa mostrando su admiración al fallecido escritor.
Y es que con El chapulín colorado, El chavo del ocho, Los caquitos y El doctor Chapatín, entre muchos otros personajes, Gómez Bolaños se ha consolidado como una figura principal del humorismo blanco en la región, formando ya parte de la cultura popular colectiva.
El talento del nacido en la capital mexicana se extendió a otros rubros, ya que se desempeñó como actor, guionista, compositor, director y productor, dando fe de su personalidad multifacética, con la que llegó a construir un imperio de la comedia que al paso de las décadas continúa vigente, gracias a la labor de su hijo, Roberto Gómez Fernández, quien tras el fallecimiento de su padre en 2014, tomó las riendas de Grupo Chespirito.
Sin embargo, una anécdota de la vida de Gómez Bolaños ha llamado la atención de sus seguidores, pues el recordado humorista estuvo a punto de no haber conocido este mundo, pues su madre estuvo a punto de abortarlo por recomendación médica.
La historia de cómo casi no nace este reconocido personaje comenzó a mediados de 1928, cuando la madre del actor, la señora Elsa Bolaños Cacho, no sabía que se encontraba embarazada y tomó un medicamento que contenía quinina, según relata el blog de la página oficial de Chespirito.
“A mediados de 1928, sin saber que estaba embarazada, la señora Elsa Bolaños Cacho tomó un medicamento que contenía quinina. Esta sustancia –empleada en el tratamiento de algunas enfermedades infecciosas y para aliviar los calambres musculares– está contraindicada durante el embarazo, debido a que puede causar malformaciones congénitas y a que se le ha asociado con la muerte fetal; por este motivo, el médico de doña Elsa le indicó que debía someterse a un aborto, pues su salud corría peligro e incluso podría perder la vida”, se lee en Chespirito Web.
No obstante, la señora Elsa se negó a esa intervención y dio a luz, el 21 de febrero de 1929, a su segundo hijo: Roberto Gómez Bolaños. Desde el instante en que conoció esa historia y hasta el final de sus días, Chespirito agradeció con mucho orgullo el gesto de su madre, con quien siempre mantuvo una relación muy cercana, llena de cariño y mutua admiración.
Ella lo reconoció por la gran calidad humana que demostró desde que era un muchacho, más que por su éxito; aunque fue testigo de varios logros de Roberto como escritor, murió antes de que su talentoso hijo creara al personaje más icónico de su prolífica carrera: el Chavo.
Cuando Chespirito tenía 6 años, falleció su padre, don Francisco Gómez Linares; de manera que, a partir de ese momento, su mamá se hizo cargo de él y de sus dos hermanos. La señora Elsa era una mujer muy inteligente y con gran cultura. Como conocía muy bien el inglés y era una excelente redactora, durante mucho tiempo se dedicó a traducir al español textos escritos en aquel idioma; además, tenía talento para la literatura y, a lo largo de su vida, escribió una gran cantidad de poemas.
Cuando se vio en la necesidad de afrontar ella sola los gastos de su hogar y de la educación de sus hijos, lo hizo con absoluta determinación y entrega. Aunque al principio no hubo más remedio que ir de un lado a otro y rentar pequeñas viviendas, gracias a su arduo trabajo logró salir adelante; después de varios años de grandes esfuerzos y sacrificios, doña Elsa pudo comprar un terreno y empezar a construir una casa, a la cual se mudaron cuando aún no estaba terminada. Durante toda su vida, Roberto Gómez Bolaños agradeció la determinación, el carácter y la entrega de su madre, y nunca dejó de expresar en público la admiración y cariño que sentía por ella.
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