Lupita Torrentera se convirtió en una de las únicas parejas formales de Pedro Infante, fue madre de tres de sus hijos y parecía que su relación perduraría. Pese a que se separaron, el cariño se mantuvo, pero ella se rehusó a acudir al funeral del Ídolo del Pueblo.
El romance entre Lupita Torrentera y Pedro Infante comenzó cuando ella tenía 14 años y ya era reconocida en el mundo del espectáculo, pues se había convertido en una afamada bailarina de centros nocturnos y teatros.
Él se habría enamorado cuando Lupita se presentaba en el teatro Follies y en varias ocasiones habría intentado conquistarla, pero la madre de Torrentera hacía lo posible por mantenerlos alejados ya que no confiaba en las intenciones del histrión.
Luego de muchos intentos, el sinaloense logró conquistar el corazón de Lupita y el de su madre, por lo que comenzaron su noviazgo en 1945. Éste duró seis años, tiempo en el que tuvieron tres hijos: Pedro, Lupita y Graciela.
Mientras vivían felices como una familia, la bailarina se enteró de que Pedro era un hombre casado, lo que provocó que inmediatamente le pidiera que se separaran. Él, aunque no quería, terminó aceptando.
Ambos lograron reconstruir sus vidas; Lupita se casó con el actor León Michel, mientras que Pedro comenzó su noviazgo con Irma Dorantes.
Pese a que cada uno había formado una familia, la relación seguía siendo muy cercana debido a sus hijos, quienes siempre compartían varios días de la semana con su papá.
Lupita confesó que gracias a los detalles que Infante continuó teniendo con ella a pesar de su separación, su amor por él nunca dejó de existir, inclusive, llegó a decir que el Ídolo de Guamúchil fue el amor de su vida.
Es por ello que a la muerte de Pedro, Lupita no figuró en ningún periódico hablando sobre él, tampoco se le vio en el funeral del cantante o alguno de los homenajes que hicieron a su legado.
Esto provocó que surgieran rumores de que había asistido al último adiós del protagonista de Tizoc: amor indio disfrazada para que nadie la reconociera, o que no había querido ir porque lo detestaba.
No obstante, muchos años después de la muerte de Infante, cuando Torrentera asistió a una rueda de prensa por una de las inauguraciones del museo de Pedro Infante que su hija había montado, confesó que la única razón por la que no fue al funeral es que tenía miedo de que eso significara una falta de respeto a su matrimonio y afectara la imagen de su esposo.
Y es que para Lupita la muerte del Ídolo significó uno de los peores momentos de su vida, una gran tragedia. No podía contener las lágrimas porque al que alguna vez consideró el amor de su vida había muerto y para ella era preferible que la imagen de su matrimonio feliz con León se viera intacta.
Sin embargo, esto afectó gravemente a la bailarina, pues ya que no pudo despedirse de Pedro, solía leer los periódicos que había guardado porque hablaban de él y siempre rompía en llanto al recordar al actor.
Según reveló Lupita, cuando León llegaba a verla llorando de esa forma le decía: “Mejor me hubiera muerto yo, ¿verdad? Porque al que sigues amando es a él”.
Aunque ella sí amaba a su esposo, este tipo de comentarios causaron que su matrimonio comenzara a fracturarse, pues Michel no comprendió el cariño que sentía por los dos.
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