Luego de casi una década de mantener una fuerte enemistad, Jorge Negrete y María Félix formaron una de las más icónicas parejas de la Época de Oro del cine mexicano, pero este romance no habría sido posible sin la ayuda de Luis Aguilar, que hizo lo posible porque el Charro Cantor conquistara a La Doña.
Durante la década de los años 40 cuando María Félix y Jorge Negrete comenzaron a protagonizar una historia de odio, la cual inició debido a que sus fuertes personalidades se encontraron durante la película El peñón de las ánimas y a que desde meses antes la histrionisa había rechazado por primera vez al charro.
Para ambos se había convertido en un tormento trabajar juntos e intentaban no coincidir en evento alguno, pero cuando Negrete se separó de Gloria Marín nuevamente regresó a sus intentos por conquistarla, más de 10 años después de haber comenzado su enemistad.
Era 1952 cuando el guanajuatense comenzó a acercarse a La Doña, quien en un inicio lo vio despectivamente y no le gustó que intentara conquistarla, pues él había sido el primero en comportarse de forma grosera con ella luego del rechazo que sufrió.
En ese entonces Jorge se encontraba trabajando en la película Tal para cual, al lado de Luis Aguilar. Durante el rodaje de la cinta los cantante se volvieron cercanos, lo que le permitió a Negrete ser abierto con el Gallo Giro.
Durante una de sus conversaciones, el Charro Cantor le confesó a su compañero que estaba intentando conquistar a María Félix y siempre estaba buscando los mejores regalos para darle.
Ya había intentado con llevarle serenatas, lujosos regalos, cartas de amor e invitaciones, pero parecía ser que La Doña no estaba interesada en él.
Uno de los regalos que más le gustaba llevarle a María eran flores, pues era la forma que por excelencia le había funcionado en sus conquistas, rara vez una mujer se negaba a recibirlas, pero Aguilar se dio cuenta de que en el caso de Félix, éstas no servirían.
Luis confesó en una entrevista que ayudó a su colega a llamar la atención de la protagonista de Tizoc, pues al ser los dos de Sonora sabía los gustos que tenían sus paisanos.
Uno de los regalos más certeros que Negrete le entregó a María Bonita habría sido recomendado por Aguilar, pues él le aconsejó que no le diera flores a una sonorense, sino trompadas.
“Me acuerdo que en esa época yo le ayudaba ahí a Jorge porque andaba quedando bien con María Félix. Le decía: ‘Es sonorense, es como yo; no le regales flores, regálale trompadas, que son unos dulces de allá de Sonora, muy sabrosos. Me hizo caso, se las llevaba”
Luis Aguilar se sintió apreciado por el intérprete de ¡Ay, Jalisco, no te rajes!, pues le había hecho caso y, además, también fue feliz al saber que su consejo habría tenido buenos efectos, pues María no rechazó las trompadas.
Gracias a este tipo de detalles insistentes fue que, finalmente, Félix y Jorge comenzaron una relación que al poco tiempo escaló al compromiso y luego al matrimonio, pues ese mismo año llegaron al altar.
El 18 de octubre de 1952 se celebró la llamada “boda de siglo”, donde decenas de artistas y periodistas fueron testigos de cómo dos íconos del cine mexicano sellaron su amor en la hacienda Catipoato.
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