Neoyorquino de nacimiento, aunque con ascendencia danesa, Viggo Mortensen pasó gran parte de su infancia viviendo en Argentina. En ese tiempo se convirtió en un gran fanático del fútbol y en especial del club San Lorenzo. El protagonista de “Una historia violenta” es el tipo de hombre que se define a sí mismo como “ciudadano del mundo”. Una expresión muy usada en estos tiempos pero que en su caso es literal. Nació en Nueva York, creció en Chaco (al norte de Argentina) y, tras pasar su adolescencia en un pueblo de la frontera con Canadá, se mudó a Dinamarca. Allí trabajó como repartidor de harina, vendedor de flores, camionero o descargando mercancía en el puerto. Hoy vive en España por amor a una actriz.
Aprovechando la atención mediática de la edición 75º del Festival de Cannes por “Crimes of the Future” de David Cronenberg, título que forma parte de la Selección Oficial que competirá por la Palma de Oro, Mortensen dio a conocer qye se encuentra ahora inmerso en el que será su segundo trabajo como director, una película sobre amor y venganza, con guion -escrito durante el confinamiento-, dirección y producción propia, un proyecto que, ha admitido, sería más fácil vender a una plataforma, pero que aspira a estrenar en salas de cine.
“Creo que tengo una actitud sana hacia Hollywood. Pero por otra parte, si tuviera una actitud sana de verdad no trabajaría en esa industria en absoluto. Así que supongo que estoy un poco contaminado” reflexionaba en The Guardian. Esta actitud no le ha impedido conseguir tres nominaciones al Oscar, por “Promesas del este”, “Capitán Fantástico” y “Green Book”.
A su juicio, la pandemia que sufre el planeta “a la fuerza hace pensar y ser conscientes de que nos podemos infectar, sin saber qué va a pasar, porque la vida es incierta y, hasta cierto punto, es saludable aceptarlo, e intentar aprovechar al máximo cada día, puede sonar cursi, pero es así”. “Sabemos que podemos enfermarnos y morir en cualquier momento; nos puede atropellar un camión, es decir, puede pasar cualquier cosa en el día a día, aunque no vamos por la vida pensando en eso porque nos volveríamos locos”, apuntó el intérprete.
“Todavía pienso en la muerte cuando me despierto. Es lo primero que se me pasa por la cabeza”, confesó a The New York Times, y agregó: “Pero creo que eso es lo que me hace querer probar cosas”. Esta preocupación por el lado oscuro de la vida lo que llevó a su fascinación por el cine. Como reflexionó, las películas ofrecen un descanso de un mundo sombrío. “Las películas son luz y tiempo. Antes de que comience la película, hay oscuridad y no pasa nada”, reflexionó.
El susto de Peter Jackson en “El señor de los anillos”
Al filmar una memorable escena para “El Señor de los Anillos: el retorno del Rey”, Viggo Mortensen se salvó por poco de morir en una explosión. Como detalla el autor Ian Nathan en el libro “Anything You Can Imagine: Peter Jackson and the Making of Middle-Earth”, el trascendental discurso de Aragorn a sus soldados al pie de la Puerta Negra de Mordor fue filmado en un desierto de Nueva Zelanda utilizado para entrenamiento militar, lo que significaba que Mortensen estaba rodeado de municiones sin detonar.
Antes del rodaje, un equipo militar había designado un área segura para que el equipo de filmación pudiese hacer sus labores sin preocupaciones, lejos de las bombas. Los actores y los cientos de extras se acomodaran en sus lugares. Lo que nadie se esperaba es que Viggo se saliera del lugar seguro al salir montando a caballo para improvisar un poco. Se salió fuera de los límites, donde en cualquier momento pudo estallar con alguna de las piezas de artillería.
Nathan escribe que Jackson estaba nervioso por el rodaje de la impactante escena. “Jackson recuerda haber esperado la explosión”, escribió sombríamente el autor. Afortunadamente, Mortensen evitó este escalofriante destino ileso, aunque por poco.
Jackson despidió a Stuart Townsend tras dos semanas de rodaje de “El señor de los anillos”, así que llamó a Mortensen para ofrecerle el papel. El realizador le dio al actor 24 horas para decidir si quería volar a Nueva Zelanda el día siguiente y pasar allí 18 meses rodando tres películas consecutivas. Fue su hijo Henry (fruto de su relación con la cantante de punk Exene Cervenka), que entonces tenía 11 años, quien lo animó a lanzarse a la aventura.
Mortensen reconoció que dudaba de su capacidad para liderar aquella mega producción. “Se sintió como un desafío”, explicaba a The Independent. “Me habían contratado porque pensaban que podía hacerlo pero dentro de mí no estaba tan seguro”.
Durante el rodaje, Mortensen dormía a la intemperie en los bosques neozelandeses, iba a todos lados con su espada y rodó casi todas sus escenas de acción hasta el punto de que cuando le rompieron un diente pidió pegamento para colocárselo y poder seguir filmando.
El fenómeno de la trilogía convirtió a Mortensen en un sex symbol, un rótulo que no celebra en absoluto. “Para muchas personas ser una fantasía erótica es genial, es la mitad de las razones por las que se meten en este trabajo. Pero para mí no es excitante, porque al gente te mira pero no ve quién eres. Te conviertes en una posesión”, lamentaba el actor en diálogo con Esquire.
Mortensen saltó al estrellato gracias a su rol de Aragorn, pero esto no le impidió despacharse a gusto contra Peter Jackson por su abuso de los efectos digitales y su “caótica” dirección en una entrevista concedida a The Telegraph.
“Peter siempre fue un fanático de la tecnología pero una vez que tuvo los medios para hacerlo y la tecnología despegó realmente, ya no miró atrás”, aseguró Mortensen. “En la primera película los efectos especiales estaban en su medida, los actores interactúan en escenarios reales. En cambio, en la segunda y en la tercera parte, para mi gusto, comenzaron a ser excesivos”.
Y no terminaron aquí sus críticas a Jackson. El actor describió los rodajes como “un caos”. “Fue necesario volver a rodar, y lo hicimos, año tras año. Pero Jackson nunca habría recibido el dinero extra si la primera película no hubiera sido un gran éxito. Cualquiera que diga que sabía que tendría tanto éxito, no creo que diga la verdad”, sentenció.
Más tarde aclaró sus comentarios, insistiendo en que no odiaba las películas ni a Jackson. El actor explicó que gran parte de su éxito se lo debía al cineasta neozelandés. Dijo que sentía que los éxitos de taquilla de gran presupuesto sofocaban la creatividad: “Es solo una opinión. Siento lo mismo acerca de las películas de Batman”.
Su amor por la pantalla grande
La irrupción masiva de las plataformas para ver películas en dispositivos digitales no acabará con los cines tradicionales, a juicio de Mortensen. “Yo soy antiguo en eso, a mí me encanta ir al cine y perderme en el cine, en la oscuridad, cerca de otra gente que no conozco, para inspirarnos y sorprendernos con lo que vayamos a ver”, señaló el actor en una reciente entrevista con la agencia EFE.
Mortensen también afirmó que sin constancia ni sentido del humor no habría triunfado en el séptimo arte. Así lo confesó en el Festival de cine Lumière de Lyon (Francia), donde admitió que para abrirse paso en esa industria “hay que ser testarudo”.
El intérprete contó que, cuando se instaló en Nueva York a comienzos de los años 80, se presentó sin éxito a “unos 25 o 26 castings” para hacer películas. “En la mayoría llegaba a formar parte de los dos o tres finalistas y me decía: ya está, lo voy a conseguir. Y nada, me acababan ofreciendo papeles menores. Pero me presentaba pensando que si no funcionaba no pasaba nada’”, afirmó Mortensen. ”Hay que ser testarudo y no perder el sentido del humor. Si realmente quieres hacerlo lo conseguirás”, añadió.
Además de los frustrantes castings también recordó con grandes dosis de humor varias películas en las que rodó escenas que no formaron parte del montaje final al ser cortadas en la edición: “La Rosa Púrpura del Cairo” (1985), de Woody Allen, y “Chicas en pie de guerra” (1984), de Jonathan Demme.
”Mi agente me dijo que a Woody Allen le encantó mi interpretación y que todavía se estaba riendo pensando en una de las escenas. Seis meses después le dije a mi madre que no se perdiera el estreno y cuando la vio no aparecía ni en el filme ni en los créditos”, explicó Mortensen.
Demme le comentó también que le impresionó una de las escenas que rodó. Sin embargo, tampoco sobrevivió a la edición final y se enteró directamente al verla en las salas. ”Mi madre me llegó a decir si fumaba crack en Nueva York porque no aparecía en las películas que yo le decía que fuera a ver”, contó haciendo reír a toda la audiencia.
Mortensen, que recibió el Premio Donostia en el Festival de San Sebastián por su carrera como actor, se estrenó a sus 61 años como director con “Falling” (2020), un drama paternofilial sobre la demencia senil que, explicó, sufrieron sus padres y sus abuelos.
”Quería mostrar lo que me hicieron sentir y lo que aprendí de ellos. Nosotros pensamos que ellos están desorientados, pero en realidad somos nosotros los que lo estamos. Ellos viven en un presente diferente, en otro año, en un momento diferente del pasado simplemente”, señaló el artista de ascendencia danesa y que actualmente reside en España. Sobre su papel en esa película reconocía que aún arrastraba un poco del sobrepeso que había acumulado para ‘Green Book”, rodaje durante el que, contó, su pareja, la actriz española Ariadna Gil, lo apodaba “Gordensen”.
En 2015, murió la madre del actor. Dijo que verla desaparecer de la demencia fue doloroso, aunque trató de concentrarse en todos los recuerdos agradables que tenía de ella antes de su muerte. Dos años antes de su fallecimiento, habló con The Telegraph sobre las dificultades de ver la degeneración cognitiva de su madre. “Ella sabe quién soy, pero confunde las cosas”, dijo Mortensen, compartiendo que pensó que él estaba en las viejas películas de Hollywood que disfrutaba viendo en sus últimos días.
Un año más tarde, su padre también se estaba muriendo y se tomó un tiempo libre del trabajo para cuidarlo. Como señaló a la revista Esquire, dormía en la habitación contigua a su padre, vigilándolo con un monitor de bebé. Su padre murió en 2017.
Una cuidada vida privada
En 1987, Viggo se casó con la cantante punk Christene ‘Exene’ Cervenka, a quien había conocido en set de rodaje de la comedia “Salvation!’”. Un año más tarde nació el que sería su único hijo, Henry. Se separaron en 1998. El actor mantien una relación muy cercana con su hijo, pero ha admitido que el trabajo a menudo significa que no puede verlo tanto como le gustaría. Hablando con Esquire en 2006, recordó cuándo se perdió una lectura de poesía de su hijo debido a compromisos laborales, lo cual fue una experiencia particularmente angustiosa para él. “Simplemente me mató que no lo logré”, dijo, y agregó: “Era su maldito día”.
Según Vanity Fair, comenzó a salir brevemente con Lola Schnabel después de divorciarse de Cervenka, pero sus esperanzas de volver a encontrar el amor verdadero eran escasas. “Podría pasar”, dijo. “Siempre es lo que crees que no sucederá lo que sucede”.
En España, donde protagonizó “Alatriste” bajo las órdenes de Agustín Díaz Yanes, se enamoró de su compañera de reparto Ariadna Gil. “Ha habido momentos complicados” reconocería Gil, “ha habido paparazzis durmiendo en el portal de mi casa. Y al final, ¿qué? A Viggo y a mí nos pueden hacer una foto paseando al perro y ya está, porque no damos más. No hay noticia. No hay nada más que enseñar”.
En una entrevista para Esquire, el actor explicó que decidió mudarse a Madrid en 2009 “porque me enamoré de una mujer y ella vive allí”. Residir a más de 10 mil kilómetros de Los Ángeles podría parecer una declaración de intenciones de una estrella que nunca se ha dejado embaucar por Hollywood.
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