A Shelter In The Desert es una banda de la Ciudad de México con un largo historial dentro del post rock melódico, busca llevar al público nacional e internacional una experiencia sonora donde se verá obligado a enfrentarse con sus propios sentimientos, pensamientos o demonios a medida que fluyen las melodías, ritmos y armonías.
Su lanzamiento más reciente se titula Disharmonic, y es un adelanto de lo que será su siguiente propuesta de larga duración, álbum conceptual donde narrarán la historia de un personaje que tras descubrir que su vida carece de todo sentido, emprende un viaje onírico en busca de su individuación.
Es a lo largo de su nuevo sencillo donde dicho personaje es consciente del desarrollo de su propia personalidad, en discordancia con los arquetipos que se le ha impuesto a los humanos a lo largo del tiempo, y decide, entonces, enfrentarse a sus propios demonios.
Pero detrás de un argumento como este hay todo un desarrollo sonoro que parte del método ideado por Mauro de María, compositor argentino que desarrolló un sistema de composición de 18 dimensiones emocionales, donde los diversos instrumentos de la banda se agrupan en niveles de impacto capaces de hacerte sentir lo mismo tristeza que emoción, enojo, dolor, felicidad, etcétera.
En entrevista con Infobae México, el bajista del proyecto, Anuar Rodríguez, indicó que a pesar de contar con una base técnica como la descrita, hacen uso también de su propia subjetividad, al agregar en sus instrumentos vivencias personas, experiencias de vida o los sentimientos que recorren su cuerpo al componer.
Para entender mejor esta historia, es necesario adentrarse en la complejidad de su composición musical, y desnudar los elementos sonoros dentro de los que se desarrolla el curioso capítulo:
Disharmonic nos presenta una introducción ambiental, donde destacan los arpegios de una guitarra, acompañados de los ecuánimes armónicos del piano y el acompañamiento de una batería que si bien se muestra rabiosa, es apenas el comienzo de la salvaje explosión que tenemos unos pasos más tarde.
Luego le imprimen un poco más de ritmo a la situación, donde interactúan todos los instrumentos en armonía, y nos encaminan hasta los riffs de unas virtuosas guitarras que de a poco le dan paso a la distorsión.
El verdadero enfrentamiento, entonces, nos presenta guitarras realmente pesadas que rasgan incluso el metal, acompañadas de una batería a tope y un bajeo que deslumbra por la fortaleza que imprime al momento con fraseos fuera de la norma rocanrolera, añadiendo unos brochazos hasta jazzistas.
Finalmente, tenemos lo que el bajista de la banda llamó el momento más esperanzador del tema, donde el único protagonista es el piano con claras intenciones de relajación, acompañado de pronto por un diálogo de riffs al fondo, y tambores pacífico.
Pese a esta guía que intenta llevarte paso a paso a descubrir la realidad detrás de sonidos que podrían simplemente sonar “muy bien” a oído de un primer escucha, Anuar aclaró que se trata únicamente de arte conceptual en el que se conjuntan títulos, elementos gráficos y otros elementos con una intención que podría quedar abierto al público en turno.
“La música siempre será subjetiva y se sumará la experiencia de los demás. Sobre todo al ser instrumental porque cuanto tienes una letra tienes algo concreto, específico, y la introducción lo apoya, pero en nuestro caso, a pesar de que tengamos una interpretación e intención de las emociones que buscamos causar, es distinto para quien la escucha cada vez”, argumentó.
No podemos dejar de lado otros elementos que suman a la experiencia conceptual descrita por Anuar. La portada del sencillo es un símbolo celta con el que intentan representar el “alma, cuerpo y mente” en completa armonía como la referencia a la individuación de su personaje.
Adrián Terrazas, el peso pesado tras la producción
En otros aspectos, detrás del disco también viene la intervención de Adrián Terrazas-González, músico estadounidense de proyectos como The Mars Volta, Omar Rodríguez López y hasta colaborador de bandas mexicanas del tamaño de los jaliscienses de Troker.
Al respecto, aseguró Anuar que fue parte vital de la composición y ejecución de su música, al mostrarles el camino a seguir rumbo a la perfección de su forma de tocar, para elevar la experiencia sonora del escucha.
Además, grabaron en el estudio de Chocolate Films and Record del cineasta Alan Villareal, con lo que dejaron el homestudio para pasar a las experiencias dentro de las cabinas, aportando un sonido mucho más profesional a la experiencia.
Hasta el momento, no está definido el año, mes, día y hora del lanzamiento de su próximo disco, pero Erick, Oscar, Alejandro, Declan y Anuar tienen bajo el brazo lo que podría ser una de las mejores producciones del año a nivel nacional.
La mística de su primer sencillo, con elementos experimentales, progresivos, jazzísticos e incluso rocanroleros y metaleros, muestran un rango de versatilidad amplia e impresionante que dejan una sensación de querer más, mucho más de ellos.
Para conocer a fondo el trabajo de los mexicanos, están sus primeros discos Maze of Memories de 2012, y Pequeñas Hiroshimas de 2015, que servirán para calentar el terreno rumbo a su tercer álbum.
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