Meses antes de morir, el cantante y actor Pedro Infante escribió una carta a sus seguidores para alentarlos a ser mejores personas, pero también para adelantarles algunos de los proyectos que tenía en mente y revelarles secretos de su profesión.
Pedro Infante fue uno de los actores de la Época de Oro más cercanos a sus fanáticos, por ello es que en varias ocasiones escribió cartas para ellos, mismas que eran difundidas en diferentes periódicos.
La última misiva que redactó coincidió en que se trataba de un repaso por su vida. Fue el periódico Última Hora de Perú el que la publicó tan sólo tres meses antes del accidente que le quitó la vida. La carta la habría dejado en aquel país durante su última gira por Latinoamérica, la que marcó el final de sus días como artista.
El texto, que escribió en su máquina de escribir, comenzó con un “¡Qué húbole, mis cuates!”, frase con la que siempre saludaba a su público.
A lo largo de su carta habló sobre sus primeros años, en los que estuvo rodeado de precariedad, motivo por el que se vio obligado a trabajar y no terminar de estudiar la primaria.
Infante reveló que aprendió a leer y escribir luego de que se convirtió en actor, a los 24 años, porque quería comprobar a su público que todos eran capaces de cumplir sus sueños si es que se esforzaban.
Según compartió, sus primeras aficiones fueron la carpintería y la música, pues mientras a él le gustaba manufacturar muebles con madera, su padre le exigió aprender a tocar el violín y la guitarra porque se dio cuenta de que tenía “buen oído”, de ahí le nació el amor por los diferentes instrumentos.
También hizo un repaso por sus primeros años como músico en la capital mexicana, donde se hizo de gran fama dentro de los clubes nocturnos con su orquesta.
Durante sus descansos como músico en el Hotel Reforma, según relató, “con la ayuda de los chamacos comencé a leer”, pues sus compañeros le mostraban las letras de las canciones. Así, con sólo temas musicales, logró también escribir.
Antes de dominar las letras, Pedro ya había recibido la invitación de un productor para ser actor de cine, pero él se vio forzado a rechazarlo ya que no podría leer los libretos que le ofrecían.
Sin embargo, el mismo productor llegó meses después a buscarlo nuevamente y, en esa ocasión, sí aceptó. Así fue como llegó a interpretar su primer personaje en la pantalla grande, dentro de la película La feria de las flores.
Recordó algunos momentos graciosos de su carrera, como su incómodo primer beso para la pantalla grande o cuando actuó junto a María Félix en Tizoc: amor indio.
Una de las cosas que reveló en ese entonces fue que una de sus nuevos proyectos sería una película a la que lo había invitado el actor estadounidense John Derek. También había aceptado filmar una cinta en Europa junto a la histrionisa francesa Martine Carol.
Finalmente, terminó su carta pidiendo a sus admiradores que no pensaran en él como una celebridad, sino como un amigo que se había superado, pero que no olvidaba sus inicios en Sinaloa.
También los incitó a que estudiaran, pues gracias a eso él se abrió las puertas para el séptimo arte y logró convertirse en el artista que soñó ser desde que veía el cine abierto en su natal Guamúchil.
“Estudien. No soy una persona culta, ni hablo palabras bonitas; pero supe la necesidad de aprender a leer y escribir. Nunca es tarde para hacerlo”, se lee en su misiva.
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