Las estrellas de la Época de Oro que perdieron a sus hijos de forma trágica

A lo largo de la Época de Oro del cine mexicano estrellas como Pedro Infante, María Félix, Elsa Aguirre y Katy Jurado sufrieron la pérdida de alguno de sus hijos, viviendo un gran dolor que habría marcado sus vidas.

Elsa Aguirre

Entre las tragedias que vivió la protagonista de Cuidado con el amor, la que más le afectó fue la muerte del hijo que tuvo con su esposo Armando Rodríguez Morado, Hugo Rodríguez Aguirre.

Hugo nació en 1965, poco antes de que el matrimonio entre sus padres llegara a su fin debido al comportamiento violento de Armando y a que nunca lo reconoció como su hijo.

A sus 30 años, Hugo se encontraba en su automóvil cuando sufrió de un aparatoso accidente que le quitó la vida. Durante su último adiós Elsa acompañó a su hijo, de quien ha asegurado en diferentes entrevistas no olvidar la expresión de tranquilidad que tenía en la cara cuando murió.

La actriz confesó haber sufrido por muchos años del fallecimiento de su hijo, pues le fue difícil procesar su partida.

Reveló en el programa El minuto que cambió mi destino, Armando Rodríguez no la busco en el funeral de Hugo, pero sí después, sólo para decirle que no la podía olvidar. Ella simplemente le pidió que la dejara de molestar.

Katy Jurado

Víctor Hugo y Sandra fueron los hijos que Katy Jurado tuvo con Víctor Velázquez, su primer esposo. Su primogénito nació en 1944 y le dedicó gran parte de su tiempo a él y a su hija, inclusive, en varias ocasiones tuvo pequeños retiros de las cámaras para darles su tiempo a los niños.

Cuando la actriz se divorció de su primer esposo, decidió mudarse a Estados Unidos con la esperanza de encontrar una mejor educación para ellos y buenas ofertas laborales para ella, pero, aún así, su familia siguió visitando constantemente México.

Fue en 1981, cuando Katy se encontraba en la preproducción de en Barrio de campeones cuando recibió la noticia de que su hijo había sufrido un funesto accidente automovilístico en la carretera de Montemorelos, Nuevo León.

Jurado recordó que ese día ella se encontraba firmando un contrato y comenzó a llorar sin razón, antes de haber recibido la noticia. Después, en pruebas de cámara, su primo le echó en cara que no había querido oír qué le sucedió a su hijo, pero ya todos lo sabían; fue en ese momento que se enteró del fallecimiento de Hugo.

Debido al shock en el que entró la histrionisa, todos sus compañeros se preocuparon por estar junto a ella, pues entre más pasaban los días, ella más se quería alejar de todos. Hasta su muerte, no pudo superar el fallecimiento de Hugo.

Pedro Infante

La muerte de la primogénita de Lupita Torrentera y Pedro Infante, fue una de las más mediáticas del momento, pues ambos eran una de las parejas más polémicas de la época y la noticia fue impactante por la forma en que el Ídolo de Guamúchil lo sufrió.

Graciela Margarita fue la primera hija biológica del actor y con ella estaba cumpliendo su sueño de formar una familia con Torrentera, pero la felicidad no le duró mucho tiempo, pues la niña fue atacada por una enfermedad que terminó con su vida.

Antes de que cumpliera dos años, Margarita murió de poliomielitis, enfermedad que fue debilitando su pequeño cuerpo hasta acabar con su salud.

En su momento, Pedro no pudo llorar la muerte de su bebé por el shock, por lo que en la película Ustedes los ricos, en la escena de la muerte de Torito, fue su oportunidad para desahogarse desde su personaje.

María Félix

Enrique Álvarez Félix soñaba en convertirse un actor al nivel de su madre, María Félix, no obstante, antes de incursionar en el mundo del espectáculo, La Doña lo obligó a estudiar y convertirse en un reconocido diplomático, pero él se decidió por el entretenimiento.

Luego de haberse convertido en uno de los artistas favoritos de la pantalla chica al participar en telenovelas como Colorina y Marisol, Enrique murió el 24 de mayo de 1996 debido a un infarto al miocardio a sus 62 años.

María Félix se despidió de su hijo asegurándole que el “hilo” que los unía nunca se rompería, sólo era cuestión de esperar reencontrarse.

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