Juan Orol fue muy criticado por el cine que hizo y la forma en que se involucraba sentimentalmente con las actrices con las que trabajaba, pues se casó con las cuatro estrellas que lanzó en sus películas y triunfaron en el cine de rumberas.
Uno de los precursores del cine de rumberas y el cine negro fue Juan Orol, quien llevó al estrellato a María Antonieta Pons, una de las primeras mujeres que lo inspiraron para lanzar películas únicas como Siboney, aunque no fue con él con quien ella hizo sus filmes más importantes.
Orol y Pons se habrían conocido en La Habana, Cuba, lugar donde ella nació. Él era un apasionado del baile, así como ella, lo que los reunió en concursos de baile. Luego de conocerse por un tiempo, comenzaron un noviazgo que rápidamente avanzó a matrimonio.
Tras haberse casado, Orol la hizo debutar en el cine mexicano con la película Siboney (1938) y, pese a que tuvo éxito y comenzaron a buscarla otros cineastas, Juan quería que sólo probara suerte con él. Por tanto, comenzaron una gira juntos por Estados Unidos.
Cuando regresaron a México, nuevamente hicieron varias películas juntos, pero su relación comenzó a desmoronarse, por lo que en 1946 se divorciaron.
Orol no perdió el tiempo en el desamor y comenzó la búsqueda de su nueva musa en La Habana, donde no encontró a una sola bailarina que le llamara la suficiente atención como para convertirla en la nueva protagonista de sus películas.
Regreso a México dispuesto a seguir buscando a otra vedette, pero su representante lo contactó desde Cuba para avisarle que había encontrado a su mujer ideal, una joven que estudiaba danza y que también le gustaba cantar, Rosa Carmina.
El director regresó a La Habana y ahí conoció a la que sería la Reina de los Gángsters. Inmediatamente le ofreció un contrato por tres películas, que era el trato usual que se le daba a las jóvenes promesas del cine. Ella pensaba en negarse porque estaba comprometida, pero aceptó al ver que Orol estaba dispuesto a que ella se llevara a toda su familia a México y rodearla de lujos.
Cuando tan sólo tenía 17 años, Carmina debutó en México como histrionisa en la película Una mujer de Oriente. A partir de entonces ella también se convirtió en casi exclusiva de Juan, por lo que compartían todos sus días, lo que los llevó al noviazgo y luego al matrimonio.
Se casaron en 1949, pero, al igual que con Pons, la relación llegó a su fin en 1954, cuando Rosa ya no solo trabajaba para él y el cine de rumberas estaba llegando a su época de declive.
Luego de su divorcio, el director de Gángsters contra charros se sumergió en la búsqueda de su nueva musa, pero no tuvo que buscar mucho ya que se reencontró a una de las que era candidata a triunfar en su cine antes de que conociera a María Antonieta Pons, María Esquivel.
Mary, también cubana, se enamoró de Orol, se casó con él y regresaron a México para hacer cine juntos. La película más importante que tuvieron fue Zonga, el ángel diabólico. Su matrimonio duró de 1956 a 1964, divorciándose porque sus intereses ya no eran los mismos.
De nueva cuenta, Juan buscó una nueva musa, pero en esta ocasión no fue necesario salir de México porque uno de sus amigos cercanos le presentó a su sobrina, Dinorah Judith.
Dinorah tenía sólo 16 años cuando debutó en la película de Juan La maldición de mi raza. A partir de ese momento, ella también comenzó a hacerse de fama al lado del polémico cineasta y vivió el mismo destino que las otras musas de Orol: comenzaron un noviazgo y se casaron.
Fue con Judith se permaneció hasta su muerte. En 1988 Juan Orol falleció a sus 90 años.
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