“Soy feminista porque muchas mujeres increíbles me han hecho quien soy hoy”. Salma Hayek siempre soñó con ser una actriz de cine, pero también siempre tuvo en claro que no sería a cualquier costo. Cuando nadie quería escuchar lo que tenía para decir ya que solo la veían como una bomba sexual con un acento sexy, ella decidió que era momento de armar su propia carrera. Sabía que no era un camino nada fácil, pero tenía que hacerlo por ella y por sus compañeras. Desafiando el racismo y la misoginia que imperó durante décadas en Hollywood, logró convertirse en unas las actrices latinas más exitosas del mundo del entretenimiento.
Nació en una familia mexicana rica y culta. Su padre era un ejecutivo petrolero que una vez se postuló para alcalde de su ciudad portuaria de Coatzacoalcos; su madre fue una cantante de ópera que financió un programa de música para niños pobres. En 1991, ya siendo una estrella de telenovelas en su país, se fue a vivir a un hotel en Los Ángeles para protagonizar las historias que imaginaba de niña.
El momento de Hayek en Hollywood llegó en 1995 cuando el director Robert Rodríguez la eligió junto a Antonio Banderas para “Desperado”. Desde entonces, la actriz ha protagonizado numerosos éxitos de taquilla y recibió una nominación al Oscar en 2002 por “Frida”. Acaba de estrenar la esperada película de Marvel “The Eternals” junto a Angelina Jolie y Kit Harington, y “La casa Gucci” con Lady Gaga, Al Pacino y Adam Driver. Nada mal para una actriz que nadie quería contratar y que cuando recién comenzaba, sin importarle lo que podía suceder con ella, se mostró fuerte ante la intimidación.
Fue madre de Valentina a los 41 años y se casó 18 meses después con el magnate francés François-Henri Pinault.
Se describe a sí misma como una activista por las mujeres y una representante de la comunidad latina. Treinta años después de su llegada a Hollywood, a los 55, todavía está en el juego: “¡Y dijeron que no estaría trabajando después de los 35! jaja”.
Una estrella de telenovela desconocida en Hollywood
Hija de una cantante de ópera y de un empresario de origen libanés, Salma creció en una familia devotamente católica en Veracuz y tuvo una educación privilegiada. A pesar de su dislexia, se graduó de la escuela secundaria a los 15 años y su padre la hizo esperar un año antes de poder ir a la universidad. Fue durante este período de tiempo que decidió convertirse en actriz. Pero pasarían un par de años más antes de que tuviera el coraje de seguir la actuación como carrera. Después de dos años de estudiar ciencias políticas y relaciones internacionales en la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México, abandonó finalmente los estudios para perseguir su amor por el cine.
Con su madre fue una conversación fácil, pero a su padre no le fue sencillo aceptar el nuevo camino que había tomado su hija. “Dije, ‘Dejo la universidad’. Y se volvió loco. Y me dijo: ‘No, vas a tomar clases de actuaciones y vas a seguir con tus estudios’”, contó la actriz a CBS News en 2018. Pese a la negativa inicial, su padre es ahora su gran fanático: “Nadie está más orgulloso de mi carrera que mi padre”.
Hayek se convirtió rápidamente en una gran estrella de televisión en México, comenzando con su papel de Fabiola Ramírez Anthony en “Un nuevo amanecer” en 1988. Luego pasó a protagonizar la telenovela “Teresa”, durante 125 episodios en 1989. Pero la televisión no era su gran pasión, y decidió mudarse a Los Ángeles para trabajar en el cine. “Mi sueño no era ser una estrella de telenovela. Mi sueño era hacer películas”, remarcó. “Así que ser un extra en una película estaba más cerca de mi sueño. Tenía una comprensión clara de lo que amaba. Y amaba las películas”.
No sería hasta mitad de los años 90 que su vida daría un giro de 180 grados. Hayek estudió con Stella Adler a su llegada a los EEUU en 1991. Según una entrevista que concedió a Oprah Winfrey, sabía poco inglés, no tenía licencia de conducir y ni siquiera sabía que tenía que conseguir un agente, ya que la habían descubierto al azar en una calle de su país. Aún así, sabía que tenía que moverse para emprender su camino en Hollywood. “Quería hacer películas, y en ese momento en México, realmente no existía una industria cinematográfica”, le dijo a Oprah. “Entonces, ¿a dónde vas a hacer películas? Vas a la meca. También temía ser una muy mala actriz”. Si bien el público americano no sabía quién era Hayek a su llegada, ella ya contaba con el apoyo de sus fans latinos. Salma acudía a almuerzos de trabajo y era invisible para las personas importantes de la industria sentadas en el restaurante, pero luego salía a buscar su coche y los trabajadores se abalanzan hacia ella.
A los 25 años, descubrió que para los poderosos de Hollywood no era interesante. “Para conseguir un trabajo, debes tener un agente, pero para tener un agente, debes mostrarles un video de tus trabajos. Era tan ingenua que enviaba las cintas de mis telenovelas y elegía todas las escenas de llanto. Pensé que todo ese llanto realmente los impresionaría, pero la gente me miraba como si fuera un extraterrestre”, recordó.
Aunque ella está orgullosa de sus orígenes, su acento a veces ha sido una barrera en busca de oportunidades, según ha confesado. En declaraciones a la revista Vanity Fair, contó: “Hubo directores de estudios que me dijeron: ‘Podrías haber sido la estrella más grande de EEUU, pero naciste en el país equivocado. Nunca podrás ser una protagonista principal, porque no podemos correr el riesgo de que abras la boca y la gente piense en sus empleadas‘”.
Muchos actores lidian con el encasillamiento en Hollywood, y Salma no fue una excepción, perdiendo papeles debido tanto a su herencia latina como por su apariencia. Su belleza le terminó jugando en contra y empezó a tener trabajo como la sexy latina en películas de acción. En declaraciones a la revista Total Film el año pasado, la actriz contó que era común que los directores le dijeran que debía “hablar más rápido y tratar de sonar más tonta”.
Salma se convirtió en un símbolo sexual de la pantalla grande sin quererlo ni buscarlo. “Es bueno ser sexy, pero cuando eso es todo lo que pueden ver, no”, sentenció.´
Incluso cuando fue elegida para comedias románticas, Hayek todavía se sentía incómoda con la etiqueta de “bomba sexual”. En un momento, incluso se deprimió y pensó que eso nunca iba a cambiar. “Estoy embarazada y ni siquiera estoy desnuda en esa película, y todavía dicen que soy sexy“, le dijo a Oprah en una entrevista en 2003 en relación a “Un impulsivo y loco amor” (1997), película que coprotagonizó con Matthew Perry.
Cansada de la discriminación y de no poder dar su opinión, decidió poner en marcha una productora para proyectos para otras mujeres latinas. En 1999 lanzó su compañía audiovisual Ventanarosa, que lleva esa nombre por una ventana en la que se sentaba cuando era una niña soñadora desde la que miraba hacia el cielo e imaginaba historias. Lo hizo para marcar la diferencia. “Sería ridículo pensar que por ser latino no tienes lugar frente a la cámara a menos que seas un extra o un narcotraficante, o una empleada de limpieza o una prostituta. Y eso llevó mucho tiempo. Se necesitó mucha resistencia”.
Sexo y lágrimas con Antonio Banderas
La actriz admitió que la pasó muy mal grabando las escenas de sexo con Antonio Banderas en “La balada del pistolero”, su película consagratoria. El director y productor de la película, Robert Rodríguez, se convirtió en un factor importante en los inicios de su carrera. Posteriormente, Rodríguez eligió a Hayek en otras dos películas, “Cuatro habitaciones” y “Del crepúsculo al amanecer”, la que sigue siendo uno de sus papeles más recordados.
Salma recuerda la escena íntima con su colega español como una de las experiencias más traumáticas que ha tenido que vivir dentro de la industria del cine. En una entrevista en el podcast “Armchair Expert”, la actriz contó que la escena de amor no estaba en el guion original, y solo se exigió cuando el estudio notó la química entre ellos.
Aunque el set estaba cerrado y Banderas fue muy respetuoso con su compañera, Hayek encontró toda la situación como una verdadera pesadilla. Salma contó con todo el apoyo de los involucrados, pero esto no impidió que las emociones la llevaran al borde del colapso. “Yo nunca había hecho algo de ese tipo así que cuando íbamos a empezar a grabar comencé a llorar. Me tomó ocho horas en lugar de una hora. Casi me despiden”, reveló la actriz a casi 25 años del estreno de una de las películas que la lanzaron al estrellato.
El drama no terminó ahí para Hayek, ya que también lo pasó mal cuando la película llegó a los cines. Cuando se proyectó la famosa escena la noche del entreno, la actriz se levantó de su butaca, salió de la sala y obligó a su familia a hacer lo mismo.
Salma también sufrió el acoso y abuso de poder de Harvey Weinstein mientras intentaba cumplir su sueño de llevar a la pantalla grande la historia de la artista mexicana Frida Khalo. Lo contó la propia actriz en un nota de opinión para The New York Times en 2017. “Lo único que él notaba era que no me veía sexy en la película. Me hizo dudar si siquiera era buena actriz pero nunca logró hacerme pensar que la película no merecía filmarse”, relató. “Me ofreció una opción si quería continuar. Me dejaría terminar el filme si acordaba tener una escena de sexo con otra mujer. Y demandó que hubiera desnudez total frontal”.
“Me quedó claro que nunca me dejaría terminar la película sin cumplirle su fantasía, de algún modo u otro. No había cómo negociar. Tuve que decir que sí (...) Estaba en el set ese día que íbamos a grabar la escena que pensaba iba a salvar la película cuando, por primera y última vez en mi carrera, me derrumbé. Mi cuerpo empezó a temblar incontrolablemente, me quedé sin aliento y comencé a llorar. No era porque iba a estar desnuda con otra mujer. Era porque iba a estar desnuda con otra mujer por Harvey Weinstein”, escribió en artículo para el periódico, en el que también dijo que creía que Weinstein nunca la abusó porque era amiga de personas como Robert Rodríguez, George Clooney y Quentin Tarantino.
Romances y la historia de amor con un magnate
Aunque Salma tuvo muchos pretendientes fueron pocos los que lograron conquistarla. Con su indiscutible belleza y su magnética personalidad, la actriz logró robarle el corazón a varios galanes de Hollywood. Pero el verdadero amor llegaría a su vida de la forma menos esperada: en medio de una sala de arte.
A inicio de los 90, tuvo un romance con Julio César Chávez, uno de los mejores boxeadores del mundo en ese momento. Aunque ellos siempre lo negaron. Recientemente, con todo el furor que causó la serie de Netflix sobre Luis Miguel, se revivió la vez que el cantante apareció de la mano con Salma en los premios Oscar en 1997. Pese a que toda la prensa se preguntó si eran pareja, ellos han dicho siempre que eran buenos amigos.
Mientras Salma filmaba la película “El Jorobado” a finales de 1997 conoció al actor inglés Edward Atterton, y pese a que no se los mostraron mucho juntos, se sabía que ambos estaban muy enamorados. Sin embargo lo que más se recuerda es cuando un reportero le preguntó a Salma por su relación y ella respondió: “¿Quieren que se los diga a gritos?... ¡Terminamos!”. Después de dos años, romance había llegado a su fin en septiembre de 1999.
Tras terminar con Courtney Love, viuda de Kurt Cobain, Edward Norton se enamoró de Salma. Los actores tuvieron una larga relación que se extendió desde 1999 hasta el 2003 e, incluso, trabajaron juntos en la película “Frida”. La actriz tuvo que enfrentar los embates de Harvey Weinstein que le exigió recaudar diez millones de dólares para financiación y reescribir el guion. Norton se puso el proyecto de su novia al hombro y escribió un nuevo libro. Se especuló que podrían formalizar su relación, sin embargo eso nunca pasó. Sin filtro, Love dijo que no podía ver a su ex casándose con la mexicana porque “él apenas podía entender la mitad” de lo que ella decía.
Poco después de terminar su relación de cuatro años con Norton, Salma mantuvo un romance fugaz con el protagonista de “Sweet Home Alabama” (”No me olvides”), Josh Lucas, con quien se le vio en eventos públicos. Pero ese noviazgo no duró mucho.
En abril de 2006, la mexicana fue la invitada de honor de la poderosa familia Pinault en la inauguración del Palacio Grassi en Venecia, Italia, que albergaba la colección de arte de su nuevo dueño: el magnate de la moda François-Henri Pinault.
Hijo de uno de los hombres más ricos de Francia, Pinault tiene una fortuna valuada en más de USD 30.000 millones y está a cargo del conglomerado francés Kering, que controla marcas como Alexander McQueen, Yves Saint Laurent o Gucci.
Según ha contado Salma, el flechazo fue instantáneo. Ambos se sentaron juntos en la cena posterior a la inauguración y desde ese momento ya no se separaron. Al día siguiente, el magnate hizo que le compraran todas las películas protagonizadas por Salma. Fue tan arrasador el sentimiento que tenían el uno por el otro, que no pudieron evitar estar juntos.
Casi un año después de comenzar su relación, anunciaron su separación mientras la prensa europea se regodeaba con infidelidades de Pinault. Durante ese tiempo separados, el empresario mantuvo un noviazgo público con la modelo canadiense Linda Evangelista. De esta fugaz relación nació un niño llamado Augustin, por quien Pinault y Evangelista emprendieron una dura lucha legal que terminó por ganar la ex top model.
A pesar de la historia paralela del francés, Hayek y él no dejaron de verse y encontrarse. El 21 de septiembre de 2007 Salma dio a luz a su única hija, Valentina Paloma Pinault-Hayek, mientras que, además de Augustin, Pinault ya tenía otros dos hijos, François y Mathilde, de su matrimonio pasado con la empresaria Lily Rivera Caballero. Retomaron su relación haciendo cuenta nueva, Salma siguió firme en su deseo de continuar su carrera, lo que provocó una nueva ruptura. Ella se dedicó a la crianza de su hija, mientras Pinault disfrutaba de su nueva pareja: la jinete de caballos Virginie Couperie. Para muchos fue la ruptura definitiva de la pareja. Sin embargo, para 2008 ya estaban de nuevo juntos.
Si bien Salma siempre quiso casarse, no siempre estuvo segura de que estuviera en sus cartas. “Hubo ocasiones en las que tuve que aceptar emocionalmente el hecho de que tal vez nunca me casaría”, dijo a la revista Redbook. “Y empecé a sentirme cómoda con eso”.
Finalmente y contra todo pronóstico, la boda religiosa se ofició el 26 de abril de 2009 en el Palazzo Grassi de Venecia, en el mismo lugar donde tres años atrás la pareja se había conocido, mientras que la celebración tuvo lugar en el Teatro La Fenice, uno de los teatros de ópera más famosos de Europa. Dieron el “sí, quiero” frente a rostros conocidos como Javier Bardem, Penélope Cruz, Charlize Theron, Edward Norton, Bono y Anna Wintour.
Desde entonces, la pareja no se ha vuelto a separar y gozan de un amor estable y tranquilo.
En 2018, Pinault sorprendió a Salma con la propuesta de renovación de votos, con una ceremonia íntima y sencilla en las playas de Bora Bora. “Yo hubiera escogido otro vestido pero me dijeron que íbamos al spa”, compartió la actriz a través de su Instagram.
“Es el mejor marido del mundo”, señaló. Hayek conoció a Pinault cuando tenía 39 años, pero está agradecida de que haya llegado tarde a su vida, porque para entonces ya se conocía a sí misma. Lo mismo ocurrió con ser madre a los 41 años. “Creo que soy mejor madre porque la tuve tarde”, afirmó. “Pero me canso. No voy a mentir”.
También cree que la ayudó haber tenido a Valentina después de encontrar el éxito profesional. “Es doloroso tener hijos porque estás preocupada 24 horas al día, 7 días a la semana, te juzgas a ti misma 24 horas al día, 7 días a la semana, y te juzgan 24 horas al día, 7 días a la semana”, sentenció. “Si tienes sueños profesionales es más fácil criar hijos una vez que has tenido la suerte de establecer tu carrera. Entonces no estás tan distraído”.
Sin embargo, 12 años después de su boda, todavía hay quien cuestiona su amor. “Muchos están sorprendidos de que me haya casado con quien me casé. Y algunas personas están incluso intimidadas ahora por mí. Pero esa es otra forma de mostrar el racismo. No pueden creer que esta mexicana tenga esta vida, y se sienten incómodas a mi alrededor”, sentenciaba la actriz en un artículo publicado para la revista Town & Country.
Hayek está tan feliz con su matrimonio que ni siquiera le importa lo que diga la gente. “Cuando me casé con él, todos decían: ‘Es un matrimonio arreglado, ella se casó con él por dinero’”, recordó Hayek en el podcast “Armchair Expert”. “Yo digo, ‘Sí, lo que sea, piensa lo que quieras’. Quince años juntos, y estamos muy enamorados, y ni siquiera me ofende“.
Ella se siente “afortunada de tener cuatro hijos, una gran familia y una carrera ... todavía”.
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