Jorge Negrete se caracterizó por ser una persona que cuidaba mucho de su imagen y que le gustaba ser simpático con su público, sin embargo, una parte no tan notoria de su vida personal es que también se distinguió entre sus colegas por ser muy supersticioso.
Desde muy joven Jorge Negrete fue una persona a la que le gustaba ser extremamente cuidadoso con su forma de vestir, su peinado y su porte, razón por la que conquistó a miles de mujeres alrededor del mundo.
Era un aspecto del cual le gustaba vanagloriarse, pues sabía que a la gente le agradaba tener a un ídolo que se preocupara tanto por verse bien. Sin embargo, también existía otra faceta del Charro Cantor, la cual no compartía de forma pública de forma tan fácil, sino que la reservaba sólo a las personas que lo rodeaban y llegaban a darse cuenta de su comportamiento.
El fotógrafo Raúl Corrales, antes de dedicarse a la profesión que lo llevó al éxito, fue parte del ballet del protagonista de ¡Ay, Jalisco, no te rajes! cuando visitó Cuba en 1944, por ello fue testigo de que Negrete, además de ser una persona muy pulcra en todos los aspectos de su vida, también fue muy supersticioso.
En una entrevista, el fotógrafo reveló que como encargado del vestuario del cantante y también como su confidente, pudo ver esta parte crédula que pocos conocían del Charro.
Una de las anécdotas que recordaba es que la primera vez que visitó Cuba, Jorge Negrete se hospedó en el Hotel Nacional, uno de los lugares más legendarios de este país. Sin embargo, el actor sólo se quedó en este hotel una vez y decidió nunca más volver a pisarlo, pues su hermano contrajo pulmonía en esa ocasión, lo que automáticamente convirtió al albergue en símbolo de mal agüero.
Así habrían sido varias cosas y lugares que habrían sido tachadas por el guanajuatense por haber tenido una mala experiencia y vincular a estos sucesos con lo que lo rodeaba, pero ninguna mala vivencia se comparaba a la tragedia de tener que hacer una presentación o trabajar en un rodaje sin su amuleto de la suerte.
Según recordaba Corrales, algo de lo que no podía separarse nunca Jorge era una bolsa con medallas de diferentes personajes del catolicismo, principalmente de Vírgenes. “Llevaba siempre consigo una bolsita de medallas donde convivían las imágenes de la Virgen del Carmen, la de la Caridad, la de Guadalupe… Jamás la soltaba”, dijo en entrevista.
Y es que sin esta bolsa el Charro Cantor se sentía renuente a hacer cualquier show, pues no concebía el hecho de tener que actuar frente al público sin su amuleto de la buena suerte, pues antes de salir al escenario, meditaba por un tiempo para finalizar persignándose y meter las medallas en su traje.
En una ocasión, cuando Negrete tuvo que partir de Cuba a España, se le olvidó la bolsa y desesperado llamó al fotógrafo pidiéndole que la buscara hasta por la tierra si era necesario, sus medallas tenían que estar con él antes de que tuviera que hacer cualquier otra cosa.
“Corrí entonces a la carpeta del hotel Sevilla y allí estaba, en un pantalón olvidado. Fui hasta el aeropuerto y se la di al capitán de una aeronave que volaba a Madrid. Para el hombre fue un honor llevar el encargo y me imagino que Jorge debió recompensarle muy bien porque era un hombre muy generoso. Luego volvió a llamar y me dijo: ‘Corrales, ¡ya estoy entero! ¡Tengo en mis manos la bolsa!’”, recordó.
Se dice que el intérprete de Allá en el rancho grande tampoco podía viajar en avión si era martes, por lo que siempre previó que sus vuelos no cayeran en ese día.
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