La televisión mexicana ha estado plagada de programas que dejaron huella a lo largo del tiempo. A pesar de la incontable cantidad de shows existentes hasta el momento, si de un “rey” podemos hablar sería de Roberto Gómez Bolaños, el creador de El Chavo del 8.
No obstante, no fue el único personaje que desarrolló. Siempre se recordarán aquellas aventuras de un niño que vive en una vecindad plagada de problemas, aunque también estará en la memoria de generaciones el super héroe mexicano, vestido de rojo y amarillo, o ese simpático doctor distraído que jamás soltó su bolsa de papel.
Todos ellos, a pesar de sus diferencias, tenían siempre algo en común. Sus nombres. Y no es porque todos se llamaran igual, sino que las iniciales eran las mismas: “ch”. Ni siquiera Gómez Bolaños se salvó de esta situación, pues su sobrenombre, Chespirito, también empieza igual.
Esta coincidencia generó una duda que muchos han tenido a lo largo de las décadas, ¿por qué los personajes de Chespirito inician con “ch”? ¿Algún tributo quiere rendir? ¿Es su letra favorita? Pues tiene un trasfondo mucho más fácil de explicar, aunque igual de impresionante.
El origen de CH
Antes de la fama que generó con sus programas, Roberto Gómez Bolaños fue guionista de diversas series y películas, como Angelitos del Trapecio, Vagabundo y millonario, El dolor de pagar la renta y Fray Dólar.
Su talento era indiscutible. Durante toda su vida realizó al menos una treintena de guiones, sin contar los de sus programas propios. Debido a ello, el cineasta Agustín Delgado señaló que escribía tan bien como William Shakespeare.
De esta manera, convirtieron el apellido del dramaturgo en diminutivo para comenzar a llamarlo “Shakerpearito”. En un momento, Gómez Bolaños decidió castellanizarlo aún más para darle origen al sobrenombre que, por más de 40 años fue reconocido internacionalmente: Chespirito.
“Me lo puso entre un director y un productor de cine, que fueron los primeros que llevaron a la pantalla grande un argumento escrito por mí, les gustó mucho y me alabaron, me elogiaron, me dijeron que era yo un Shakespeare pequeño, pero yo lo castellanice más y así quedó el nombre”, expresó el también dramaturgo.
Poco tiempo después de esto, comenzó a crear sus propios personajes, como el Chapulín Colorado, el doctor Chapatín, el Chompiras o Chaparrón Bonaparte. Al inicio, todo fue coincidencia con el inicio de sus nombres, pero con el paso del tiempo decidió que ese sería su sello de identidad, así que gracias a ello, todos comienzan con “ch”, como él.
Claro que su éxito no se dio por sí sólo, tuvo personas detrás que le ayudar cuando surgió. Chespirito no se llamaba así, sino Chespirotadas. Debe su origen a un programa semanal que se transmitía en la televisión mexicana durante los primeros años de la década de los 70: Sábados de la fortuna. Oportunidad que fue una casualidad, según narró Gómez Bolaños durante una entrevista.
Quien le ayudó a iniciar su camino fue un productor llamado Sergio Peña, quien le dijo: “Tengo un programa, se llama Sábados de la fortuna. Tengo dos espacios de diez minutos, te los doy para que hagas todo lo que quieras”. A partir de ese momento, empezó a hacer en uno de esos espacios un sketch que se llamaba La mesa cuadrada, una burla de las mesas redondas. Tuvo tanto éxito que le dieron un programa completo.
A lo largo de su trayectoria en la televisión, el programa de sketches misceláneos acumuló 300 millones de espectadores en todo el globo terrestre, según la página oficial del comediante. Lo demás es historia.
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