María Félix se caracterizó por ser una mujer con gustos extravagantes y lujosos, ya sean las joyas, el arte o la ropa de reconocidas firmas, pero además sentía una gran pasión por los caballos.
Entre las vivencias que compartía María Félix acerca de su juventud en Sonora, la actriz dijo que toda su familia estaba acostumbrada a cabalgar caballos, pues había crecido en el rancho de El Quiriego. Una de sus anécdotas recordaba que ella era tan cercana a estos animales que tenía la facilidad de hacer acrobacias encima de ellos, como toda una escaramuza.
En una entrevista en la que La Doña hablaba acerca de su gusto por los caballos, se remontó a cuando pasaba días enteros con su hermano Pablo. Los dos solían montar a caballo juntos, esto lo hacían con el fin de poder jugar un poco y practicar sus talentos.
Tanto María como Pablo, mientras viajaban de rancho a rancho, hacían una acrobacia que se llama paradas indias, es decir, a gran galope se cambiaban de montura, explicó la actriz. Aunque había dejado de hacerlo cuando su hermano falleció, continuó practicando otras acrobacias cuando tuvo la posibilidad de adquirir toda una cuadra de equinos.
Félix decidió dejar su rancho para llegar a la Ciudad de México, en donde se convirtió en una reconocida actriz y nunca le faltaron los pretendientes, entre los que estuvo Alex Berger.
Berger fue un banquero francés, se conocieron cuando Agustín Lara, quien era esposo de María, fue a tocar en una fiesta de la embajada de Francia. Ahí se conocieron, pero no comenzaron una relación sentimental hasta la muerte de Jorge Negrete.
Durante los 18 años que estuvieron casados, la protagonista de Doña Bárbara compartió con el francés su pasión por los caballos, pues él también sentía gran afinidad hacia estos animales y la equitación, por lo que fue dueño de los mejores equinos de Francia.
El banquero puso a nombre de Félix una cuadra de hasta 87 caballos, siendo una de las más cuantiosas de Francia. Todos los animales tenían nombres mexicanos como Pancho Villa, Zapata, Río Escondido, otros eran palabras altisonantes como Chingo y Verga, y no podían faltar los que le rendían homenaje: Doña Bárbara, Doña Diabla y María Bonita.
Sus favoritos fueron Nonoalco, Caracolero y Malacate, sus preferidos para las competencias. La actriz llegó a ganar el Gran Derby francés del Jockey Club, el Gran Derby de Irlanda, el Prix Round Point y el Steeplechase de París, por mencionar algunas de las competiciones en las que participó. Estos logros los obtuvo cuando Berger falleció y ella se hizo cargo de todos los equinos.
La protagonista de La generala se presentaba en los hipódromos entre aplausos con su traje ecuestre exclusivo diseñado por Hermès. La Doña se convirtió en favorita de los espectadores que también apostaban, pues durante una época no existía duda de que ella sería quien vencería a todos.
“No estoy presumiendo de nada, yo fui la reina de los hipódromos, la gente me apostaba a mí”, expuso en entrevista con Ricardo Rocha.
De entre todos, Nonoalco fue su gran compañero, sin embargo, se lesionó y ella hizo lo posible por hacer que recobrara su fuerza y talento. Cuando lo logró, decidió venderlo en USD 3 millones 300 mil, que fue el más caro de todos.
Con el paso de los años y sin su esposo, María Félix decidió vender a toda la cuadra, pues aunque estaba ganando muy bien con las competencias que ganaba, eso no era suficiente para mantener a tantos animales pura sangre.
En una ocasión La Doña aseguró que su vínculo con los caballos era tan fuerte que se comunicaban con ella en sueños, pues en una ocasión los habría salvado de un incendio en las caballerizas gracias a una “llamado” de auxilio de los animales por la noche.
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