Pedro Infante fue uno de los primeros actores de México en interesarse por mejorar su aspecto físico para lucir atlético, por lo que nunca fue un secreto que durante unas horas de su día a día se ejercitaba de distintas formas, ya sea en su casa o en algún parque.
El llamado Ídolo de Guamúchil llegó a interpretar a varios papeles de hombres que por su profesión eran forajidos, pues él era dueño de un cuerpo que había trabajado desde su juventud.
Según se ha registrado en libros, desde pequeño, el sinaloense se sintió atraído por los cuadriláteros, por tanto, no era extraño verlo divirtiéndose con sus hermanos mientras jugaba a ser un gran pugilista, y así fue como comenzó a modelar su cuerpo. De hecho, una de las primeras actividades por las que recibió una remuneración económica fue arriba de un ring, aunque era un niño y no le fue nada bien.
Además de la pasión que sentía por la lucha cuerpo a cuerpo, el cantante siempre se apegó a su fiel bicicleta. Según escribió María Luisa León en su libro, desde su llegada a México y debido a sus bajos recursos, Infante siempre se trasladaba en dos llantas y lo disfrutaba mucho. Incluso cuando llegó a coleccionar motocicletas y comprar automóviles de lujo, no se despegó de su bicicleta.
Pero Pedro se tomó muy en serio el deporte cuando la competencia en pantalla fue aumentando, pues tenía colegas que se estaban volviendo populares entre el público femenino por su galanura. Actores atractivos como Jorge Negrete hicieron que el actor se creara inseguridades y las solucionó esforzándose en las actividades físicas.
Su esposa también describió que el intérprete de Historia de un amor todos los días, a las 5:00 horas se despertaba muy puntual para dirigirse al Bosque de Chapultepec. Ahí se dedicaba a correr por unos minutos y también remaba por el lago.
Cuando terminaba su rutina fuera de casa, regresaba y continuaba con más ejercicios, pues ahí tenía montado un pequeño gimnasio que consistía principalmente en pesas; a este lugar lo habría llamado “El Ratón”. En la comodidad de su hogar en Cuajimalpa hacía alrededor de dos horas seguidas de levantamiento de pesas. Irma Dorantes aseguró que el actor hacía ejercicio con la misma pijama con la que dormía y sin ropa interior. Al terminar su ardua sesión de ejercicio con una ducha.
En su casa también tenía un boliche y disfrutaba con sus amigos jugando billar, aunque estas actividades las hacía por mero placer.
Aunque en un principio el protagonista de Los Tres Huastecos cuidaba su cuerpo porque se divertía haciéndolo y por pura estética, pues buscaba verse siempre bien, decidió no dejar el deporte ya que fue diagnosticado con diabetes.
Pese a los cuidados que mantenía para lucir en su mejor forma, Silvia Pinal reveló que Infante sentía gran inseguridad por sus piernas, por lo que no le gustaba mostrarlas ya que las veía muy delgadas y siempre intentaba que el público sólo se fijara en su aspecto de la cadera hacia arriba.
No todo eran inseguridades para el actor, pues Gabriel Figueroa, el encargado de la fotografía en Dos tipos de cuidado, reveló que durante el rodaje de la cinta se dio cuenta de que Pedro en sus descansos se dedicaba a comer o a retar a quien se le cruzara para hacer fuercitas, o vencidas, encima de cualquier mesa.
El Ídolo del Pueblo estaba tan seguro de que ganaría a el que lo enfrentara porque su principal orgullo era la fuerza que tenía en los brazos, incluso, hacía apuestas con sus contrincantes así ganaba dinero.
Se dice que el sinaloense también era fanático del beisbol, por lo que jugó con un tiempo con los Venados, el equipo de su estado natal, sin embargo, nunca se registró esto en imagen.
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