Este sábado se cumplen seis años de los atentados terroristas perpetrados en París por yihadistas del Estado Islámico (ISIS). Los mismos, que se llevaron a cabo en distintos puntos de la ciudad, dejaron un saldo de 130 muertos y unos 350 heridos. El primer ataque tuvo lugar en las afueras del Stade de France (Estadio de Francia) en Saint-Denis mientras la selección gala de fútbol y Alemania disputaban un partido amistoso. Luego se sucedieron una serie de tiroteos y explosiones suicidas en diferentes bares y restaurantes de la capital francesa, que culminaron con la feroz masacre en la sala de conciertos Bataclan, donde la banda estadounidense Eagles of Death Metal brindaba un show para unas 1.500 personas. Esta serie de atentados, de tintes cinematográficos, fue retratada en “13 de noviembre: Terror en París”, una miniserie documental imperdible de Netflix estrenada en 2018 que cuenta, en la voz de sobrevivientes, políticos, bomberos y policías, los detalles de la noche más trágica de la historia reciente de Francia.
La fuerza de la miniserie está en los testimonios a cámara de todos aquellos que de una u otra manera sufrieron en carne propia los ataques. La falta de imágenes de los tiroteos y las explosiones se suple con los potentes relatos de personas que ese viernes por la noche habían salido a tomar un trago en una típica terraza parisina o asistido a un concierto en el mítico Bataclan. Con cada palabra logran recrear los momentos de terror que vivieron. En algunos casos fueron apenas segundos, pero los describen como si hubieran durado una eternidad. El denominador común en sus testimonios es el instinto de supervivencia y la voluntad de solidaridad. Porque todos coinciden en que lo más importante era salir con vida, pero al mismo tiempo revelan que no podían mirar para otro lado y olvidarse a quienes dejaban atrás, en muchos casos personas totalmente desconocidas hasta ese fatídico viernes 13.
Todos los relatos erizan la piel, pero sobre todo aquellos de personas que vieron morir a seres queridos frente a sus ojos. Tal es el caso de Gregory, el dueño del restaurante La Belle Équipe (uno de los puntos atacados por los terroristas), que se lamenta frente a cámara que su esposa Djamila estuviera en la terraza y no dentro del local cuando comenzaron los disparos con armas automáticas. También conmueve Cyril, un joven que aún siente culpa de haber sido él quien sobreviviera en el Bataclan y no su pareja Claire.
Los bomberos y policías también brindan detalles de esa noche y son merecidamente reconocidos en el documental por su heroísmo en las tareas de rescate y asistencia. Pese a estar entrenados para afrontar situaciones críticas, coinciden en que jamás habían experimentado algo similar. Cuentan que el impacto mayor fue encontrarse con sangre por todos lados y pilas de cadáveres en los lugares de los hechos. “Es una guerra en medio de París”, dice uno de los bomberos.
El ex presidente francés François Hollande ofrece su testimonio en su rol de mandatario y también como asistente al partido en el Stade de France. El líder socialista disfrutaba del encuentro entre su selección y Alemania cuando fue interrumpido por uno de sus guardias de seguridad que le alertó sobre las detonaciones en las afueras del estadio. Hollande revela que sus agentes le aconsejaron abandonar el partido en silencio ante el temor de que el anuncio sobre lo que estaba sucediendo en las adyacencias del campo generara pánico en los 72 mil espectadores. Además, entendieron que todos estaban más seguros allí que afuera. Impacta ver la reacción del defensor francés Patrice Evra en medio del partido cuando se escucha la segunda detonación de la noche. El encuentro continuó y las autoridades decidieron no comunicar nada a los asistentes hasta el final del mismo para evitar el pánico y el riesgo de una avalancha humana.
La miniserie en ningún momento toca cuestiones políticas. Los atacantes son llamados terroristas y no se hace mención alguna a sus orígenes ni a su afiliación al Estado Islámico. Evidentemente, los creadores del documental, los hermanos Jules y Gédéon Naudet, decidieron escaparle a la polémica que podría haber generado en la opinión pública una producción en la que se expone los horrores que son capaces de cometer los miembros de organizaciones fundamentalistas islámicas. Por eso también les pidieron a los entrevistados que únicamente se refirieran a los agresores como terroristas. “No podemos lanzar a los terroristas lo mismo que ellos a nosotros, más bombas, más balas, más terror. Queríamos mandar un mensaje de amor y humanidad. No hay nada que desarme más en frente de las balas que alguien que no tiene emociones malas en su contra”, declararon en una entrevista con el diario El País de España.
Los Naudet son sobrevivientes de los atentados a las Torres Gemelas en 2001. El 11 de septiembre de aquel año, mientras filmaban un documental que seguía la vida de un bombero en Nueva York, se encontraron inesperadamente en medio del peor ataque terrorista de la historia. Con sus cámaras lograron captar impactantes imágenes que luego recopilaron para su película 9/11. “El hecho de que seamos supervivientes del 11-S nos ayuda a procesar que, en el momento en el que estás viendo el lado más horrible de la humanidad, también sale a flote lo mejor. Quizá es una visión muy naif e inocente, sí, pero como alguien que lo ha vivido en primer término, esa idea me da fe y energía cada día cuando me levanto por la mañana. Es algo que necesitas para reconectar con la humanidad”, dijeron a El País.
Hoy, a seis años de los atentados en París, los tres episodios de la miniserie de Netflix ayudan a no olvidar lo ocurrido y sirven para tener presente y rendir homenaje a todas las víctimas del terrorismo.
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