Jorge Negrete se convirtió en una de las voces favoritas del cine mexicano durante sus años de fama, pues fue él uno de los primeros en cautivar a gran parte del continente americano con su carisma y talento, tanto en la actuación como en el canto. Por tanto, mujeres se desbordaban por él y hombres celosos lo abucheaban en cada país en el que se presentaba.
El llamado “Charro Cantor” saltó a la fama en 1937, cuando protagonizó su primera película, La madrina del diablo, a la que llegó por recomendaciones, pues antes se había presentado en diversos lugares como corista y cantante bajo un pseudónimo.
A partir de ese momento tuvo una apretada agenda, pues muchos productores lo querían para que estelarizara películas y otros lo buscaban para que cantara, por lo que desde 1939 comenzó a viajar por todo el mundo para cantar y deleitar a sus fans con su voz.
Fue en la década de los años 40 cuando Negrete comenzó una gira por América Latina. En mayo de 1949 llegó a Caracas, Venezuela, después de presentarse en Cuba.
Venezuela era uno de los países, después de México, en donde más le tenían aprecio al “Charro Cantor”, por lo que su visita no pasó desapercibida por nadie. Negrete, reconocido por su porte y voz, se presentaría en Nuevo Circo, el escenario más importante de Caracas en ese entonces y cientos de mujeres estaban dispuestas a ir a verlo.
Sin embargo, no todas habría esperado al día de su concierto y desde que llegó a la ciudad, miles de personas se arremolinaron en cada lugar por el que, se sabía, pasaría el cantante. Las calles estaban repletas de seguidoras del charro, tanto así que nadie podía pasar.
Hubo desmayos y llantos de alegría en el recibimiento del actor y todo se habría salido de control. Según habría reportado la prensa caraqueña, gran parte de las trabajadoras de ese lugar que estuvieron en la posibilidad, no acudieron a laborar con tal de asegurar su encuentro con Negrete.
La presentación del protagonista de El Rapto en el Nuevo Circo habría sido similar y las autoridades habrían tenido que intervenir para que nada se saliera mucho de control y se pudiera salvaguardar la integridad de los asistentes.
Lo mismo habría ocurrido en Cuba, Argentina, Chile y Perú, siendo este último otro de los lugares en donde sus fanáticas habrían hecho de todo por poder ver de cerca a su ídolo o, inclusive, tocarlo mientras caminaba hacia su escenario.
Era ya una costumbre que cientos de seguidoras del “Charro Cantor” se dieran cita en las afueras del hotel en el que se hospedara porque se sabía que, por muy cansado que estuviera del viaje realizado o del concierto brindado, él saldría a saludar por el balcón de su habitación a quien estuviera abajo esperando verlo.
En España el recibimiento habría sido tal que algunas fans le arrancaron botones de su traje en el pequeño trayecto del avión al automóvil que lo transportaría a su hotel.
Su llegada a Lima, Perú, fue en julio de 1946 y en su última presentación ya se encontraban maridos descontentos que se habrían acomodado entre las primeras filas del recinto en donde se presentaría y se comportaron de forma fría, haciendo enojar al actor. Supuestamente, ese habría sido el inicio de la mala aceptación de los hombres, que se habría extendido por varios países hasta su llegada a Venezuela.
Se dice que después de que hizo su show en Caracas, algunos hombres habrían abucheado al cantante y a su partida habrían emprendido un “huelga” que consistía no sólo en no aceptar el talento del cantante, sino en reprochar a las mujeres su comportamiento con la visita de Negrete y criticarlas.
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