Pedro Infante siempre demostró su pasión por los aviones, incluso, todas sus parejas recuerdan cómo sus días libres los dedicaba a volar, pese a los riesgos a los que ya se había enfrentado. No obstante, mantuvo otro gusto que nunca atentó contra su integridad y con el que pasaba horas, el cual fue sólo un juguete en particular.
Antes de que Pedro Infante gozara del éxito en cine que hasta ahora lo mantiene vivo en pantallas, fue un joven que tenía muy pocos recursos. En varias ocasiones del mismo Ídolo de Guamúchil recordó cómo tuvo que apoyar económicamente a su familia desde muy joven, pues estaba decidido a hacer más feliz y cómoda la vida de su mamá y sus hermanos.
Su infancia llena de preocupaciones por llevar unos centavos a casa para que todos pudieran comer bien lo llevó a tener pocos juguetes, pues además encontró la diversión entre los instrumentos de su papá, Don Delfino, quien era un músico que tocaba en orquestas y bandas de Sinaloa.
Cuando finalmente comenzó a hacerse de fama, a poder tener algunos lujos que comprara sólo por el simple gusto de coleccionar, comenzó a comprar motocicletas y algunos automóviles, pero también juguetes, mismos que en su niñez no pudo tener.
María Luisa León, la viuda oficial de Infante, en el libro que publicó acerca de la vida de su esposo, recordó que entre las pertenencias que dejó tras su muerte el cantante se encontraban cerca de 50 juguetes que él coleccionó sólo en la casa que compartieron ellos.
De entre toda su colección, le tenía más aprecio a un juguete en particular, un tren eléctrico que estaba montado en una habitación; podía encender el motor de la pequeña locomotora y ver por horas cómo circulaba por sus vías, aunque no tenía montado sólo uno. María Luisa pensaba que esto se debía precisamente a que durante su niñez no pudo disfrutar de este tipo de gustos.
Por su mismo gusto por los juguetes y el recuerdo de su infancia, el protagonista de Nosotros los pobres cada 6 de enero regalara a los niños algún juguete. Se reunían cientos de personas fuera de la casa del Ídolo de México en espera de su regalo.
En algunas ocasiones, se dice que él rentaba camiones para llenarlos de juguetes y entregarlos en diferentes partes de la República a los niños con menos recursos.
Siendo los trenes su artefacto preferido, era éste el que siempre compraba para regalar a los niños que lo rodeaban, como lo fue a la única hija de Jorge Negrete y el hijo de José Alfredo Jiménez.
En el libro Jorge Negrete, biografía autorizada, escrito por su única hija natural, Diana Negrete, ella recordó que en una ocasión su padre tuvo que se hospitalizado y Pedro Infante lo visitó. Ya que sabía que con él estaría la pequeña Diana, le regaló un tren eléctrico.
Una vez que el Charro Cantor fue dado de alta, él invitó a Infante a su casa para que armaran juntos el tren, y así lo hicieron. Encima de una alfombra, junto a su hija, se pasaron el día montando el juguete y divirtiéndose mientras tenían cuidado de que los vagones no chocaran.
Paloma Jiménez Gálvez, hija de José Alfredo Jiménez recuerda que algo similar sucedió con su padre y el Ídolo de México. En una ocasión el actor regaló al intérprete de El último trago un tren eléctrico para que jugara con sus hijos, pues pensaba que esa era la mejor forma de pasar tiempo con un niño.
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