Raúl Velasco fue uno de los presentadores más importantes que tuvo Televisa y su salida de Siempre en Domingo trajo grandes consecuencias en contra de la empresa. La teoría de que el conductor decidió alejarse de la televisora en la que obtuvo su éxito debido a su salud prosperó, pero las verdaderas razones quedaron impresas en su carta de renuncia y demandas.
Siempre en Domingo estuvo al aire por casi tres décadas, durante sus mejores años la empresa de los Azcárraga logró llegar en vivo a varios países de Latinoamérica y ocupar hasta nueve horas de la programación de los domingos en televisoras extranjeras.
Gran parte del éxito del programa fue gracias a Raúl Velasco debido a su personalidad y comportamiento con los artistas que se presentaba para hacer su debut, se convirtió en la voz y voto de la música en México desde 1970 hasta mediados de la década de 1980.
Lamentablemente, sus problemas de salud se fueron complicando cada vez más desde 1994 y Siempre en Domingo ya no tenía el mismo impacto en el público, así que poco a poco su horario fue siendo recortado, algo en lo que supuestamente no estuvo de acuerdo Velasco.
A principios 1998, Velasco decidió finalizar su programa, aunque siguió dentro de Televisa por unos meses más, participando activamente como productor, pero no faltó mucho tiempo para que se viniera abajo la supuesta buena relación con la televisora.
En diciembre del mismo año hizo público que había presentado su renuncia a la empresa en la que trabajó por 30 años porque no se sentía cómodo con la administración de Emilio Azcárraga Jean, hijo del hombre que lo contrató al notar su talento.
Según escribió el periodista Fernando Figueroa en La Jornada, Velasco tuvo que enviarle su carta de renuncia en fax a Azcárraga Jean el 18 de diciembre debido a que tenía más de un mes pidiéndole inútilmente una entrevista personal. En la carta escribió: “Mi enfoque y el de los colaboradores cercanos al presidente de la empresa son totalmente diferentes e irreconciliables”.
Al día siguiente, sin haber recibido todavía una respuesta, decidió marcharse a Nueva York, en donde ya la esperaba su esposa. Poco antes ofreció una entrevista a Metro en donde aseguró que trataba con respeto al hijo de “El Tigre” Azcárraga, pero su relación no era la mejor y, en realidad, no le importaba cómo habría tomado su renuncia.
“No tengo roces con Televisa [...] No sé cómo reaccione, pero eso ya será problema de él. [...] No voy a ir a sus oficinas y ojalá que mi renuncia la tome de manera profesional”, dijo para dicho medio.
En esa misma entrevista reveló que prefería cortar lazos con la empresa a la que alguna vez llamó “casa” porque no lo tomaban más en cuenta, de hecho, para que Siempre en Domingo continuara, le habían puesto como condición que sólo podía transmitir una vez al mes, algo que era casi indignante para él.
Supuestamente, después de su trasplante de hígado, estaba dispuesto a disfrutar de su familia, de la vida, de lo que su éxito le dejó, pero no duró mucho tiempo lejos de los reflectores porque su renuncia no procedió.
En julio de 1999 el presentador presentó una demanda en contra de Televisa por algunos millones de pesos, todo por un supuesto despido injustificado que habría sucedido en marzo del mismo año. Pedía que se le reinstalara su puesto o se le liquidara el salario que había dejado de recibir desde octubre de 1998 y ascendía a 21 millones de pesos.
“A Raúl Velasco lo despidió Emilio Azcárraga Jean el 15 de marzo, pero desde antes le había hecho el señalamiento de que podía continuar trabajando, pero en forma gratuita, lo cual lógicamente no puede ser porque los derechos de los trabajadores son irrenunciables y, por lo tanto, no está permitido en México que al trabajador se le suprima su salario y luego se le obligue a prestar su servicio gratis”, informó su representante legal a Metro.
El comunicador no ganó el caso a pesar de que siempre se reportó en juzgados, según informó. Al año, decidió dar carpetazo porque se dio cuenta de que el conflicto legal no lo estaba llevando a nada. Había perdido dinero, energía y tiempo que nadie le devolvería.
Falleció seis años después, pero no sin antes tener un homenaje en el que Azcárraga Jean le aseguró que había aprendido mucho de él.
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