Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, fue un comediante mexicano que logró dejar una huella imborrable en la televisión latinoamericana, aunque su mayor legado quedó impreso en México, país que lo vio nacer, crecer, convertirse en estrella y hasta morir.
Uno de los shows que más impacto tuvo y aún es recordado con cariño por los televidentes fue El Chavo del 8. Con más de 300 episodios transmitidos entre 1971 y 1980, el legado que dejó esta historia traspasó fronteras e hizo sonreír a millones de niños, adolescentes y adultos, hasta la actualidad.
La historia de un pequeño que se la pasaba dentro de un barril y vivía un sinfín de aventuras con sus amigos Kiko, Chilindrina y Ñoño, siempre será recordada por aquellos momentos llenos de humor y hasta tristeza.
No obstante, si algo que jamás saldrá de la mente de las personas, aunque nunca hayan visto un episodio completo de esta serie, es la música de introducción, la cual acompañaba la presentación de Jorge Gutiérrez Zamora: “Este es el programa número uno de la televisión humorística… ¡El Chavo!”.
Aquellos sonidos estridentes no fueron una creación espontánea de Chespirito o algún compositor mexicano de la época, sino que se remonta a varios años antes, de hecho un siglo y medio.
La historia de esta canción fue recopilada por Carlos Muñoz, un humorista y youtuber venezolano que tiene un canal especializado en el origen de diversas melodías, entre ellas la del Chavo del 8.
Fue en 1809 cuando Ludwig van Beethoven realizó seis variaciones de un tema original. Estos pequeños cambios no tuvieron gran éxito. Pero dos años después, en 1811, la volvió a utilizar para musicalizar una obra de teatro llamada “Las Ruinas de Atenas”.
Estaba pensado para una orquesta completa que se presentó en Budapest ese año. La escena donde comenzaba a sonar el tema contenía a unos turcos, por lo que Beethoven bautizó su tema como “Marcia alla turca” (La Marcha Turca).
Una enorme coincidencia acontecía en ese mismo año. Franz Liszt, uno de los mejores pianistas de todos los tiempos, nació en Austria, y cuando tenía 11 años, en 1822, su maestro lo llevó a conocer a Beethoven.
Durante ese encuentro, Liszt le mostró una de sus composiciones a Beethoven, quien terminó encantado. Varios años más tarde, escribiría una Fantasía (forma musical libre que no sigue una estructura) de la Marcha Turca, como tributo a su ídolo.
Años más tarde, sería Anton Rubinstein quien tomaría la batuta de esta tonada con una nueva versión. Luego Rachmaninoff haría una más. Aunque formaron parte de esta cadena de coincidencias y creaciones, la que quedaría para la posteridad y llegaría a los oídos de Gómez Bolaños nacería en Francia.
Jean-Jacques Perrey, pionero de la música electrónica, con sus influencias estadounidenses tras vivir en Nueva York y conocer a Robert Moog, el creador del primer sintetizador comercial, produjo en 1970 su séptimo disco titulado “Moog Índigo”.
Dentro de las canciones incluyó una llamada “The Elephant Never Forgets”, que fue una adaptación moderna de Las Ruinas de Atenas, creada 159 años atrás por Beethoven. Así fue como nació el tema de inicio del Chavo del 8.
Sin embargo, no todo fue felicidad, pues, sin querer queriendo, Chespirito, al utilizar esta canción parcialmente original (pues contenía partes inéditas creadas por Perrey) y no dar crédito al autor, estaba violando los derechos de autor.
Esta situación derivó en una demanda que llegó muchos años después, en 2010, cuando el representante legal del compositor francés emitió este recurso contra Gómez Bolaños y con ella obtuvo una compensación millonaria por su uso.
De esta manera una canción compuesta por un genio musical en 1811 llegó a ser utilizada por un genio televisivo, el cual la convirtió en un himno que sigue llegando a nuevas generaciones. Quizá la historia de la canción no terminó de la mejor manera , sin embargo jamás se dejará de asociar esos ritmos con los saltos del Chavo, con la voz de Gutiérrez Zamora y con una serie tan afamada a nivel mundial.
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