Tras una larga trayectoria de 37 años en Televisa y después de ser corresponsal en 20 guerras, Alberto Peláez rompió el silencio y habló sobre algunos de los momentos más significativos que le dejó cubrir conflictos armados.
Fue en entrevista con Yordi Rosado, donde el periodista español no sólo contó sus experiencias personales, sino que a partir de ellas, consiguió ofrecer un panorama más amplio de lo que implica ser periodista en ese tipo de condiciones.
De acuerdo con Peláez el siempre quiso emular a su padre Joaquín, quien también fue un reconocido reportero y cercano a Jacobo Zabludovsky, pero añadió que su llegada a las guerras sucedió de una forma circunstancial. Así, respecto a su primer acercamiento a este tipo de periodismo, Alberto mencionó:
Yo estaba de vacaciones acá en México, el 2 de agosto del año 90 Sadam Husein invade Dubaí y yo estaba en la oficina viendo a mis compañeros. Jacobo pregunta quién quiere ir a la guerra y yo que estaba de metiche, tenía 25 o 26 años y entonces pensé: “yo no tengo esposa, yo no tengo hijos, yo no tengo hipotecas, yo no tengo compromisos y digo, voy yo.
“A mí se me murió un niño en brazos en el año 91 en Kurdistán. Estaba con Jacobo en un directo y el niño se me murió con tres meses [...] este niño se está muriendo porque bajaba el rio Tigris, bajaba completamente contaminado”, contó el periodista.
Otro momento que contó Peláez fue en Yugolsavia y destacó que fue en ese lugar donde realmente se dio cuenta de como era la guerra.
“La guerra que yo había vivido hasta ese momento era algo muy light, había mucho drama humano en el Kurdistán, pero yo en la guerra del Pérsico no estuve en Irak, cubrí todos los alrededores. Pero ya cuando te metes en Sarajevo, son palabras mayores”, dijo.
En cuanto a su primer bombardeo mencionó que un día estaban los serbios sobrevolando y un día empezó el ataque mientras ellos estaban en el hotel, por lo que tuvieron que ir rápido al refugio. Además, la información de la radio no podía escucharla bien, porque estaba en otro idioma.
“Subimos a la azotea para grabar los aviones, entonces cuando los grabamos bajaban muy bajo, yo recuerdo haber visto a dos mujeres periodistas llorando y ahí te das cuenta de hasta donde puedes llegar”, contó.
En este sentido relató que en una ocasión estaban todos en Kurdistán cuando escucharon a una señora gritar de la desesperación y se percataron que se estaba dando cabezazos contra el suelo.
“La seguimos con la cámara y va al cadáver de su marido que acaba de morir. Nos cuenta un traductor que su marido había bebido seis horas antes agua del Tigris”, remarcó y añadió que en dicho lugar no había mucho acceso lo agua, por lo que racionaban seis jícaras de agua y usaban una cada día.
El periodista destacó que durante los años que fue corresponsal se dio cuenta que en las guerras, aunque algunas personas no tenían nada que perder, seguían luchando para sobrevivir.
“En las guerra uno piensa que no le pasa nada, hasta que te pasa y entonces uno siempre tiene que ir con la conciencia muy clara de que puedes no salir de una guerra, que te puedes traer una enfermedad terminal”, apuntó el periodista.
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