Ozzy Osbourne, el príncipe de las tinieblas y uno de los pioneros del heavy metal, está convencido de que Satán lo protegió contra el COVID-19, o al menos así lo dijo en una declaración muy irónica hecha a la revista Metal Hammer.
En la entrevista Ozzy sopesó el efecto de la pandemia en su propia familia y llegó a la conclusión de que años de servicio devoto a Satanás deben haberlo fortalecido para luchar contra el virus asesino.
“Mi esposa tenía el virus; mi hija tenía el virus y yo nunca lo contraje”, reflexiona. “¡Ser un adorador del diablo tiene sus ventajas!”
Pero Ozzy estaba bromeando con estas declaraciones, pues es bien sabido que su adoración por el diablo es más un sello de marca que una devoción real. Aunque la verdad sea dicha, a lo largo de su longeva carrera musical, Osbourne, quien hoy tiene 72 años, ha protagonizado varios episodios extravagantes, polémicos e impactantes que le han hecho ganarse a pulso su apodo del “Príncipe de las Tinieblas” y más de una acusación de satanismo.
Solo por citar un clásico, tal vez el más famoso mito del rock and roll, la vez que Ozzy mordió un murciélago en pleno show y supuestamente le arrancó la cabeza escupiendola de vuelta al público. Bastante extremo.
Ese hecho ocurrió el 20 de enero de 1982, durante la gira de su segundo disco en solitario Diary of a Madman (1981). Para ese entonces ya Ozzy había alcanzado la fama mundial gracias a su trabajo con Black Sabbath una de las bandas pioneras del Metal y a quien se le atribuye haber introducido las temáticas de terror y oscurantismo al género.
Famoso por su comportamiento desenfrenado en las giras, los fanáticos habían adoptado la costumbre de arrojar todo tipo de cosas al escenario, buscando activar en él alguna respuesta alocada. Le tiraba carne cruda y órganos de animales muertos, pero esa noche en el Veteran Memorial Auditorium en Iowa un joven fan de 17 años decidió arrojar el cadáver de un murciélago.
Ozzy, creyendo que era de goma, lo tomó entre sus dientes y lo mordió, siendo cubierto por el líquido viscoso de su sangre y quedando totalmente sorprendido. Pero, el show debía continuar, y continuó, dejando el episodio marcado literalmente en sangre en la historia del Rock.
Otra cosa cierta es que si bien no tuvo COVID-19, a Ozzy la salud le ha jugado más de una mala pasada en los últimos años.
“Estos dos últimos años he estado en un estado de mierda terrible”, le dijo el cantante a la revista en abril.
“Estoy luchando con este maldito cuello roto, parece que me van a operar más”, dice en esta nueva entrevista. “Estoy en fisioterapia en este momento”.
Pese a todo esto el músico espera lanzar prontamente el seguimiento a No Ordinary Man, lanzado en 2012, el cual contará 15 canciones y todavía es “un trabajo en progreso” que contará con invitados de la talla de Eric Clapton, Jeff Beck y Zakk Wylde.
“Tendrá un tono similar al de Ordinary Man”, dice Ozzy, “pero no puedo describirlo por completo. No lo he escuchado por un tiempo porque sigue yendo a la siguiente persona para agregar sus partes, estamos jodiendo con eso todo el tiempo”.
El proyecto lleva años detenido y podría significar un nuevo resurgimiento musical para un artista que se ha mantenido vigente por más de 50 años pero que no siempre ha estado en la luz pública, él muchas veces se siente más cómodo en las tinieblas, donde reina, pidiéndole a Satán que lo ayude con su nueva resurrección.
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