Cuando Amanda Laura Bynes tenía siete años salió en televisión por primera vez: se trató de un simple comercial para una marca de chocolates en donde tuvo un papel menor, pero aquella niña de rostro dulce y cabello castaño claro estaba a punto de conquistar a las audiencias con su enorme carisma y su personalidad desenvuelta y cómica.
Como muchas otras estrellas infantiles, la originaria de California logró dar el salto de los comerciales a la televisión y en 1996 se incorporó al famoso programa creado por el polémico Dan Schneider, quien fue señalado en el medio por “conductas inapropiadas” durante el movimiento ‘Me too’, All that, conocido en América Latina como Todo eso.
El show de Amanda: la época dorada de la comedia infantil
A pesar de que cuando Amanda pasó a ser parte del programa el sitcom ya tenía algunos años al aire, el público la adoró en pantalla y pronto se hizo de su propio personaje “Ashley”, una niña que recibía correspondencia y que daba consejos de la manera más estrafalaria posible. Durante el primer episodio, fue descrita como una niña “demasiado feliz y alegre”. Nada era más cierto entonces.
En octubre de 1999, Amanda obtuvo su propio espacio: El show de Amanda, un spin-off del sitcom donde debutó que se transmitió de lunes a sábado durante poco más de tres años.
El programa aparentemente no tenía una lógica narrativa, solamente se trataba de un grupo de niños, entre ellos Josh Peck y Drake Bell, quienes años después serían parte del famoso programa de televisión Drake y Josh, que cambiaban los contenidos de la televisión por cosas que ellos querían ver con divertidos sketches.
Sobre su trabajo en este programa junto a Amada Bynes, Drake Bell recordó en una entrevista otorgada a E! Entertainment en el 2019: “Mi memoria de haber trabajado con Amanda Bynes es increíble (..) Ella era una estrella, pero ahí pude ver su ética laboral”, dijo. Durante su participación en aquel programa, Amanda actuaba como toda una profesional, según narró el también cantante, a pesar de tener sólo 14 años.
El show de Amanda terminó en septiembre del 2002, pues su protagonista tenía nuevos planes en la televisión, aunque todavía trabajaría de la mano de Schneider, quien produjo su siguiente programa: Las travesuras de mi hermana, en donde actuó junto a Jennie Garth y Welsey Johanthan.
Así, papel a papel, Amanda se convirtió en un referente de la comedia infantil, llegó a ganar hasta cinco premios Kids Choice Awards, y pronto debutó en la pantalla grande en títulos como Lo que una chica quiere o Big Fat Liar junto a la estrella de Malcolm el de en medio, Frankie Muniz.
También compartió la portada de Vanity Fair con algunas de las adolescentes más exitosas de la época, como Hilary Duff y las gemelas Olsen. Con el tiempo, Bynes dio el vertiginoso salto: de una niña graciosa a un ícono sexual. Y fue ahí, quizá, en donde comenzaron los problemas.
“La nueva píldora para adelgazar”: un ícono sexual desafortunado
Según narró Amanda muchos años después en una entrevista con la revista Paper, el descenso de su carrera comenzó en el 2006, cuando se estrenó la cinta Una chica en apuros, en donde interpretó a Viola, una adolescente que se hace pasar por su hermano y que se enamora de su compañero en el equipo de fútbol -interpretado por Channing Tatum-.
A la actriz no le gustó cómo se veía en pantalla. Tenía 20 años y aquel papel había afectado la percepción que tenía de sí misma: “Cuando la película se estrenó y la vi, caí en una depresión profunda por cuatro o seis meses porque no me gustó cómo me veía como un hombre”, narró a la publicación en el 2018, una entrevista que pretendía regresarla a la vida pública después de cuatro años de no dar pistas.
Verse a sí misma con el cabello corto y las patillas fue “una experiencia rara y fuera de mi cuerpo. Realmente me dio para abajo”, explicó. A pesar de ello, Amanda logró recuperarse, momentáneamente, y trabajó en la producción de 2007 Hairspray, junto a John Travolta y Zac Efron.
Amanda describió aquella producción como “la mejor de su vida”. Sin embargo, cerca de esos años, comenzó a ser susceptible a los cambios en su cuerpo y a preocuparse por su peso. De repente, en una revista leyó un artículo sobre una “nueva píldora para adelgazar”. Se trataba de Adderall, una anfetamina comúnmente utilizada para tratar el Trastorno de Atención (TDA).
Inmediatamente, según contó a la revista, fingió los síntomas del síndrome y se las arregló para conseguir la píldora. Su experiencia con las drogas comenzó cuando tenía solo 16 años, más o menos durante la época que terminaba su tránsito del Show de Amanda a la pantalla grande. En ese entonces sólo fumaba mariguana, dando paso a sustancias más “duras”.
Pero ninguna afectó tanto su sistema como la “píldora para adelgazar” que poco a poco fue afectando sus sistema. En el 2010, Amanda protagonizó la portada de la revista para caballeros Maxim. Vendieron la publicación como “Amanda Bynes, crecida y sin cubrir”. Se había convertido en todo un ícono sexual de la década, aunque su vida personal estaba en decadencia.
Las dos películas en las que trabajó después fueron un fracaso para ella: renunció a la cinta Hall Pass, que se grabó en el mismo año en que salió la revista, porque estaba muy drogada como para memorizar sus líneas: " Recuerdo haber estado en el remolque y solía masticar Adderall porque creía que me hacían efecto más rápido. Recuerdo haber masticado un puñado de ellas y no poder concentrarme en lo que tenía que decir o memorizar mis líneas”, contó a la misma publicación.
Lo mismo pasó en la cinta Rumores y Mentiras, película que contó con la actuación principal de Emma Stone: “No podía soportar mi apariencia en esa película y no me gustó mi actuación. Estaba convencida de que tenía que dejar de actuar después de que la vi. Estaba drogada con marihuana cuando la vi, pero por alguna razón empezó a afectar de manera profunda. No sé si fue una psicosis derivada de la planta, pero afectó mi cerebro de una manera diferente a la que afecta a otras personas. Cambió mi percepción de las cosas”, narró.
Eso llevó a Amanda a anunciar su retiro de la actuación a través de su cuenta de Twitter, decisión que entonces pareció definitiva. Lo que vino después fue aún más siniestro para la actriz: tenía mucho tiempo libre en sus manos y comenzó a abusar de las drogas y a aislarse en su departamento: “estaba atrapada en casa, drogándome, viento la televisión y tuiteando”, contó.
Los arrestos y la peluca: una tutela legal
En esa etapa, Amanda puso las redes sociales de cabeza en más de una ocasión por sus tuits, en donde escribió a Drake que “asesinara su vagina” y se enemistó con Rihanna. Aunque después mostró arrepentimiento por lo ocurrido, lo que escribió terminó con buena parte de lo que construyó en su carrera, al menos así consideró ella.
Cuando tenía 27 años, en el 2013, todo era destrucción para la actriz y después de prender fuego en la entrada del garaje de una casa en Los Ángeles y de ser detenida en ocasiones anteriores por incidentes vehiculares y posesión de drogas, Bynes fue ingresada en un instituto psiquiátrico. Al juicio en donde se dictó esta medida, acudió con una peluca rubia platino sumamente enredada.
Aquellos eran los días más oscuros para la actriz y los escándalos desembocaron en la imposición de una tutela legal por parte de sus padres, quienes declararon que era mentalmente inestable. Misma que continúa hasta el día de hoy y que recientemente trascendió que se extendería hasta el 2023.
Aunque, posteriormente, el abogado de Amanda aclaró al la revista People que no tiene una fecha de término, sino que más bien se extiende día a día y que terminará cuando deje de ser la “mejor opción para ella”.
Después de ser dada de alta, Amanda constantemente decía que estaba mejor, aunque se alejó del medio artístico. No fue hasta el 2018 que reapareció. En ese año, ofreció una entrevista a Paper para aclarar lo que había pasado en los años anteriores a su internamiento y la tutela que tienen sus padres, además anunció que estaba estudiando diseño, un sueño que había tenido desde niña.
Sin embargo, no fue suficiente, pronto colgó un mensaje en sus redes sociales para explicar que necesitaba espacio. A finales del 2020, la actriz reapareció con un radical cambio de look.
Se habría realizado un tatuaje facial en forma de corazón y decidió teñir su cabellera de color negro. Posteriormente, anunció que contraería matrimonio con su prometido, Paul Michel, con quien actualmente vive en Los Ángeles, California.
Ahora, de acuerdo con una de las tantas cuentas de Instagram en donde comparte contenido, ha explorado en otras disciplinas como el rap y, según distintos medios de comunicación, se mantiene sobria. No obstante, sería difícil eliminar las marcas que dejó su tránsito por Hollywood. Cada día es una lucha para esta estrella infantil que renunció a la fama, aunque el espectáculo no haya renunciado a ella todavía.
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