El público latinoamericano conoce a Roberto Gómez Bolaños principal y masivamente por sus creaciones que han marcado época en la televisión hispana: con sus personajes emblemáticos de El chavo del 8 y todo el “universo Chespirito”, que incluye al Doctor Chapatín y al Chapulín colorado, por mencionar algunos, son su carta de presentación.
Pero el recordado actor, dramaturgo y escritor también realizó proyectos en cine, radio y televisión, explotando creativamente otras facetas y géneros además de la comedia de humor blanco que lo impulsó a la fama internacional.
Entre las obras de Chespirito, una de las últimas películas que produjo no tiene mucho que ver con las historias rosas, juegos infantiles, situaciones humorísticas y canciones alegres, propios de los vecinos de la famosa vecindad, sino con una realidad de la sociedad mexicana.
Fue en 1997 cuando el esposo de Florinda Meza se involucró en el rodaje de la película Elisa antes del fin del mundo. En aquel entonces el querido comediante se desempeñaba como director al frente de Televicine, la productora filial de Televisa, y apoyó también en la producción de cintas como Un baúl lleno de miedo y La primera noche.
Pero fue con Elisa antes del fin del mundo, una historia dirigida por Juan Antonio de la Riva con tintes dramáticos y hasta apocalípticos que abordó problemáticas sociales y familiares del México de entonces y que a la fecha siguen resonando, con la que generó comentarios señalando los aspectos sociales de la película, más allá de sus valores de producción.
La historia filmada en distintas locaciones del entonces Distrito Federal narra la vida de un matrimonio de clase social media, y se desarrolla en medio de la crisis financiera real por la que atravesó México en 1994 derivada del famoso “error de diciembre”. Podemos ver las discusiones entre una madre, encarnada por Susana Zabaleta, y un preocupado padre, Dino García, quienes agobiados por la falta de dinero comienzan a hacer sacrificios en su economía y en su hostil relación.
En este drama social, la hija de la pareja es testigo de todo, y en medio de su mundo infantil desde el que ve cómo se va acabando el amor entre sus padres, Elisa –en la piel de la entonces niña Sherlyn- comienza a imaginar posibles escenarios de un temible final mundial donde la humanidad únicamente tendrá disponibles para comer a las cucarachas, “el alimento del futuro”.
Esta ocurrencia surge porque la niña le oye lanzar a su padre la idea, quien en medio del agobio por las deudas que el banco le reclama, lamenta su martirio diciendo que los cobradores del banco son “unos hijos de perra”.
Con este crudo escenario donde se mezcla el mundo de los adultos preocupados, y el de la inocencia infantil, Elisa comienza fantasear al lado de su vecino Miguel –encarnado por el entonces debutante actor infantil Imanol Landeta- con la catástrofe que está por llegar “cuando ya nadie tenga dinero”.
Todo se complica cuando conocen en el vecindario a Paco, un niño punk rebelde y fanfarrón, que asegura que tiene una pistola perteneciente a su hermano “El rey”, un delincuente popular que ahora paga su condena en la cárcel.
Entre los niños asaltan el banco donde pertenece el cobrador que tanto asedia al padre de Elisa, y acuden a él desatando una tragedia. La crudeza de la historia y el impacto de ver a niños armados e involucrados en sangrientos crímenes le dio a Elisa antes del fin del mundo una nominación al premio Ariel del año y el cariz de cinta de culto en medio del boom del nuevo cine mexicano.
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