Francia rindió este jueves un homenaje solemne al legendario Jean-Paul Belmondo, fallecido el lunes a los 88 años, un actor que supo encarnar a un país “feliz”, en palabras del presidente Emmanuel Macron.
“Amamos a Jean-Paul Belmondo porque se nos parece. Era ese hombre entre los hombres”, dijo Macron en el Patio de Honor de Los Inválidos, un recinto histórico de París, reservado para los grandes personajes y las grandes ocasiones. “Nos gustaba Belmondo porque reflejaba nuestras contradicciones, nuestros fallos, adoramos su gusto por el riesgo, su elegancia”, dijo en un emocionante discurso.
“Nos gustaba Belmondo porque reflejaba nuestras contradicciones, nuestros fallos, adoramos su gusto por el riesgo, su elegancia”
Macron clausuró una ceremonia de despedida con todos los honores, en la que estuvieron presentes la familia del célebre actor, colegas de profesión, figuras políticas y centenares de admiradores. El presidente francés, un confeso amante de las artes escénicas, consideró que perder a Belmondo significó “no solo perder a un gran actor”, sino “una parte de la vida " de los franceses”.
En su cuenta de la red social Twitter publicó un mensaje de apenas dos palabras: “Adieu, Bébel” (“Adiós Bébel”, por el apodo del actor), acompañado de un conmovedor video que fue reproducido en todo el mundo (se puede ver completo debajo de la imagen del tuit).
En un país desasosegado por la pandemia, inquieto ante la incertidumbre económica, Macron utilizó la figura del actor para tratar de enviar un mensaje de esperanza. Belmondo, con su gran sonrisa y su aire bonachón, dijo, forma parte de una “mitología de la Francia feliz”.
“Fueron seis décadas de cine y teatro en la que nos abrazó a todos” explicó el mandatario francés. ”Nunca cesó de buscar la felicidad, pero también de entregarla”, había dicho poco antes Victor Belmondo, uno de los seis nietos del fallecido intérprete. “Eres un sol eterno, muchas gracias por habernos dados tanta alegría, por haber compartido tu positividad. Ahora aprovecha para reunirte con los amigos que tanto has echado de menos”, dijo el también actor, que tuvo que interrumpir sus palabras embargado por la emoción.
Emoción en la familia
Aunque finalmente con menos público de lo esperado, la ceremonia fue solemne. La entrada del ataúd al recinto de los Inválidos, bajo un sol reluciente y el redoble de los tambores militares, suscitó emoción entre la familia del actor.
Los seis nietos de “Bébel” desfilaron hasta el estrado para agradecer los testimonios de simpatía nacional. Luego subió el presidente.
Belmondo fue “inmortal no solamente por sus películas, sino porque enseñó sus artes” a la generación posterior, recordó Macron.
Entre el público asistente se hallaban estrellas actuales del cine francés como Jean Dujardin, y un miles de fanáticos.
Macron, que afronta unas difíciles elecciones presidenciales el año que viene, volvió a empuñar con decisión el fallecimiento de un personaje popular para intentar forjar una unanimidad nacional.
Hace tres años fue la muerte del cantante de rock Johnny Halliday en diciembre de 2017, que provocó un auténtico fervor popular en las calles de París, desconocido desde el deceso de una figura como Edith Piaf.
Tras la ceremonia estaba previsto que pudieran desfilar ante el féretro todos aquellos que lo deseen. El funeral de Belmondo será el viernes, en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés. Seguido de una cremación en la intimidad familiar.
Películas míticas
Carismático sin ser un sex symbol como Alain Delon, Jean-Paul Belmondo fue una estrella de cine reconocible dentro y fuera de Francia por su desenvoltura en todos los papeles, desde la comedia a los dramas, pasando por el cine de acción, que le encantaba porque le permitía jugarse el cuello haciendo acrobacias, una de sus aficiones.
Empezó con las míticas películas en blanco y negro “Sin Aliento” y “Pierrot le Fou” de Jean Luc Godard, uno de los directores de la denominada Nouvelle Vague. Luego fue alternando con comedias y películas de acción. Su carrera estuvo jalonada de enormes éxitos en Francia: “El hombre de Río” (1964), “El Magnífico” (1973) o “Borsalino” (1970).
Dominó las listas de éxito y los premios durante 20 años. Luego desapareció de las pantallas, en 2001, tras un accidente cardiovascular. Pero seguía siendo adorado por el pueblo francés.
Su muerte marca un antes y un después en el cine francés, que tuvo su época de oro en aquellos años 1950, cuando exportaba películas al mundo entero.
Una época en la que un actor joven podía permitirse el lujo de abandonar sus estudios en el Conservatorio de París para aprender “sobre el terreno”, casi como en un juego, junto a sus compañeros: Jean Rochefort, Claude Rich, Jean-Pierre Marielle, Jean-Pierre Mocky, Guy Bedos. Todos ellos fallecidos.
Con más de 80 filmes a sus espaldas, “Bébel” era la encarnación del “bon vivant”.
Delon, tres años más joven que él, se declaró el lunes “totalmente devastado” por la muerte de su amigo. Y Brigitte Bardot declaró: “Pienso en él, lo amaba. Lo echo de menos y no quiero hablar más de ello, el dolor más intenso es mudo”.
(Con información de AFP y EFE)
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