Sara García, quien es reconocida por encarnar innumerables veces a una abuela en las películas de la Época de Oro, nunca logró tener una buena relación con algunos de sus compañeros, como Jorge Negrete, y llegó a tener grandes roces con grandes personajes como Pedro Infante, todo por no querer trabajar con celebridades que quisieran pasarse de listos.
La llamada “Abuelita de México” se rodeó de grandes figuras del cine debido a su talento, y se ganó el estima de sus colegas gracias a su feroz y responsable personalidad, algo que chocó con la forma de ser del “Ídolo de Guamúchil” y Negrete, amigos que se debatían por ser el más popular dentro del mundo del entretenimiento en esa época.
Su enemistad con Jorge Negrete nació debido a la relación que el “Charro Cantor” buscó sostener con María Fernanda, hija de la actriz. La primogénita de García quiso seguir los pasos de su madre y lentamente empezó a tener avances en su trayectoria desde 1937.
Primero a través de su participación (con créditos) en No basta ser madre, donde pudo actuar al lado de la propia Sara García. También en ese mismo año tendría su primer y único papel protagónico en La madrina del diablo.
Fue aquí donde compartió papel estelar con Jorge Negrete, quien apenas empezaba su carrera y que no sería reconocido hasta que actuara en ¡Ay Jalisco, no te rajes! (1941). Se dice que el cantante se enamoró perdidamente de la hija de García, por lo que la cortejó constantemente cuando estaban fuera de los foros de grabación.
Esto no fue del agrado de Sara y de inmediato rechazó cualquier intento de Negrete por tener un romance con María Fernanda. Los motivos para no aprobar este romance nunca se dieron a conocer, pero sí se sabía que el actor tenía otros amoríos.
No se sabe si los actores lograron concretar su romance o no, pero desde entonces sus compañeros recuerdan que la “Abuelita de México” guardó cierto recelo hacia Jorge Negrete, evitándolo en los sets, encontrándolo sólo cuando era necesario.
Con Pedro Infante se trató de una historia diferente. A pesar de que con el “Ídolo de México” hizo una de las duplas más memorables dentro de la Época de Oro, Sara García tuvo cierto rechazo hacía el cantante por su impuntualidad.
Sara y Pedro eran vecinos. Ambos vivían en la colonia Narvarte y la actriz especificó que su compañero tenía su residencia apenas a una cuadra de la suya. Esto serviría para sus primeros conflictos.
García siempre se jactó por su puntualidad. Cada vez que tenía un llamado llegaba con tiempo de sobra y cumplía sin excepción. Pedro, en cambio, solía llegar tarde a los Estudios Tepeyac, donde Ismael Rodríguez estaba filmando las cintas de los hermanos García.
Esto enfurecía a Sara, pues Infante no sólo hacía perder el tiempo a todo el equipo de producción, sino que para ella misma era pesado. Por los años 40, Sara todavía no tenía el cabello canoso ni la pinta real de una abuela, por lo que debía someterse a un proceso meticuloso de maquillaje que incluía una peluca realista y que le tomaba mucho tiempo y esfuerzo ponerse.
Las inconveniencias producidas por el cantante llevaron a tal límite a Sara que estuvo a punto de abandonar la filmación. Un día, harta de la situación, buscó a Infante para regañarlo:
“No se crea usted que ser estrella consiste en llegar tarde a los llamados. El ser estrella consiste en llegar a tiempo a su llamado, cumplir con su deber, dar todo lo que se tiene para halagar al público y salir triunfante hasta donde se pueda. ¡Eso es ser estrella! Pero no llegar tarde a los llamados”, recordó la actriz para Félix Sordo.
La evidente molestia de la actriz sirvió para que Infante no volviera a llegar tarde hacer que se retrasara el trabajo de sus compañeros de grabación.
A pesar de este roce que tuvieron, al poco tiempo se convirtieron en amigos muy cercanos, inclusive la actriz recordaba cómo el Día de las Madres Pedro Infante solía llevar su mariachi a la casa de Sara y en la mano portaba un ramo de flores para celebrarla.
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