Una figura importante de la cinematografía mundial fue Toshiro Mifune, de origen japonés. El fallecido en 1997 fue un prolijo actor que destacó en su país al ser uno de los protagonistas predilectos del también importante cineasta Akira Kurosawa con quien filmó películas emblemáticas como Los siete samurais en 1954 y Rashomon.
Sin embargo, el destacado actor también es una figura notable del cine mexicano, pues con una película rodada en nuestro país logró conquistar otras fronteras y alcanzar importantes logros.
En 1961, Toshiro fue buscado por Ismael Rodríguez, quien luego de haber dirigido joyas del cine nacional al lado, por ejemplo, de Pedro Infante en Nosotros los pobres o Tizoc, ya buscaba dejar de lado la vida en las urbes y enfocar sus historias a tramas rurales de aquel México.
Para propiciar la subsecuente venta de la película a un mercado internacional, además de por sus comprobadas dotes histriónicas, el director mexicano contempló a Toshiro, quien por entonces ya contaba con más de 100 películas en su haber: “Mi propósito de haber contratado a un actor extranjero para encarnar al personaje de Ánimas Trujano es el abrir el mercado internacional para beneficiar nuestra raquítica industria fílmica”, declaró entonces el cineasta.
Fue así que con el argumento listo de Ánimas Trujano: El hombre importante, le ofreció al actor japonés la oportunidad de encarnar a un aguerrido indígena zapoteco. Por entonces, Toshiro gozaba de prestigio en el cine japonés, y de entre todas las ofertas que le habían llegado para su próxima cinta, se decantó por la de Rodríguez, pues como se supo después, la cultura mexicana ya le interesaba al entrañable samurái.
Filmada en locaciones de los valles centrales del estado de Oaxaca, gran parte en Tlacolula de Matamoros, la película –la primera que Toshiro filmó fuera de Japón- cuenta la historia de un indígena que busca convertirse en mayordomo en la fiesta religiosa de su pueblo, sin embargo su carácter temperamental, violento, su alcoholismo y pobreza no le permiten conseguir su propósito.
La historia que retrata las costumbres del indigenismo, también contó con las interpretaciones de Columba Domínguez, Flor Silvestre y Antonio Aguilar, y para rodar la cinta, el profesional Toshiro se aprendió sus diálogos en español. Como no dominaba la lengua, y pese a su esfuerzo, Ismael Rodríguez determinó que finalmente el actor sería doblado en la cinta por Narciso Busquets.
Cuando Toshiro bajó del avión en tierras mexicanas para comenzar la filmación, en abril de 1961, portaba la vestimenta tradicional japonesa para eventos especiales, un montsuki haori hakama. “Es un hombre que frisa en los 40 años, es alto, moreno, con largo y tupidos bigotes y una rala barba, parece un auténtico mexicano de esos que habitan por Oaxaca. Vestía un original y hermoso traje japonés que, se nos explicó, es el que usan en las ceremonias. Lleva el pelo bastante largo y peinado para arriba”, reportó entonces un periodista que firmó como “El pajarito indiscreto” en el diario El universal.
El resultado de la película logró que fuera nominada a un premio Oscar en la categoría Mejor película en lengua extranjera, en 1962, y fue considerada también para los Golden Globes, en el mismo rubro por el trabajo de fotografía de Gabriel Figueroa.
Se dice también que Ánimas Trujano “salvó” al cine nacional, pues la industria cinematográfica mexicana estaba en franca decadencia desde que había muerto Pedro Infante en 1957, y las comedias rancheras comenzaban a ser un género sobreexplotado.
Con el impulso que le dio al cine mexicano las nominaciones internacionales de la película, otros inversores volvieron a ver la producción nacional con buenos ojos, y al tiempo se llevaron a cabo otros proyectos que le dieron brillo a la industria, como La vida inútil de Pito Pérez, Jalisco nunca pierde y Mecánica nacional.
Al tiempo, la película ha sido valorada, además por ser un documento antropológico que registra las costumbres locales, por reunir a tres personajes históricos de la cinematografía: Ismael Rodríguez, en dirección y guion, Gabriel Figueroa el mejor cinefotógrafo que ha dado el país, y la magistral actuación de Toshiro Mifune, quien expresó después la gran experiencia que le significó haber rodado en México, donde pudo apreciar la cultura oaxaqueña.
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