Durante la década de los 90 hubo muchas telenovelas importantes y producidas por Televisa. Fue por esos años que surgió la afamada “Trilogía de las Marías” protagonizada por Thalía, también estuvo Muchachitas, que fue un fenómeno entre la juventud, y por último La Usurpadora.
Entre todo este conjunto de melodramas destacados también habría que incluir a Las secretas intenciones y Corazón salvaje. La segunda fue todo un éxito para la televisora de los Azcárraga, además de que la historia estuvo a cargo de María Zarattini, una de las escritoras de telenovela más prolíficas que tuvo la empresa.
En cuanto a Las secretas intenciones, se estrenó en 1992 y tuvo como pareja protagónica a Cristian Castro y a Yolanda Andrade. Ambos eran bastante jóvenes por entonces; sin embargo, aquella fue la última intervención actoral del hijo de Verónica Castro, mientras que era el segundo papel de Andrade en una telenovela.
La historia era una enredadera de secretos entre varios de los personajes (menos de los protagonistas). Larisa Cardenal era una joven de 21 años inteligente, sensible y con alma de poeta; sin embargo, debió vivir con una madre que no dudaba en mostrar su favoritismo por la hermana de Larisa.
Por el otro lado estaba Miguel Ángel Curiel, de 19 años. Era un joven brillante y agradable, pero con una madre frívola y manipuladora. Los caminos de estos dos jóvenes terminan coincidiendo gracias a una clínica dirigida por un bondadoso doctor.
Corazón salvaje fue hecha un año después, en 1993. En este caso los protagonistas se conformaron por cuatro actores: Edith González, Eduardo Palomo, Ana Colchero y Ariel López Padilla. Aquí, en plenos inicios del siglo XX, la historia se desarrolló en una finca que fue testigo de engaños, amores apasionados y el oscuro secreto de Juan del Diablo y su verdadero parentesco con Andrés Alcázar, un joven acaudalado.
Al mismo tiempo estaban las hermanas De Altamira Montero; por una parte estaba una mujer dulce y sensible, y por el otro una mujer fría y manipuladora. Si bien al principio el triángulo amoroso era entre Juan, Andrés y la despiadada Aimée, el corazón del pirata rebelde poco a poco fijó la mira en la inocente Mónica.
La historia de estas dos telenovelas son diferentes en muchos aspectos. Incluso a nivel técnico contaron con discrepancias; mientras Las intenciones secretas fue producido por Lucy Orozco, Corazón salvaje estuvo a cargo de José Rendón.
No obstante, tienen un detalle en particular: la locación donde estas historias de amor y engaño fueron grabadas. Ambas producciones desarrollaron buena parte de sus tramas en una propiedad tan particular como “La Fortaleza”, una casa que fue propiedad de Emilio “El Indio” Fernández, uno de los directores de cine mexicano más recordados.
Este lugar se ubica en la alcaldía de Coyoacán, al sur de la Ciudad de México. Empezó sus construcciones en 1945 y la obra estuvo a cargo del arquitecto Manuel Parra Mercado, quien concluyó la primera versión del recinto dos años después.
Sin embargo, las modificaciones hechas en la casa fueron una constante de este sitio. De acuerdo con declaraciones de Adela Fernández, hija del cineasta, traían piezas de los viajes de Europa que hacía “El Indio”, así como también usaban partes de viejos conventos. Algunas de las decoraciones eran traídas de edificios religiosos demolidos en Puebla.
Según Cristóbal Arias, que fue restaurador de esta propiedad, el también actor ordenó al arquitecto Parra que diseñara su casa de tal manera que pudieran hacerse filmaciones dentro de esta. Por ello, es más sencillo obtener encuadres limpios y “perfectos” en varias partes de la misma.
Este elemento fue bien utilizado por “El Indio” Fernández con el paso de los años. Y es que se dice que se filmaron alrededor de 130 películas en su “Fortaleza”. Una de ellas fue El Rapto, la última película que hizo Jorge Negrete y que protagonizó al lado de María Félix.
Con el paso de las décadas pudieron usar de nueva cuenta esta locación, pero ya no para cine, sino para televisión. De ahí que estas dos telenovelas tuvieran la oportunidad de presumir el salón principal, el jardín e incluso la fuente diseñada por Diego Rivera que está en dicha zona.
En la actualidad la casa es un museo que muestra parte de la vida del fallecido cineasta. Es de acceso público con sus debidos horarios. No se han vuelto a hacer más producciones en su interior y sólo queda el recuerdo de la historia de Juan del Diablo y los jóvenes Larisa y Miguel Ángel.
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