Problemáticos, arrogantes, carismáticos y sumamente talentosos: así son las estrellas de rock. Los fanáticos podrían perdonarles muchos desplantes, pero la ley no.
Estas son algunas historias de cuando los músicos sintieron todo el peso de la ley una vez que la quebraron, y no pudieron salirse con la suya.
El arresto de Paul McCartney en Tokio por posesión de marihuana
A inicios de 1980, Paul McCartney viajó a Tokio, en Japón, en compañía de su esposa y la banda que ambos habían emprendido, Paul McCartney and the Wings, para iniciar un tour en la tierra del sol naciente. No obstante, el viaje tomó un giro inesperado que mandó a Paul a la cárcel por nueve días.
Al momento de decidir qué empacar para el tour, el ex Beatle pensó que no podía dejar atrás una gran cantidad marihuana que tenía almacenada para su consumo. Así que decidió echarla al maletín con el que llegaría a la ciudad, ¿qué es lo peor que podría pasar?
“Estábamos por viajar a Japón y sabía que no me sería posible conseguir algo que fumar allá... Lo que tenía era muy bueno para desecharlo por el escusado, así que pensé que era buena idea traerla conmigo”, recodó Paul en una entrevista en el 2004.
Pero no fue tan buena idea. Al momento de su llegada al Aeropuerto Internacional de Narita, una autoridad nipona encontró en la valija la marihuana que Paul había empacado: “Cuando el sujeto la sacó de mi maleta, parecía estar más apenado de lo que yo estaba. No traté de esconderla. Venía de los Estados Unidos y todavía tenía esa actitud norteamericana de que la marihuana no es tan mala. No me di cuenta de lo estrictos que eran los japoneses”.
Paul argumentó que la planta era para consumo personal y que se lo habían dado unos amigos. Pero las fuerzas de seguridad y control de la aduana le informaron que la cantidad que llevaba consigo, 218 gramos, era suficiente para acusarlo de contrabando e, incluso, tráfico de de drogas.
En ese entonces, el proyecto post Beatles de McCartney era todo un éxito. Las entradas que se habían puesto a la venta para los once conciertos que tenían programados se habían agotado rápidamente, pero eso poco importó a las autoridades: Paul había cometido un delito y debía pertenecer detenido en la cárcel de Kosuge mientras se llevaban a acabo las investigaciones correspondientes.
Mientras su esposo estaba detenido, Linda declaró ante la presa: “De verdad es una gran tontería. Aquí la gente es muy diferente. Se toman (la marihuana) demasiado en serio. Ahora Paul está detenido y no me dejan verlo. Tan pronto como consiguen atrapar a una persona amable como Paul, parece que estuvieran de fiesta. Nunca volveré a Japón. Ésta es mi primera y última visita”.
Privado de su libertad, Paul fue sometido a algunos interrogatorios por parte del Departamento de Control de Narcóticos de la Policía de Tokio, quienes intentaron indagar sobre la vida del cantante y su relación con las drogas, aunque él ya había confesado todo. Algunos seguidores se congregaron a las afueras de la arena Budokan para pedir su liberación.
En prisión, McCartney se mantenía aislado y llevaba la misma rutina que los demás reos: “Mi instinto natural de supervivencia y mi sentido del humor empezaron a desaparecer. Pensé: ‘Seré el primero en levantarme cuando se enciendan las luces, el primero con su celda limpia, el primero que se lava y se cepilla los dientes”, narra en el documental Wingsman.
El 25 de enero, Paul fue puesto en libertad y deportado de inmediato. Tras nueve días de encierro, consideraron que ya había demostrado arrepentimiento y que el tiempo que había estado en la cárcel había sido suficiente castigo.
“Después de tantos años de poder y libre albedríos limitados (...) casi llegó a disfrutar de la sombría sencillez, soledad y absoluta indefensión de su vida en la cárcel. Lejos de la penitencia, le resultó un alivio liberarse de los innumerables símbolos y ceremonias que implicaba ser Paul McCartney”, reflexiona Philip Norman, biógrafo del músico, sobre lo sucedido.
Chuck Berry y su larga relación con la cárcel
El músico estadounidense Chuck Berry, conocido por sus grandes aportaciones al rock n’ roll, se enfrentó a la justica por su alma rebelde y espíritu aventurero en distintas ocasiones. Desde un asalto armado hasta evasión de impuestos, Berry no perdía la oportunidad de enfrentarse a las autoridades.
En 1944, Chuck participó en un asalto a mano armada a tres tiendas durante un viaje que realizó con amigos a Kansas City. La suerte de Berry se acabó cuando lo detuvieron por robar un automóvil con una pistola.
Inmediatamente, Berry fue dispuesto a las autoridades e ingresó al Reformatorio para Hombres Jóvenes en Algoa, Missuri, en donde se dedicó al boxeo y formó un conjunto vocal durante los tres años que estuvo privado de su libertad.
El músico abandonó la institución el 18 de octubre de 1947, a penas cumplió 21 años. Pero esa no fue la única vez que tendría problemas con la ley. Casi 10 años después de que dejó el reclusorio, en 1959, Berry fue arrestado por transportar desde México a una niña indígena americana con propósitos relacionados con la prostitución.
Por estos cargos, Chuck recibió una condena de pagar 5 mil dólares y a pasar los siguientes tres años en Prisión Federal de Indiana. No obstante, el juicio que lo puso ahí estuvo lleno de irregularidades, especialmente por las expresiones racistas que emanaron del juez que le dictó sentencia.
Después de eso, en 1979 el Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos descubrió que el brillante guitarrista evadía impuestos, lo que le valió una tercera visita a la cárcel.
El organismo gubernamental se encontró con que Berry cobró todos los conciertos que ofreció a lo largo de la década de los setenta en efectivo, así que el creador del himno Johnny B. Goode fue condenado a prisión durante cuatro meses y a ofrecer conciertos benéficos como servicio comunitario, de acuerdo con la ABC.
Esa fue la última vez que Berry pisó la cárcel. Sin embargo, no fue la última vez que se enfrentó en la polémica: en 1990 fue denunciado por un grupo de mujeres por tener cámaras en los sanitarios del restaurante The Southern Air. El caso terminó con un acuerdo a puertas cerradas que presuntamente costó una cantidad millonaria.
Ozzy Osbourne: una travesura que terminó en las rejas
Ozzy Osbourne es una de las figuras más oscuras en la historia del rock n´roll. Siempre con lentes oscuros, las uñas negras y la melena despeinada. No es de extrañarse que la rebeldía de Ozzy surgiera desde la adolescencia, una complicada etapa para muchos, pero que tuvo un desafortunado desenlace en la cárcel para el músico.
Ocurrió en su natal Aston, en Birmingham, Reino Unido. Cuando entró de manera ilegal en la tienda de perfume propiedad de una de sus vecinas: “Sí, irrumpí en una tienda ubicada en la parte trasera de mi casa. Algunos niños habían caído en lo criminal y yo también lo hice durante algún tiempo, pero no era bueno en ello”.
“Yo no era un criminal de carrera. De alguna manera quería que me atraparan, para ser aceptado por el resto de niños malos en el área. No quería ir a la cárcel, pero fue ahí en donde termine”, recuerda Osbourne en el documental de A&E sobre su vida.
Ozzy pasó un mes privado de su libertad. Su padre se negó a pagar la fianza para enseñarle una dura lección. Esta medida tuvo un efecto positivo en él y logró llevarlo por un mejor camino: el de la música.
“Cuando estás en un lugar lleno de gente mala, te sirve un poco como educación. (En la cárcel) no quieren matarte, quieren tener sexo con un chico joven con una larga cabellera castaña. Un mes de cárcel fue suficiente”.
“Sabía que no quería regresar y que tampoco quería trabajar en una fábrica, la única pasión que tenía era la música”, concluyó. Aunque esta no sería la primera vez que Osbourne se involucrara en los escándalos.
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