En 1957, Pedro Infante se encontraba en plena filmación de Escuela de rateros. Esta cinta fue dirigida por Rogelio A. González en la que el originario de Sinaloa compartió créditos con Yolanda Varela y Rosita Arenas; además, fue la tercera película a color que tuvo el actor y cantante.
Pedro tendría alrededor de 39 años en ese entonces. Ya había sumado muchos éxitos desde su debut formal en el cine en 1942 a través de Jesusita en Chihuahua. Actuó con Sara García, María Félix, Tin Tan, Silvia Pinal, Blanca Estela Pavón y Jorge Negrete, los últimos dos fallecidos en 1949 y 1953 respectivamente.
En el ámbito personal estaba en plena batalla legal con su todavía esposa, María Luisa León. Tal parecería ser que afrontaba cargos por bigamia, pues había contraído matrimonio con la actriz Irma Dorantes sin que terminara de aceptarse su solicitud de divorcio con León. Su esposa “legítima” estaba exigiendo que anulara la boda entre la pareja de actores y la pelea se prolongó por más de 4 años.
De cualquier modo, en el exterior, Infante parecía mostrarse tan animado y sencillo como acostumbraba. Cumplía con su trabajo en los sets de grabación y nada le impedía seguir aceptando películas que estaban programadas para ese mismo año.
Pedro Infante no paraba y Escuela de rateros no sería la última película que haría en un buen tiempo a pesar de sus problemas legales. De hecho, después de la cinta de Rogelio A. González, el “Rey de las rancheras” comenzaría a trabajar en un nuevo proyecto que, para su alegría, sería la primera extranjera.
Al menos así se lo comentó al periodista y escritor Carlos Franco Sodja. Un día se encontraron de casualidad en el rodaje y Pedro le dio el anuncio antes que nadie. Tal parecía ser que los productores de sus películas estaban en negociaciones para cerrar un convenio con el cual Infante podría irse a Francia a grabar una película.
El libreto estaba hecho, tenían un argumento de película muy sólido y el actor, tan optimista como siempre se mostró, veía esa próxima cinta como un éxito seguro y la oportunidad única de catapultarse como actor de talla internacional.
Incluso le comentó al periodista que iba a compartir pantalla con una estrella reconocida de aquel país europeo. Franco Sodja intentó descifrar quién era, pero todo quedó en meras sospechas. Las candidatas eran Michèle Morgan, Brigitte Bardot, Simone Signoret y Mylène Demongeot, todas eran populares en Francia, además de muy hermosas.
El “Ídolo de ídolos” parecía realmente emocionado por ir a Francia, tanto así que desde semanas anteriores comenzó a tomar clases particulares de francés. Lo más probable era que se marchara al otro continente inmediatamente después de que terminara de trabajar en Escuela de rateros.
Sin embargo, las semanas pasaron. Nunca reveló el posible nombre de su filme extranjero, tampoco se sabe cómo le fue en sus clases de idioma, ni mucho menos se supo de qué se trataría aquella producción.
El 9 de abril de 1957, se le notificó a Irma Dorantes y a Pedro Infante que su matrimonio quedaba anulado, ya que María Luisa León, por ley, seguía siendo la primera y única esposa del actor. Días después, el 17, el sinaloense tomó una avioneta para volver lo antes posible a la capital mexicana para resolver el asunto.
No obstante, este viaje fue el último que hizo, pues la avioneta se estrelló, matando al actor y apagando a la leyenda viviente que fue Pedro Infante. Del mismo modo, la película que le emocionaba filmar nunca pudo consolidarse y el sueño de actuar al lado de una actriz francesa también se esfumó.
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