En 1959 Teresa llegó a las pantallas de los mexicanos. Hasta entonces, el éxito de las producciones en pantalla chica había sido abundante. No obstante, esta telenovela tendría un éxito hasta entonces no conocido y que continuaría dando frutos en adaptaciones posteriores, como la que interpretó Salma Hayek en 1989.
La historia, escrita por Mimí Bechelani, reconocida en el gremio por escribir grandes historias para la televisión, cuenta las peripecias de una joven sumamente guapa que busca utilizar su belleza y astucia para dejar atrás la vida humilde que su padre, un mecánico, y su madre, dedicada a lavar ropa, pudieron ofrecerle.
En el camino, Teresa pierde al amor de su vida, a la gente que ama y finalmente termina sola y enloquecida por lo que no pudo conseguir: “Teresa representa todo aquello que la sociedad de ese tiempo considera inaceptable en una mujer: ascenso social por medio de la explotación emocional de ‘corazones inocentes’, la mentira y el ocultamiento de la identidad”, explica el académico André Dorcé.
Pero más allá de “lo malo”, la cierto es que Teresa se convirtió en uno de los personajes más icónicos de la televisión. En su primera adaptación fue la actriz Maricruz Olivier quien dio vida a la malvada y ambiciosa Teresa, pues su indudable belleza y rostro de gestos finos eran ideales para interpretar semejante papel.
Como su personaje, Maricruz Olivier cosecharía fama de ser “mala y fría” con el tiempo. De acuerdo con distintos medios de comunicación, Olivier nació un 19 de septiembre de 1935 en Tehuacán, Puebla, en donde creció y vivió durante sus primeros años de vida. Desde pequeña, la actriz destacaba por su belleza y se distinguía por una penetrante mirada de ojos verdes.
Unos años más tarde, Olivier se estableció en la Ciudad de México, en donde se matriculó en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México en la carrera de Letras y Filosofía que se impartía en la Facultad de Filosofía y Letras; sin embargo, durante sus años universitarios, Olivier descubrió su verdadero talento y vocación: el teatro.
Dejó atrás la licenciatura después de dos años en ella y se enroló en la Academia Andrés Soler. Después de eso, logró protagonizar algunas cintas y obras teatrales y se consagró en la industria del entretenimiento como “la actriz de belleza siniestra”, debido a la impresión que causaba en el público.
En 1959, aconsejada por el actor y director de teatro Fernando Wagner, audicionó para obtener el protagónico de la nueva producción de Colgate-Palmolive, en asociación con Telesistema Mexicano, una telenovela de nombre “Teresa”, papel que le cambiaría la vida.
El éxito de la telenovela fue tan impresionante que un par de años después de que llegó a su fin, el guion fue adaptado para una película. Misma que fue protagonizada por Olivier y que gozó de un buen recibimiento por parte del público — en ella también actuaron importantes figuras, como Alicia Montoya, Manola Saavedra y Fernando Rey — .
No obstante del éxito, con el paso de los años, la vida personal de la poblana comenzó a tornarse un tanto oscura.
Aunque no hay nada comprobado, durante muchos años se especuló que la actriz tenía un conflicto con sus preferencias sexuales, mismas que no pudo ejercer libremente por los estándares de la sociedad de mediados del siglo XX y que siempre ocultó a las audiencias.
Aquello habría provocado que la actriz de otros melodramas de la época, como La sembradora, Estada de amor o La sonrisa del diablo y la aclamada cinta de terror Hasta el viento tiene miedo terminara sus días en soledad, justo como Teresa, acompañada de fuertes adicciones al tabaco y al alcohol.
Su última telenovela fue En busca del paraíso, en 1982, en donde actuó junto a unas noveles actrices: Victoria Ruffo y Laura Flores. Dos años después de aquel teledrama, la “actriz de belleza siniestra” fue diagnosticada con un agudo cáncer de páncreas y finalmente falleció un 4 de octubre de 1984.
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