Los romances mediáticos están llenos de contrastes. Sin lugar a dudas, los amoríos que provienen de conjugar el mundo de la política con el de la farándula son los más usuales, pero también los más polémicos y que por décadas pueden dar de qué hablar.
Así sucedió con Sasha Montenegro. Ella llegó a un submundo de ficheras, de vicios, hedonismo y todo aquello que hasta finales del siglo pasado se consideraba “indecente”. Sin embargo, ese siempre fue su atractivo, como de otras tantas vedettes que eran cotizadas en las esferas más altas de la política por ser “las de los sueños prohibidos”.
Aleksandra Aćimović Popović es el nombre real de la también vedette, quien incursionó en el cine por primera vez al lado del cantante José José y por una jugada del destino.
Nació en Bari, Italia, el 20 de enero de 1946, donde sus sus padres se establecieron tras abandonar su natal Yugoslavia. Su esposo, que mucho tiempo después habría de conocer tras una larga carrera en el cine, fue nada más y nada menos que el expresidente José López Portillo.
Sasha en más de una ocasión precisó que le desagradaba el acercamiento de señores, ya con bastante años encima. El estereotipo del burócrata panzón, viejo y calvo. Llegó de decir que lo despreciaba.
Irónicamente, el expresidente juntaba esas características. Aceptó que jamás cayó rendida a sus pies, pero lo respetaba. Incluso, sentía afecto por la impresión que el extitular dejaba, lo llegó a describir como un hombre “impactante” y de mucha “prestancia”.
“No tenía necesidad. Estaba de gira en España. había montado una comedia musical, paramos en Semana Santa. Escucho de repente que me dicen ‘Sasha, ¿qué hace usted aquí?’ Esto fue en el 84″, dijo en alguna ocasión en entrevista con Imagen Televisión.
“No creo que haya sido amor a primera vista, pero la verdad es que el señor era impactante. El era un señorón con mucha prestancia. Obviamente un hombre con una gran cultura, era un hombre encantador”, confesó.
Tristemente para ella, el matrimonio no fue lo que esperaba. Casarse fue todo un desafío para alguien tan hermosa como la vedette. No lo logró sino hasta 1995, por el civil. Tras su primer encuentro en Europa, sostuvieron una relación basada en una infidelidad. Portillo durante años engaño a su exesposa Carmen Romano.
Solo hasta la muerte de Romano, Portillo oficializaría una ceremonia religiosa para contraer nupcias con la oriunda de Italia. Ello en el años 2000. Cuatro años más tarde, el expresidente moriría a causa de una neumonía a los 83 años de edad. Dejó pensionada a Montenegro hasta el mandato de Andrés Manuel López Obrador.
El morenista decretó, al inicio de su presidencia, el fin de las pensiones a expresidentes. Con ello, el fin de la asistencia para sus viudas. “Del matrimonio se ha dicho y especulado cosas que no son ciertas. Solo me he casado una vez, solo tuve dos hijos (Nabila y Alexander). No pienso a volver a casarme nunca más, con una fue suficiente”, fueron las duras declaraciones sobre su opinión del matrimonio.
“No ha sido difícil, yo creo que trabajé demasiado, produje cinco obras de teatro, hice mil 200 días de palenque en cinco años, más de 80 películas, además de fotonovelas”, relató.
Cuestionada por medios de comunicación, en 2018, precisó que le daba tristeza que su vida fuera un reducto de lo que llegó a ser en pantalla. Expresó que ya no le importaba al público al tiempo en el que se apagaban sus oportunidades de volver a la televisión y el cine.
“Yo ya estoy fuera de esto. O tal vez ya no importo. Ya no me importa. Mi vida se ha centrado y lo saben todos, se ha centrado en mis hijos. Están grandes, pero yo los sigo viendo chiquitos”, explicó a la prensa.
Aunque Sasha era cotizada por su belleza, también cargó con el legado de su marido. Este lleno de polémicas también. La más popular, por la devaluación del peso mexicano en la década de los ochentas.
López Portillo salió ante los medios a dar declaraciones acerca de la caída del precio del petróleo, era el 17 de agosto de 1981, cuando expresó que habían personas que estaban “atentando” en contra de la economía mexicana, por lo que respondió que él se encargaría de “defender el peso como un perro”, frase que pasaría a la historia de manera infame.
La frase tuvo un gran eco mediático pero este no se reflejó en las cifras de la economía, porque al cierre de su sexenio, López Portillo recurrió de nueva cuenta al recurso de frases dramáticas que llegaron hasta las lágrimas para justificar la crisis, ante la mirada de los integrantes de su gabinete, entre ellos, quien sería sucesor, Miguel de la Madrid.
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