La diversidad sexual ha sido uno de los temas que poco a poco se fueron mostrando en el cine mexicano, sin embargo, son pocas las parejas que logran conquistar los corazones de los espectadores.
De acuerdo con Yolanda Mercader, profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana cuya línea de investigación abarca cine y género, así como cine mexicano, ubica al primer personaje homosexual del cine nacional.
“Don Pedrito”, de la película La casa del ogro en 1938, del director Fernando de Fuentes, la cual narra la vida de un hombre amanerado y amable que funciona como soporte cómico en la narrativa, recurso al que aún se recurre no sólo localmente, de acuerdo con un articulo escrito por la experta para el Festival Internacional del Cine en Morelia.
Durante la Época de Oro del cine mexicano fueron pocos personajes homosexuales, aunque no explícitamente, sino de madera ridiculizada o excusada, tal es el caso de los charros donde se le atribuye al alcohol las libertades físicas que pudieran ocurrir en las cantinas. Algunos ejemplos son La tía de las muchachas de 1938, del director Juan Bustillo Oro, Papá se desenreda de 1940, con Miguel Zacarías al mando o Las mujeres de mi general de 1950, dirigida por Ismael Rodríguez.
Sin embargo, fue hasta 1970, con el estreno de Un lugar sin limites con Roberto Cobo de protagonista, que se empezaron a retratar visiones más profundas y sin tapujos. Inspirada en la facción homóloga del Chileno José Donoso, el film representa la vida de hedonismo y vicios que era característica en las películas de ese entonces. La Manuela fue un personaje difícil de conseguir. A Ripstein le llevó meses encontrar quién quisiera interpretar al excéntrico travestido.
La homosexualidad femenina salió a flote con la actriz Isela Vega como portavoz del nuevo erotismo, ya que fue de las pocas que aceptaban roles lésbicos en el momento; prevalecía la noción ideológica de sólo existir dos tipos de mujeres: las decentes y las “otras”.
En Las reglas del juego 1971, dirigida por Mauricio Walerstein, se observa dicho recurso a través del drama que gira entorno a Verónica, una vedette amante de las drogas, imbuida en una red de traficantes, extorsionadores y cabaret. Ella está dispuesta a todo para mantener su vida “desenfrenada”
Lo mismo ocurre en El festín de la loba de 1972, donde Isela Vega encarna a una mujer obsesionada con el sexo. Esta película expone la travesía de una mujer en la búsqueda de saciar su obsesión. Entre sus múltiples amoríos se acuesta con su mejor amiga a quien orilla al suicidio, mientras que Isela continúa atrayendo personas hasta ingresar a un convento como estrategia para seguir seduciendo mujeres.
Frida, naturaleza viva de 1983, dirigida por Paul Leduc, y protagonizada por Ofelia Media trata de un retrato a la vida íntima de la artista Frida Kahlo, donde rememora sus múltiples relaciones sexoafectivas bisexuales, entre otras cosas, sin embargo, destaca el énfasis que la dirección pone a las múltiples expresiones de género que ocupaba Kahlo.
Recientemente, Alfonso Herrera y Emiliano Zurita protagonizaron El baile de los 41 la cual está basada en hechos reales durante el porfiriato, cuando Ignacio de la Torre y Mier (interpretado por Alfonso Herrera), yerno del entonces presidente Porfirio Díaz, participó en el “baile de los 41″, mismo que se convirtió en todo un escándalo.
De acuerdo con Emiliano Zurita, El Baile de los 41 intenta mostrar una realidad que no sólo fue evidente hace 120 años, sino que hoy en día sigue siendo parte de la cotidianidad.
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