Mauricio Garcés fue uno de los actores más reconocidos del cine mexicano durante la década de los sesenta y setenta. Su talento e interpretación de galán y conquistador de mujeres lo llevaron a hacerse de un nombre en el medio artístico de la época.
Sin embargo, sus aficiones y gusto por el juego lo llevaron al declive de su carrera, e incluso a convertirse en animador en una feria en el Estado de México ante la falta de oportunidades y dinero.
Así lo narró Isabel Lascurain, integrante del grupo musical Pandora, quien sorprendió al contar la peculiar manera en la que se encontró con uno de los iconos más grandes del cine mexicano: Mauricio Garcés.
Lascurain se encontraba hablando de los mejores momentos de sus giras con Pandora, y salió al tema las presentaciones en palenques, específicamente, los conciertos que realizaron muchas veces en la Feria de Texcoco, donde la intérprete de Cómo te va, mi amor narró la sorpresa que experimentó cuando se dio cuenta de que el presentador del lugar era el famoso galán.
“A mí de las cosas más tristes que me pasó en el palenque, que fue justo Texcoco y no sé si fue esa misma vez, el que era el presentador (que dice) ‘Hola, sí, qué bueno que vinieron’... era Mauricio Garcés”, compartió en compañía de José Eduardo Derbez para El Pedcast.
La sorpresa de su confesión dejó sin palabras a los conductores. “Mauricio Garcés era el presentador del palenque, se había quedado tan sin lana...”, continuó seriamente Isabel.
“Yo le decía ‘Señor, ¿por qué está usted de presentador? O sea, ¡Es Mauricio Garcés, de qué estás hablando! Y me dijo ‘Es que no tengo dinero’ Ah, caray... Bueno, pues qué le vamos a hacer”, recordó apenada la también presentadora.
El declive de la carrera de Garcés estuvo acompañado de fuertes problemas económicos, pues uno de las más grandes aficiones del actor era la apuesta y a los juegos de azar, lo que poco a poco lo llevó a la ruina.
Además, durante la década de los ochenta, Mauricio Férez Yazbek, que era su verdadero nombre, fue diagnosticado con enfisema pulmonar, lo que fue deteriorando su salud a lo largo de los últimos años de su vida.
Garcés, de origen libanés pero nacido en Tampico, Tamaulipas, comenzó su carrera artística a la edad de 20 años gracias a que su tío, el fotógrafo Tufic Yazbek, lo ayudó a incursionar en el mundo de la farándula.
La primer película en la que el actor participó fue La muerte enamorada en 1950, a lado de grandes personalidades como Miroslava Stern y Fernando Fernández.
Fue en esta cinta en donde Mauricio decidió adoptar el apellido de Garcés, pues consideraba que la letra G podría traerle buena suerte, ya que los tres actores que más lo inspiraban la tenían en su apellido: Clark Gable, Gary Cooper y Gary Grant.
Hasta ese momento, el género en el que había trabajado se reducía a lo dramático y el suspenso, incluso en su actuación en algunas obras de teatro, pero fue hasta la película Don Juan 67 que su personaje de galán seductor, elegante y cómico se desarrolló con plenitud.
A partir de ahí, comenzó una serie de comedias fílmicas que dieron a conocer su otra personalidad, el alter ego Mauricio Galán. Películas como El matrimonio es como el demonio, Click, fotógrafo de modelos, El criado malcriado, Departamento de soltero, Fray Don Juan y Modisto de señoras impulsaron su figura.
Fue en esa época cuando nacieron las inolvidables expresiones “Arrooooz”, “Debe ser terrible tenerme y después perderme” y “¡Las traigo muertas” que, hasta la fecha, siguen siendo clásico referente del cine mexicano.
“El Golfo de México” compartió papel con grandes actrices de la época como Maura Monti, Silva Pinal, Elsa Aguirre y Rossy Mendoza, a las que “conquistaba” al grado de que ellas estuvieran dispuestas a hacer lo que fuera por él.
Sin embargo, la realidad era distinta, ya que el actor no se consideraba en realidad guapo, además de que su personalidad era más bien tímida y reservada.
Además, en la última década de su vida, y debido a la carencia económica que sufrió, fue muy duro para él luchar contra le enfermedad que le dio su adicción al tabaco. Antes de morir, el impecable aspecto de Mauricio Garcés se transformó en un hombre sin voz, con dificultades para respirar y completamente consumido por la tristeza y la soledad.
Finalmente, el 27 de febrero de 1989 fue encontrado sin vida en un departamento de la Ciudad de México. El diagnóstico de su muerte fue un paro cardíaco resultado del enfisema pulmonar.
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