Jorge Alberto Negrete Moreno, mejor conocido como Jorge Negrete, fue uno de los charros del cine y la música más prolíficos en la historia. Su talento, su presencia y su atractivo físico le valieron ser uno de los galanes de la pantalla grande más recordados.
Por otra parte, el estilo con el que portaba sus trajes de charro, su habilidad para cabalgar y su voz le ayudaron a que le concedieran el título de “Charro Cantor”. Sin embargo, su vida pudo no haber sido la de la gran estrella que hasta la fecha es querido por muchos; ni siquiera habría sabido sobre su talento para la música.
Y es que hay que destacar varios puntos de la vida de Jorge. Él nació el 30 de noviembre de 1911 en Guanajuato, era uno de los cinco hijos del matrimonio de Emilia Moreno y David Negrete, quien era militar de la Revolución Mexicana.
El señor Negrete se retiró de la vida militar en 1921, aproximadamente. Y de ahí decidió irse con su familia a la Ciudad de México, donde comenzó a impartir clases de matemáticas en el Colegio Alemán Alexander von Humboldt. Sería por este empleo que pudo inscribir a sus hijos en esta escuela.
Fue así que Jorge se graduó de la preparatoria siendo políglota: aprendió inglés, francés, italiano, sueco e incluso aprendió un poco de las bases del náhuatl. Al poco tiempo, sin saber a dónde dirigir su vida, optó por empezar sus estudios superiores en el Colegio Militar, mismo en el que obtuvo el título Capitán.
Los estudios de Jorge no pararon ahí. Se dice que incluso había comenzado la carrera de Medicina y, con todos los conocimientos que había acumulado desde el Colegio Alemán, todo apuntaba a que Negrete iba a tener una vida alejada de los reflectores. Ni siquiera había figurado en él su interés hacia la música.
Sin embargo, el legendario Charro Cantor surgiría gracias a una casualidad. De acuerdo con la investigación del periodista e historiador Edmundo Pérez Medina, hubo una ocasión en la que Jorge tenía un día libre, mismo que quiso aprovechar para salir con uno de sus amigos, Guillermo Canales.
Estaban en la Alameda Central y tenían una reunión tranquila. No obstante, Jorge quedó cautivado por una joven pasaba con prisa por el lugar. Dispuesto a saber su nombre y hablarle un poco, siguió a esta muchacha hasta una casona. Ella, con el mismo apuro que llevaba desde calles antes, entró al edificio y se perdió.
El joven Capitán entró la residencia sin pensarlo y, en ese preciso momento, un hombre mucho mayor lo abordó para preguntarle qué buscaba. Jorge, asumiendo que se trataba del padre de la joven que perseguía, trató de salir de la situación sin problemas.
Buscó a su alrededor y, un poco lejos, reconoció un un letrero que rezaba “Academia de Canto de José Pierson”. Ya con su excusa lista, pudo responderle al señor que tenía frente suyo: “Vengo a buscar al maestro Pierson, porque quiero tomar algunas clases de canto”.
Luego de su réplica, el hombre reaccionó encantado y con entusiasmo: “¡Qué bueno! ¡Venga conmigo, yo soy el maestro Pierson!”. Entonces lo metió a su academia con todo y que Jorge parecía confundido por la situación.
Aquí habría que resaltar que José Pierson fue un reconocido profesor de canto. Su educación estuvo especializada en la ópera y fue el mentor de intérpretes como Fanny Anitúa y José Mójica, pero también estuvo detrás de voces más populares como Tito Guízar y Dolores del Río.
Si bien Jorge pudo haber ido un sólo día a la escuela de Pierson, lo cierto es que a partir de ahí comenzaría a pulir su voz y a tener un estilo inclinado en la ópera (tomaría mucho tiempo y esfuerzo antes de convencerlo de interpretar rancheras). Lo curioso es que, a pesar de que el futuro actor frecuentó bastante aquella casona, nunca volvió a ver a la joven por la cual terminó ahí.
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