Son pocas las ocasiones en las que el cine mexicano, durante el siglo pasado, tocó temas polémicos como la homosexualidad. De manera abierta en las producciones cinematográficas tomaban esa la orientación sexual como un tema irrisorio. En contadas ocasiones tuvo matices hasta cierta cinta polémica de finales los años setenta.
Corría le década del cine en que la época dorada quedaba muy lejos. Ahora la pantalla grande retrataba el bajo mundo de los burdeles, el hedonismo, la prostitución y el alcoholismo. Las famosas películas de “ficheras” eran las funciones estelares, sin embargo, ese lúgubre escenario se prestó para producir un clásico literario.
El lugar sin límites (1978), de Arturo Ripstein, inspirada en la ficción homónima, fue un proyecto duro de realizar. Roberto Cobo destacó en su papel de un hombre homosexual poco usual en la pantalla. Alguien que se puso los zapatos de un dueño de un prostíbulo, y entre momentos de contrastes muy coloridos, otros de crudeza. La Manuela fue un personaje difícil de conseguir. A Ripstein le llevó meses encontrar quién quisiera interpretar al excéntrico travestido. Una figura poco usual para un protagónico en ese entonces, muy estigmatizado, también.
Antes de dar con el famoso que dio vida a El Jaibo en Los Olvidados, Arturo tocó puerta con las celebridades del momento, necesitaba una combinación entre dominio actoral, buen humor y un porte un tanto afeminado. Su primera opción Adalberto Martínez Chávez, mejor conocido como Resortes.
No obstante, el cómico no lo tomó bien, entre insultos rechazó la oferta de Ripstein para caracterizar a la Manuela. En entrevista con Canal 22, el director lo describió como un actor abyecto y de poca cultura.
“Hablé con un cómico, bailarín. Resortes, un tipo abyecto que leyó el papel y no entendió una sola palabra. Lo único que me dijo fue: ‘cuando necesite un director joto, te llamo’. Un tipo repulsivo, ¿no? Su carrera es repulsiva”, fueron las duras críticas de Ripstein tras ser rechazado.
Sin embargo, Ripstein también reconoció que era una persona que hubiera interpretado bien a La Manuela. Pues Adalberto tenía mucho talento, desde sus inicio, Resortes destacó por sus destrezas y su versatilidad.
Adalberto venía de un familia de escasos recursos y hermano de 17, desde muy joven se dedicó a trabajar para ayudar en los gastos de la casa, a los siete años ya bailaba en las fiestas de la vecindad y poco después encantaba con sus originales pasos a los bomberos de la estación que había sido inaugurada en la calle Regina, quienes le daban unos centavos y los primeros aplausos que habría de escuchar toda su vida.
A los 15, el joven Resortes, a quien uno de sus hermanos, Carlos, apodó así por su manera de “dar saltos al caminar”, vendía paletas heladas afuera del Teatro Hidalgo, lo que le dio la oportunidad de conocer el mundo artístico, pues le dejaban pasar a ver las obras.
En ese 1931, el director de la obra Tierra y libertad le dio la oportunidad de aparecer de extra, como comparsa, y a partir de ese momento se fue adentrando al mundo de las históricas carpas, escenarios populares, y los salones de baile, formando con su amigo Juan Flores, quien tocaba muy bien el saxofón, el dueto de tap “Los espontáneos”.
Nació en tiempos de la Revolución Mexicana, el 25 de enero de 1916, en el callejón del Estanquillo número 10, en el corazón del barrio de Tepito, donde a la fecha pervive una placa conmemorando su legado.
SEGUIR LEYENDO: