Existe todo un mito alrededor de Pedro Infante. Si bien su fama y popularidad se mantiene por su talento actoral y musical, también es verdad que el oriundo de Sinaloa llegó a llamar la atención por varias características de su personalidad.
Algunos lo recuerdan como un romántico empedernido. Raúl Velasco, presentador de televisión, llegó a mencionar que era común encontrar a Infante atontado por la hermosura de alguna mujer o que estuviera en su camerino en compañía de alguna joven. Del mismo modo, su historial romántico da fe sobre lo enamoradizo que era.
Otros también lo tienen presente como alguien con cierto complejo de inferioridad. Sara García lo supo cuando en alguna ocasión, mientras grababan Los tres García y Vuelven los García, el “Ídolo de Guamúchil” se negaba a actuar porque no se sentía a la talla de sus compañeros de rodaje. También el cineasta Ismael Rodríguez lo llegó a decir cuando Pedro Infante no quiso trabajar en un principio con Jorge Negrete por temor a ser opacado.
Sin embargo, hay un punto en el que varias personas han coincidido y eso era que Pedro Infante, a pesar de todo, siempre fue alguien humilde y bastante generoso. Ya fuera para dedicar corridos a otros, dar mariachis o sólo compartir tiempo con sus fanáticos, el “Rey de las Rancheras” no sólo llegó a ser querido como artista, sino como ser humano.
Prueba de lo anterior tendría que ver con un hecho relacionado con su casa de Cuajimalpa, niños y juguetes. Según se ha llegado a decir, siempre que llegaba el día de los Reyes Magos, Pedro conseguía una enorme cantidad de juguetes, mismos que se dedicaba a repartir entre los pequeños que vivían por la colonia donde estaba el actor y quizá también de más lejos.
Hasta han mencionado que conseguía camiones para transportarlos. Lo que sí es verdad es que todos los 6 de enero había una fila enorme que rodeaba la residencia del histrión. Familias enteras, regularmente de bajos recursos, se reunían en este sitio a la espera de recibir un juguete y tener contentos a los más jóvenes de sus casas.
Uno de los motivos por los que dicen que Infante hacía esto tendría que ver con la infancia que tuvo. Aquí habría que destacar que el actor, nacido el 18 de noviembre de 1917 en Mazatlán, Sinaloa, formó parte de una familia bastante grande (era el tercero de 15 hijos), pero que era muy humilde.
Este hecho afectó a Pedro desde la infancia, ya que tuvo que abandonar sus estudios sin terminar la primaria. A partir de ahí se dedicó a trabajar y a ayudar a su familia como pudiera; por supuesto, el tiempo o la posibilidad de entretenerse con juguetes era inexistente, por lo que, en la adultez, se dedicó a compensar esta falta de diversión al ayudar a los niños de su colonia.
Pero también lo compensó consigo mismo. María Luis León, primera esposa de Pedro Infante, explicó para un medio de publicación nacional que podía vérsele al cantante en su enorme y lujosa casa actuar como niño con su colección de juguetes. Según comentó, Infante tenía alrededor de 50 y uno de sus favoritos fue un tren eléctrico.
De hecho, este juguete pudo haber sido tan especial que para el “Ídolo de Ídolos” que quiso compartir su gusto con otros. Por ahí se cuenta una anécdota en la que Infante visitó de sorpresa a Jorge Negrete en su hospital cuando supo de su estado de salud delicado.
En esa ocasión, al parecer, le obsequió un tren eléctrico. Curiosamente era un juguete que el “Charro Cantor” anhelaba tener y Pedro, además de dárselo, le ayudó a armarlo y a jugar con él por horas para mitigar la angustia de su compañero durante sus últimos días de vida.
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