A Peter Dinklage nada lo detuvo para cumplir SU sueño de ser actor. Es un ejemplo de superación en Hollywood, aunque él evita mostrarse como un ejemplo a seguir. Con sus 1,35 centímetros de altura, conoció de primera mano la discriminación. Pero su temperamento le permitió superar las burlas por su estatura, para convertirse en uno de los actores mejor pagos en la actualidad e incluso ser considerado un sex symbol por las mujeres que quedan impresionadas por su personalidad arrolladora y carismática. Su seductora voz y su talento lo hacen irresistible al público.
Desde pequeño supo que padecía acondroplasia, una condición que afectaba el crecimiento de sus extremidades y la columna vertebral, pero que no le impediría cumplir sus objetivos, ya que su familia siempre le inculcó la confianza necesaria para lograr lo que se propusiera. Por ejemplo: nunca bajaron las cosas de las estanterías más altas para que su hijo tuviera más fácil acceder a ellas. No era crueldad. Era cuestión de fe.
Pese al dificil panorama que enfrentaba en una industria compleja y estereotipada como la de Hollywood, rechazó muchos trabajos cuando era un absoluto desconocido. Se negó a toda costa a ser encasillado por su estatura. Perdió la cuenta de las cantidad de veces que le ofrecieron trabajos como duende. Sabía que estaba para más. La carrera que hoy tiene lo construyó diciendo que “no”.
En una discurso ante los graduados de Bennington College en 2012, donde estudió arte dramático de joven, el neoyorquino les anticipó un futuro duro, pero los instó a que nada los detuviera. “Esperé mucho tiempo en el mundo antes de darme permiso para fallar. Por favor, no se molesten en decirle al mundo que están listos. Enséñalo. Hazlo“, dijo y concluyó con una cita del dramaturgo Samuel Beckett: “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.
Muy reservado y discreto sobre su vida personal se rehusa a tener redes sociales. Defensor de los derechos de los animales y vegetariano desde los 16 años, en todas las películas o series que se lo puede ver comiendo carne, pero en realidad es tofu que el mismo provee a las grabaciones. Hoy, a sus 52 años, disfruta de su estatus de estrella tras años de mucho sacrificio.
Su lucha para ser uno más
Nacido en una familia de clase baja en Morristown, Nueva Jersey, desde chico desarrolló una personalidad extrovertida gracias al apoyo de sus padres. Su baja estatura nunca fue un tema a discutir dentro del hogar. “Nunca hablé de mi estatura con mi familia. No había nada que explicar. Es como tener que explicar tus manos. Creces con ello, es parte de ti, no es algo que aparece de repente una noche, como por ejemplo, una enfermedad”, declaró Dinklage a Rolling Stone en 2012 sobre la normalidad con que sus padres, un vendedor de seguros y una profesora de música, lo criaron.
Sin embargo, reconoció que enfrentarse a sus circunstancias fue doloroso y le afectó, sobre todo en su infancia. Su adolescencia transcurrió, según él, como la de cualquier adolescente. Sus padres se esforzaron por normalizar su condición, pero no lograron evitar momentos que le amargaron un poco el carácter. “Recuerdo verme en una grabación de una función del colegio y pensar: ‘Vaya, soy mucho más bajo que el resto de los niños’. Eso me partió el corazón”. Pero con el tiempo su actitud cambió “Cuando era más joven, definitivamente, dejé que me afectara. Estaba amargado y enojado. Pero al crecer, te das cuenta de que solo debes tener sentido del humor. Sabes que no es tu problema, es de ellos”.
Peter descubrió su vocación artística siendo un niño gracias a su hermano mayor, Jonathan, quien lo animó a perseguir su sueño de dedicarse a la actuación. A los seis años y junto a Jonathan, tocaban el disco “Quadrophenia” de The Who con instrumentos que construían con lo que entraban en su casa.“ Hacíamos todo el disco y vendíamos entradas. Poníamos los altavoces bocabajo en el suelo de arriba para que la música sonara a través del techo”.
Cuando terminó la secundaria fue por su gran sueño. En 1987, con dieciocho años, se graduó en la escuela Delbarton, en su ciudad natal, lugar donde comenzó a actuar, y cuatro años después se graduó de la Bennington College, en Vermont. Después se mudó a Nueva York.
Según contó a The New York Times, al principio apenas conseguía trabajo como actor porque se negaba a interpretar personajes estereotipados que ofrecían a las personas con enanismo. No quería ser encasillado en papeles de duendes y elfos. Fue tan estricto con sus ideas que estuvo mucho tiempo viviendo en Nueva York sin dinero para comer, compartiendo casa con amigos y hasta durmió en el piso con ratas. Tocó fondo pero no cedió. Fue parte de proyectos independientes tanto en cine como en teatro que le permitieron formarse como actor pero que no pagaban las cuentas. “Quería estar orgulloso de lo que hacía. Tenía otros trabajos. De oficinista, de limpiador… Cualquier cosa. Y así iba tirando. Pero era una cuestión de dignidad”.
Pero su suerte cambió en 1995. A los 26 años, Dinklage debutó en el cine con “Vivir rodando”, una comedia negra protagonizada por Steve Buscemi. Pero no fue hasta 2003 y la película “The Station Agent” que logró hacerse un nombre en la industria, encadenando ya un proyecto tras otro.
Su consagración definitiva llegó con “Game of Thrones”. El escritor George R.R. Martin notó la evolución artística de Dinklage y en 2009 lo llamó como su única opción para ser parte de la serie de HBO. Al principio, el actor dudó porque le dijeron que la trama tendría mucha fantasía y temió que su personaje caiga en lugares comunes. Afortunadamente, lo convencieron y el resto es historia. Gracias a su actuación aclamada por la crítica, no solo ganó un Globo de Oro y tres premios Emmy, sino también una legión de fanáticos devotos.
No quiere ser modelo de nadie pero tampoco una burla
El intérprete del éxito de HBO es consciente de que la serie ha supuesto un antes y un después para los actores que, como él, padecen acondroplasia. “Antes de que apareciera mi personaje, las personas de mi estatura no interesábamos a ningún productor”, ha afirmado.
No obstante, Dinklage no busca ser un modelo a seguir ni ser vocero de las personas con su misma condición. Hizo una excepción en los Globos de Oro en 2012. Cuando recibió el premio dio un discurso sin retórica, simple y efectivo. En un momento, reflexionó: “Estoy pensando en un hombre llamado Martin Henderson... búsquenlo en Google”, sugirió.
Martin Henderson es un actor con enanismo que estaba celebrando su cumpleaños con amigos cuando un borracho lo golpeó brutalmente a causa de su estatura.
Esa mención a Henderson en la gala de los premios hizo que a Dinklage le llovieran ofertas para visibilizar los problemas y discriminación que sufren las personas como él. Pero no ha aceptado nunca. “He dicho lo que quería decir. No creo que haga bien a la salud pensar en lo que habríamos querido siempre ser y que sin embargo no somos”, reflexionó. “Es algo que distrae y hace perder el tiempo. Cada uno en la vida tiene sus penas y sus desafíos”.
Sobre la corrección política a la hora de hablar de la acondroplasia, dice que no le importa que lo llamen “enano” y que odia la expresión “gente pequeña”. “Estoy a favor de la corrección con los términos, pero tampoco hay que ir de puntillas. Llámame ‘enano’, pero sé auténtico. No puedes ser demasiado cuidadoso todo el tiempo, porque eso te aleja de la gente”.
Un hombre irresistible
Dinklage tiene una personalidad arrolladora. Su atractivo también ha sido un detonante de su fama. Aunque es escéptico sobre que se haya convertido en un sex symbol. “Es bueno que la gente piense fuera de los esquemas convencionales, pero lo de sexy no me lo creo ni por un minuto”, ha dicho. Aunque reconoce que no le ha ido nada mal. “Las mujeres se suelen sentir atraídas por hombres que tienen confianza en sí mismos. Confianza y sentido de humor. Eso me ha venido bien, la verdad. Me dio mis oportunidades”.
Sus compañeros de trabajo aseguran que es un auténtico seductor.
“Durante una cena miré a mi alrededor y vi que todas las mujeres, incluida la mía, estaban concentradas en sus palabras, hechizadas”, confesaba David Benioff, co-creador de la serie de HBO. Cualidad que su mujer, la directora de teatro Erica Schmidt, ratificó: “A Peter le encanta coquetear y lo hace muy bien. Últimamente las mujeres han estado casi lamiéndole la cara”.
Emilia Clarke corroboró las palabras de la esposa del actor. “Su encanto es irresistible. Una vez, mi madre, que es muy inglesa, fue a verme al rodaje de la serie y nunca la había visto sonrojarse tanto como cuando se puso a hablar con Peter”. Sophie Turner, quien interpreta a Sansa Stark en la serie, también lo halagó: “Tuvo la suerte de estar casada con Peter Dinklage en la pantalla. Rezuma atractivo sexual natural”.
Dinklage se casó con Schmidt en secreto en Las Vegas en 2005, antes de que el éxito de “Game of Thrones” se instalara en su vida. “Tuve que ir a la ciudad para participar en un evento benéfico y, ya que estábamos ahí, decidimos hacerlo. Fue un poco solitario. Tenemos un video en VHS de la boda que nadie verá nunca porque lo enterramos dentro de una caja”, confesó a The New York Times.
La pareja tiene dos hijos (nunca revelaron sus nombres públicamente) y desde 2012 vive alejada del ruido de Manhattan en una zona rural a las afueras de Nueva York. Sobre la fama, bromea: “Me encantaría pasar inadvertido, pero mido 1,35″. Si un fan lo reconoce por la calle, prefiere hablar y no una foto sacada sin permiso. “¿Acaso no es mejor presentarse y conocer a la persona que robar una foto borrosa?”, se pregunta. “No hay ningún recuerdo detrás, porque no han vivido ese momento”. Y cuando le preguntan que quiere inculcarles a sus hijos es muy claro: “A que luchen por sus convicciones. Yo soy un luchador. No estaría aquí, si no lo fuera”.
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