Chavela Vargas era una mujer muy alejada de lo típico. Por principio de cuentas generaba curiosidad escucharla decir con orgullo lo mexicana que era a pesar de que su país de origen fue Costa Rica. Luego fue toda una controversia desde los años 50 por portar vestimentas comúnmente vistas en hombres.
La también llamada “Chamana” no quiso presentarse con un vestido, una falda, el cabello largo, tacones o maquillaje. No se sentía parte de ella ni de su esencia usar esta ropa. Lo suyo eran los pantalones, las camisas y el cabello corto o recogido.
Para esos tiempos el estándar femenino eran mucho más estricto, por lo que la presencia de una cantante como Chavela generaba escándalo entre muchos artistas y en buena parte del público. Por si esto fuera poco, lo que provocaba el grito en el cielo era que la intérprete fuera lesbiana.
Por muchos años esto fue más un secreto a voces que una afirmación explícita de Vargas. Sin embargo, todos los que estaban dentro del medio y que conocían al menos un poco a la cantante, sabían de algunos de sus romances con mujeres.
Este detalle de la Chamana llegó a oídos de muchos. Entre ellos estuvo el director y actor de cine Emilio “Indio” Fernández, quien también tenía cierta fama entre los del gremio, aunque por razones muy diferentes.
Indio, charro, ex soldado de las filas revolucionarias, disciplinado, temperamental, estricto, violento y hasta misógino son algunas de las características con las que varias personas llegaron a describir al encargado de cintas como Flor silvestre y Maclovia. Incluso su hija, la escritora Adela Fernández y Fernández, quien logró ser amiga de Chavela, mencionó en una entrevista que era un “impresentable homófobo”.
De cualquier modo, el Indio Fernández reconocía el talento cuando lo veía o lo escuchaba. Fue por ello que intentó pasar de largo la orientación sexual de Vargas y la invitó un día a su casa para tratar de convencerla de actuar en una de sus películas.
Esa ocasión el director planeó una cena entre varias personas donde dos de las invitadas especiales eran la propia Chavela Vargas y María Elena Marqués. De acuerdo con Adela Fernández, estaban en pleno evento, quizá alguna de las intérpretes estaba cantando, cuando el cineasta abrió una ventana, tomó una pistola y disparó a unos patos que estaban en el estanque de la casa.
Esto, además de incomodar a los presentes, horrorizó y confundió a la Chamana, quien no dudó en preguntarle a Fernández por qué lo hacía. El Indio, quien según la compositora ya había tomado mucho tequila, le respondió que les había disparado “por put*s”, haciendo referencia a la homosexualidad de forma muy despectiva.
Según la versión de la cantante, le pidió a su anfitrión que no los matara, a lo que Emilio le gritó “¡No y a ti también te voy a dar!”. Esto la hizo enfurecer, pero al mismo tiempo temió por su compañera, a quien le pidió salirse de la casa “como pudiera”.
En un momento dado el director estaba apuntando a Chavela con una pistola. Ella, dispuesta a confrontarlo, le pidió un arma al mayordomo de la casa para que al menos estuvieran en las mismas condiciones.
No obstante, dicho mayordomo se negó y le explicó a Vargas que no podía hacer eso porque sabía que ella sí sería capaz de matar al Indio Fernández. Esto hizo reaccionar a la cantante, quien dijo “Sí, ¿verdad? Me voy a echar una muerte encima tan estúpida. No vale lo que vale la bala” y después se retiró de ahí.
Desde ese momento nunca volvió a dirigirle la palabra al director de cine. El plan de hacer una película juntó a él se volcó y hasta sus últimos días sostuvo que Fernández era un “señor inmundo y detestable”.
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