El año 1968 estuvo marcado por muchos frentes: por un lado, revolución y liberación; por el otro, la represión. Los movimientos sociales que hacían frente al autoritarismo de un sólo partido en México y la revolución cultural y social que dio pie a a los cuestionamientos del rol de las mujeres en la sociedad mexicana, que derivó en una revolución sexual.
Con una fuerte influencia de los movimientos feministas de la década, especialmente en los Estados Unidos, las mujeres mexicanas de las metrópolis más grandes del país, como la Ciudad de México, atendían al reclamo de la autonomía sexual, alejándola de sus propósitos reproductivos y acercándola al placer.
En este contexto, se filmó Patsy, mi amor, la cinta del director mexicano Manuel Michel y cuyo guion fue escrito por el célebre escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez. La película lanzó al estrellato a una de las actrices más aclamadas del cine mexicano, Ofelia Medina y logró retratar una capital mexicana sumamente sumergida en la psicodelia de su juventud.
Lejos de Frida de Paul Leduc y de su faceta como directora y como activista, Ofelia, con tan solo 18 años, interpretó a “Patsy”: una chica de clase alta que vive en Coyoacán, en la Ciudad de México. Universitaria, ilustrada, centrada y, especialmente aguerrida con su sexualidad: “Quiero decir que será cuando yo quiera y con quien yo quiera”, exclamó en una escena emblemática cuando uno de sus amantes buscó presionarla para tener relaciones sexuales.
Un alma rebelde, que, a más de cincuenta años de haberla interpretado, Medina recuerda con cariño: “Cuando estudiaba danza, el director de cine Manuel Michel estaba haciendo un programa llamado La hora de Bellas Artes y fue a mi escuela para hacer un reportaje, ahí me vio y me dijo que yo tenía muchas posibilidades para la actuación. Además me comentó: “Algún día vamos a hacer una película juntos”, narró Ofelia en una entrevista con TVNotas.
Y así fue. Aunque no era parte del plan original de la oriunda de Mérida, Yucatán, Medina terminó dando vida a la protagonista de la cinta: “Hicimos ‘Patsy, mi amor’ en 1969, que estuvo en el festival de Reseña de Acapulco y la gente la recuerda mucho”, narró.
A lo largo de la cinta, “Patsy” transita y descubre el mundo que la rodea con cierta libertad: abundan las reuniones con sus amigos y las constantes visitas al Anahuacalli, museo que fue diseñado por Diego Rivera en 1964 para albergar una nutrida colección de piezas colombinas, y que entonces tenía solo seis años.
También brilla el vestuario de la época; minifaldas, las clásicas botas de colores sólidos con tacón ancho, blusas recordadas, cinturones anchos y cintas para el cabello para las damas, vestidos y pantalones cortos, pantalones estampados, para los caballeros: todo aquello al más estilo a gogó que dominaba la época.
No obstante, la vida de Patsy cambia cuando se enamora de Ricardo, interpretado por el también aclamado actor mexicano Julio Alemán; un hombre de 40 años, casado y con hijos que enseña a la joven las mieles del amor y también la amargura de un primer corazón roto.
Entonces, “Patsy” se enfrenta al mundo que hay más allá de la pequeña burbuja que es su familia, amigos y las clases de baile. En donde nada pesa y nada lastima.
Más allá de ser la hija única con un padre consentidor y una madre sumamente conservadora, “Patsy” es una mujer joven que lucha por definirse a sí misma, a su ritmo y bajo sus propios términos y cuya historia es la perfecta unión del argumento de Márquez y el cine mexicano de los años 60.
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