Luego de que la youtuber Maire Wink denunciara la secta sexual de Ricardo Ponce, quién se proclama “creador de la autosanación”. Una decena de mujeres han salido a testificar las violaciones, abusos y otros tipos de violencia sexual que vivieron durante los retiros de este personaje.
Una cuenta de Instagram llamada @denunciaaricardoponce, creada por una masajista española, ha servido como plataforma para dar voz a las mujeres agredidas. Una de ellas relató el escalofriante episodio que vivió a manos de Ricardo Ponce con otras dos mujeres.
En aquel entonces, Ponce cobraba 15,000 pesos por la entrada VIP y no 55,000 pesos como expuso la youtuber. El agresor era un hombre “que te pintaba todo super bonito (...) el vato era como: ‘te toco aquí, te sano y toda tu vida se transforma’. Era como mágico’”, explicó la víctima.
El retiro tuvo lugar en Bacalar y la joven asistió en compañía de una amiga. Todo parecía marchar bien hasta que el último día, en la actividad del “Túnel de los Ángeles”, Ricardo Ponce la abrazó y comenzó a restregar su pecho con el de ella. Al separase, le dijo: “No tengas miedo. ¿Por qué le tienes miedo al amor?”.
Así finalizó el retiro. Ella, su amiga y otras dos chicas VIP fueron invitadas a una reunión. La joven y su amiga llegaron primero. Ponce apareció con un fotógrafo y su entrenador de gimnasio y ordenó que su amiga no participara en lo que tenía planeado. Sacaron a la acompañante del lugar y ella se quedó sola. La pesadilla acababa de comenzar.
“Yo dije: Ok, está bien. ¿Y dónde están los demás? Yo esperaba que viniera una camioneta con más personas. Yo no me sentía segura (...) tú piensas en ese momento que nada malo va a pasarte porque dices ‘estoy en compañía, estoy con él. Nada malo va a pasarme. Carajo’”, relató.
Llegaron las otras dos chicas y Ponce ordenó que las guiaran arriba. “En ese momento estás tan frágil que solo quieres seguir sintiendo bonito”, dijo la víctima, quién supuso que arriba habría un lugar en el que seguirían conviviendo.
El espacio no era grande, pero sí lujoso. “Espérenlo aquí”, les dijo el entrenador. Sin embargo, dentro del cuarto no había ninguna mesa, no era un espacio de convivencia. En ese lugar solo había una cama, un tocador y consoladores a plena vista. “En ese momento me asusté”, contó la joven. “Ok, ahorita van a llegar los demás, pensé. Uno no piensa que lo van a violar y le van a hacer cochinada y media”.
Ricardo Ponce tardó una hora completa en llegar. El entrenador las entretuvo y cuando el agresor abrió la puerta, les preguntó: “¿Están listas para sanar conmigo en la cama?”.
Todas quedaron congeladas. Se voltearon a ver y una de ellas le preguntó: “¿Estás segura de lo que dijo?”. En esos contextos, el cerebro entra en un estado de supervivencia. “Yo no podía decir: jajaja pendejo, oye déjame ir”, explicó. “Yo dije: ‘este tipo, no sé que va a hacer, pero hay tres tipos dentro de este hotel. Dentro de este cuarto, no sé que va a pasar’”.
Entonces el hombre ordenó: “Desnúdense”.
Ellas se quedaron estáticas hasta que alzó la voz para decirles: “¿Quieren que las mate a putazos? entonces desnúdense si no quieren que las mate y las aviente aquí al mar”.
La joven cuenta que Ponce reía a carcajadas al decir esas frases. Ellas tuvieron que obedecer. “Uno quieras o no obedece, porque poniéndote en esa situación, uno no va a decir ‘le voy a poder a este pendejo’. No vas a decir ahorita le pego y me escapo, habiendo tres hombres en la habitación”.
Comenzó la agresión. Ricardo Ponce es acusado de atacar sexualmente a las tres jóvenes, a quienes pedía que hicieran una serie de cosas con él, entre ellas y con los consoladores. En algún momento, recuerda, una de ellas se soltó llorar. “Era un llanto incontrolable”.
Si una de ellas se negaban, él se ensañaba aun más, contó. El ataque fue tan brutal, que una de ellas no pudo evitar orinarse. Ponce entonces se dirigió a ella y le dijo: “¿Te gusta? putita, por eso te viniste”.
La mujer que reveló la violación intentaba no hacer contacto visual con él. Se hacía un lado o se arrinconaba lo más que podía.
Cuando terminó, el agresor sentó a las tres jóvenes en la cama y les preguntó: “¿Van a contar esto?”. Ninguna contestó. “¿Quieren contar esto?”, les preguntó alzando la voz. “¿Van a hablar, hijas de puta?”, insistió gritando.
Fue entonces cuando la narradora del caso dijo que no con la cabeza. Él la tomó del cuello con la yema de los dedos y les dijo: “Más te vale que no hables porque vas a amanecer muerta. La que abra el hocico la parto a putazos y no sólo la parto a putazos, la macheteo, y la tiro al mar. Si van a hablar, háganlo ahorita para partirlas a putazos y que no sepa nadie de ustedes. ¿Vinieron a un retiro? No. No sé que pasó, las mataron. ¿Quién? no sé. Yo soy un hombre de poder y las puedo hacer desaparecer así”. Chasqueó.
Luego de la traumática experiencia, la joven volvió a su casa. Tardó mucho en contarlo, perdió contacto con las otras dos chicas y tuvo que ir a terapia psicológica y psiquiátrica. El video de Maire Wink le dio la fuerza para salir a hablar. Aunque teme por su vida, por fin pudo exponer la violación y amenazas que le hizo Ricado Ponce, “el sanador sexual”.
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