Entre la larga lista de íconos del cine mexicano siempre ha destacado el nombre de Sara García. No por haber hecho a una diva, no por ser la joven abnegada y en apuros, sino por ser una excelente representación de una abuela amorosa pero severa.
Sara fue la muestra más pura del amor filial tanto en la pantalla grande como en la chica. De hecho, ella misma mencionó que tuvo muchos hijos y nietos postizos. Pero, más allá de la imagen adorable que mostraba a los espectadores, la vida de esta gran actriz estuvo marcada por varios episodios trágicos.
La primera muestra de ello ocurrió incluso antes de que naciera en 1895. Sara tuvo como padres a Isidoro García Ruiz y Felipa Hidalgo Rodríguez, quienes eran originarios de Andalucía, España. No tuvo hermanos, puesto que los otros diez hijos que tuvo este matrimonio murieron.
Si Sara nació en México fue porque su padre era arquitecto y llegó al país para restaurar la catedral de Monterrey. Poco se sabe de cómo fueron estos primeros años en la vida de la futura actriz, pero en el año 1900 el señor Isidoro García tuvo un derrame cerebral por el cual moriría luego de estar por un tiempo postrado en la cama de un hospital.
De hecho, la búsqueda de un tratamiento para Isidoro fue lo que llevó a toda la familia a mudarse a la Ciudad de México. Luego de la muerte del arquitecto, tendrían que pasar 5 años antes de que ocurriera otra tragedia en la vida de Sara.
En 1905, la futura actriz enfermó de fiebre tifoidea. Si bien pudo recuperarse de esta enfermedad, terminó contagiando a su madre. Esto resultaría mortal para Felipa, pues al poco tiempo murió y Sara se quedó huérfana, apenas bajo la tutela de Cecilia Mallet, la directora del colegio donde estudiaba.
Los años pasaron, Sara se hizo una joven que desarrolló sensibilidad por el arte, misma que le valió un empleo en el colegio de las Vizcaínas como profesora de dibujo. Luego llegaría 1917, año en el que logró su primera aparición en cine como personaje extra en la cinta de Joaquín Coss, En defensa propia.
Por muchos años la vida de Sara se desarrollaría con cierta normalidad. Fue abriéndose paso por la industria del cine, dejó su trabajo como profesora, incluso se casó con Fernando Ibáñez, de quien se divorció tiempo después porque le fue infiel.
De hecho, sería de este matrimonio que nacería, en 1920, la única hija de Sara García: María Fernanda Ibáñez. Luego de su divorcio, la actriz se encargó por sí sola de la crianza de su primogénita. Fue así que esta niña llegó a la juventud y, siguiendo los pasos de su madre, comenzó su carrera artística en cine.
Primero hizo papeles de extra en algunas películas, después tendría la oportunidad de compartir créditos al lado de Sara en No basta ser madre. Incluso conocería a Jorge Negrete en su primer papel protagónico, La madrina del diablo, y lograría enamorarlo. Para fortuna de Sara, quien no toleraba al actor, este noviazgo nunca funcionó.
Fue entonces que llegó el 17 de octubre de 1940. Sara estaba en plena puesta en escena cuando le informaron que su hija murió con apenas 20 años. En una casualidad tétrica, supo que la causa de muerte fue fiebre tifoidea, la misma enfermedad por la que Felipa, su madre, falleció muchos años antes.
Sara no volvió a casarse, tampoco tuvo más hijos. Se concentró con mayor rigor a su carrera actoral y, cuando finalmente aceptó su papel como la abuela eterna del cine, comenzó a ser reconocida como tal. Fue en estos años que cruzó caminos con Pedro Infante para las películas Los tres García y Vuelven los García.
Fue gracias a estas cintas de Ismael Rodríguez que la gran actriz conocería a una de las personas que más cariño le tuvo. Pedro se convirtió en su nieto postizo favorito; mientas que el “Ídolo de México” le tendría tanta estima y respeto a Sara que le llevaba serenata todos los días de la madre.
La amistad entre ambos siempre se proyectó en el cine y, muchos años después, Sara contaría la estima que le tuvo. Por ello no es de sorprender que esta intérprete fue una de las tantas estrellas que padeció la muerte de Infante el 15 de abril de 1957.
Se dice que Sara no dejaba de llorar durante el funeral del también cantante. Mucho tiempo después, en entrevista para Félix Sordo, se expresó así del actor: “Yo lo recuerdo con mucha ternura y lamentando profundamente todavía el que se haya muerto”.
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