Joan Collins creció en el seno de una familia británica dedicada a las artes. Un padre representante de grandes artistas, una madre profesora de baile y una hermana menor que creció para convertirse en una escritora reconocida. Todos formaban parte de un ambiente propicio para que la niña de pelo castaño que nació en Londres el 23 de mayo de 1933 hiciera carrera en la actuación
Pero a Joan le tocaría vivir muchos sinsabores antes de llegar a la cima: en el camino, abundaron las férreas críticas que la señalaban por aceptar las “sobras” de otra bellísima y mucho más codiciada actriz británica, Elizabeth Taylor; así como también sufrió el sexismo que reinaba, como hasta nuestros días, en la industria cinematográfica.
En la arena personal, Collins libró múltiples batallas. Cinco matrimonios, cuatro dolorosos divorcios, y el haber contraído nupcias con quien fue su agresor sexual. Todo eso y más se esconde detrás de los ojos verde esmeralda de uno de los rostros más reconocidos de Hollywood, que hoy celebra sus 88 años.
Mucho antes de ser bautizada como la “Chica mala de Inglaterra”, Collins inició sus estudios en arte dramático en la Academia Real de Arte Dramático cuando tenía apenas 15 años. Al mismo tiempo, de acuerdo con la base de datos Britannica, solventaba los gastos de su carrera con pequeños trabajos de modelaje.
Collins destacaba por su esbelta figura y talento, así que rápidamente llamó la atención de un agente de cine que la casteó para su primer papel en la comedia Lady Godiva Rides Again, posteriormente renombrada Bikini Baby. Aunque no recibió crédito alguno por su participación.
Sin embargo, un año después, llegó la oportunidad de que Joan viera su nombre escrito en la pantalla grande con la película de 1952 I Believe in You. Entonces sí, firmó un contrato con una compañía de entretenimiento inglesa y pronto todo Hollywood fijaría sus ojos en ella.
Mientras Joan trabajaba en la filmación de Land of Pharaos (1955), dirigida por el cineasta estadounidense Howard Hawks, la joven de curvas pronunciadas y cintura de avispa llamó la atención de un ejecutivo de Hollywood que pronto le ofreció un contrato para sumarse a la Twentieth Century-Fox.
Al contrario de lo que le había aconsejado su padre, quien, según ella misma confesó en una entrevista con Jonathan Ross, le había recomendado no perseguir una carrera como actriz, Joan se transformaba en una gran promesa para el cine: " A los veinte firmé un un contrato con 20th Century Fox y me subí a un enorme jet para viajar a Estados Unidos completamente sola”, narró.
Pero en realidad Joan no estaba completamente sola. En 1952, la joven actriz ya había contraído matrimonio con quien fue el primero de sus cinco esposos: Maxwell Reed. Aquella relación, no se sabría hasta años después, estaba enlazada por la culpa que surgió en ella, luego de que el actor irlandés la drogara y abusara sexualmente cuando tenía 17 años.
El episodio, recordado por ella misma, marcó su vida: “Pensé que (casarme con él) era lo mejor porque me había quitado la virginidad. Realmente le odiaba, pero me sentía tan culpable de que me hubiera hecho eso”, narró Collins en el 2014.
‘Eso’, drogarla con una sustancia que había echado en su bebida y abusar de ella: “Lo siguiente que vi es que estaba tirada en el sofá y él violándome. Fue algo horrible, no podía creer que me estuviera pasando algo así y que me hubiera echado droga en mi bebida”.
Pero en 1956, Joan se divorció de Maxwell y finalmente continuó con su carrera artística: despreocupada, divertida, con un cutis de porcelana, así era Joan en pantalla. En poco tiempo pasó a ser “una cara bonita” que debía abrirse paso en Hollywood a costa de su belleza.
Ese encasillamiento, aunado al sexismo de la industria, le costó una de las oportunidades más importantes de su carrera: el papel de Cleopatra en la superproducción homónima del estudio en el que trabajaba y que terminó perteneciéndole a Elizabeth Taylor, quien también saltó a la historia como uno de los íconos del cine de la época.
En 1963, Joan rechazó el estelar de aquella película, para el cual ya había hecho incluso pruebas de cámara, porque un ejecutivo se le insinuó sexualmente para obtenerlo. Así lo narró durante una entrevista con CBS:
“Era el director de casting”, recordó Collins. “Era la cabeza del estudio, y me dijo: ‘Te puedo rentar un lindo departamentito e ir a visitarte. Y no sólo tendrás los mejores papeles (en 20th Century Fox), pero te veremos como Cleopatra”.
Joan cerró la puerta en su cara y se marchó. Durante la década de los 70 incursionó en algunas producciones de soft-porn, como la producción The Stud y la secuela The Bitch, ambas adaptaciones cinematográficas de novelas románticas escritas por su hermana menor, Jackie Collins.
Pero en 1981, Joan, con 40 años, consiguió el antagónico que la consagraría en el imaginario popular: Alexis Carrington, en la serie de televisión Dinastía. En la pantalla chica, Alexis se convirtió en un símbolo de la moda: hombreras y un peinado enorme, con atuendos que eran diseñados para el personaje muchas veces a petición del propio gusto de la actriz.
Su personaje mejoró la recepción de la serie que se estrenó en enero de ese año y que aumentó su popularidad durante la segunda temporada.
La popularidad del personaje fue tanta, que Collins se ganó el amor de la persona más importante del Reino Unido: Isabel II. La reina, durante un encuentro con la actriz, le confesó que los miembros de la realeza británica eran asiduos televidentes de la teleserie.
“Oh sí, ‘Dynasty’. La vemos”, Collins contó para CBS que la Reina Madre le dijo alguna vez. “Yo dije, ‘¡Oh! Y, ¿me odian?’, ella contestó, ‘Claro que no, querida. Te amamos”.
Y es que, de acuerdo con la actriz, el público amaba al personaje porque era exitosa en su carrera profesional, asertiva en sus relaciones con los hombres y despiadada cuando se trataba de proteger a sus hijos: “Fue la primera mujer empoderada en la televisión. ¡Es tan ‘rompe bolas’, tan perra, tan zorra! Ya sabes, yo estaba defendiéndome a mí misma como una mujer independiente”.
Claro que su éxito no era bien visto por los hombres de la industria. Con el éxito de su personaje, Collins se enfrentó a la envidia del actor John Forsythe, quien interpretaba a Blake Carrington y era el protagonista de la ficción.
“Yo no le gustaba a John, porque John es un hombre a la vieja usanza, misógino y un poco sexista”, contó durante una entrevista en 2019 sobre el actor que falleció a los 92 años en 2010. “A él francamente no le gustaba esta mujer inglesa y escuchar a todas las personas decir, ‘Oh, ella hizo el show’”.
Pero eso poco importó, Collins logró pasar a la historia por sus encantos y sus particulares sombreros. De ser “La chica mala de Inglaterra” a la malvada exesposa que todo el mundo amaba odiar, hoy Joan disfruta de una vida repartida entre su natal Inglaterra y Estados Unidos, la tierra que la vio triunfar.
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