El género regional mexicano se ha visto ensombrecido a través de tiempo por algunos crímenes perpetrados contra figuras de la escena: balaceras, ajustes de cuentas y otros atroces sucesos aún sin esclarecerse han cobrado las vidas de figuras destacadas y otras emergentes como Trigo Figueroa, Chalino Sánchez y Valentín Elizalde.
Fue en 2007 cuando un brutal asesinato conmocionó al público por las implicaciones de sus circunstancias, y es que la cantante Zayda Peña Arjona, de entonces 26 años de edad y con una prometedora carrera en la música, fue ultimada a balazos en la habitación del hospital donde se recuperaba de otra balacera.
Con varios años de trayectoria en los que ganó gran fama local y apadrinada en 1997 por Lupe Esparza de Bronco, quien vio en ella un gran talento, la tamaulipeca entonces era la vocalista del grupo Zayda y los culpables, que a comienzos del milenio cobró gran popularidad en el norte de nuestro país y en las ciudades al sur de Estados Unidos, donde el movimiento grupero y de banda gozan de gran aceptación.
Y es que la cantante de temas como Lo quiero a morir y De contrabando -que años después hiciera famoso Jenni Rivera-, había quedado malherida unas horas antes de ser trasladada al hospital Alfredo Pumarejo de Matamoros, debido a que fue víctima de un ataque armado en el motel Mónaco de la misma ciudad, a donde acudió acompañada de su cercana amiga Ana Bertha González.
En el ataque directo falleció al instante Ana Berta y Leonardo Sánchez, empleado del lugar, pero Zayda quedó herida con una bala que le entró por la espalda y salió por la barbilla. La cantante fue atendida en la misma habitación del motel, pero después fue trasladada al mencionado hospital para ser intervenida quirúrgicamente.
“Tuvo suerte de que no hubiera tocado ninguna de las arterias principales, pero la hemorragia era muy fuerte y perdió parte de su dentadura”, contó una enfermera entonces. Una cirugía de emergencia le salvó la vida y usando un respirador artificial fue trasladada a terapia intensiva.
Pero fue durante su recuperación, poco antes de las seis de la mañana del sábado 1 de diciembre de 2007, que otro sicario o quizá el mismo, burló la seguridad del centro de salud para entrar a la habitación a disparar con una pistola tipo escuadra en el rostro a Zayda, quien murió en el acto.
Sin aspavientos, el asesino se acercó a la cama y la remató disparándole varias veces en el cuerpo ante la mirada aterrada de doctores y enfermeras que atendían a otros pacientes. El homicida huyó sin problemas y el caso se convirtió en un enigma hasta la fecha.
Los reportes oficiales destacaron que las investigaciones podrían indicar que la muerte de la cantante grupera fue ocasionada por un asunto pasional, por un ex novio de su acompañante, Ana Bertha, quien murió en el hotel Mónaco horas antes.
El supuesto romance entre las dos chicas levantó especulaciones en los medios acerca de la orientación sexual de Zayda, cuyas letras de sus canciones eran algunas en cierto sentido ambiguas respecto al rechazo social y al amor no correspondido. Según lo dicho por su madre a TV Azteca, Zayda nunca le habló al respecto y ella no creía que su hija hubiera sido lesbiana.
En tanto, algunos promotores afirmaron que Zayda llevaba una vida discreta y que su relación sentimental más estable sería con la fallecida Ana Bertha, con quien siempre se le veía en eventos y reuniones. Incluso trabajadores del hotel testificaron que las chicas ya se habían reunido ahí mismo en numerosas ocasiones.
Tras la tragedia, en la Policía Ministerial del Estado se informó que buscaban a un mexico-texano cuya identidad nunca se hizo pública, y presuntamente el agresor había sido pareja de Ana Bertha, por lo que enfurecido atentó contra Zayda.
En su momento se especuló que el presunto autor intelectual era miembro del cártel del Golfo, por lo que sería muy difícil precisar su localización. Por otra parte, la madre de Zayda, quien se desempeñaba en el Ministerio Público, se rehusó a aceptar que el móvil fuera un ajuste de cuentas pasional y presentó la teoría de que el crimen había sido perpetrado, sí, por miembros del cártel del Golfo, pero para vengarse directamente de ella. Y es que a lo largo de dos décadas de trayectoria dentro de la Procuraduría estatal, había mandado a prisión a numerosos miembros de la organización delictiva.
El asesinato de Zayda se convirtió en una leyenda negra del regional mexicano y fue una muestra de hasta dónde puede llegar la impunidad en los grupos criminales en el estado fronterizo de Tamaulipas, territorio entonces dominado por el cartel del Golfo.
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